Antes de ser intendente de Escobar, dirigió 19 campañas electorales triunfadoras. Pero nunca participó de la comunicación del kirchnerismo, porque considera que ese sector no llega a generar empatía con los medios. De estilo y perfil muy diferentes a los de otros de sus colegas a cargo de partidos del Conurbano, este ex periodista considera que Máximo Kirchner puede transformarse en un caso de estudio en el futuro sobre cómo no vincularse con la prensa.
Por: Jorge Fontevecchia.
—¿Cómo está tratando el coronavirus a Escobar?
—Al partido le tocan las generalidades de la ley. Estamos en una situación acorde a nuestra región. Comenzamos con algunas dificultades importantes. No teníamos tantos contagios, pero sí una tasa de letalidad muy alta debido a un mal manejo de una clínica privada que el municipio compró.
—¿Cuándo?
—Fin de marzo. Y si bien es cierto que comenzamos la negociación mucho antes, porque la clínica ya estaba en situación de dejar de operar porque su principal accionista se quería retirar, cuando empezó el coronavirus la falta de protocolos y cuidados hizo que de un contagio surgieran 26. Hay acuerdo en que los adultos mayores son los que más riesgo tienen de por sí. Cuando van a una clínica es porque están con problemas. Eso nos dejó una letalidad muy alta al principio y un aprendizaje. Había que tener cuidado y hacer bien las cosas. Triplicamos la cantidad de camas, quintuplicamos la cantidad respiradores; hay insumos de bioseguridad. Así Escobar se puso en promedio. Es un distrito de mucho paso. Los mercados concentradores son factores de contagio en el mundo. Tenemos uno, que administra la colectividad boliviana. No solamente debimos tener en cuenta las prácticas de coronavirus sino cuestiones culturales que suelen tener sus administradores.
“La crisis social, económica y alimentaria, y el hartazgo, exacerbaron las conductas.”
—En Wuhan empezó en un mercado.
—Claro. Finalmente logramos que se haga lo correcto. La secretaria de Acceso a la Salud de la Nación, Carla Vizzotti, tiene una frase que a mí me ayudó a entender. No existe una pospandemia como se creía al inicio de la cuarentena: la pospandemia llegará el día que tengamos vacuna y remedio. Se necesitan las dos cosas. Vacuna para que haya menos contagios y remedio para curar a los contagiados. Cuando estén, recién ahí vamos a empezar la pospandemia. Mientras tanto hay que convivir en esta pandemia. No es fácil, porque hay hábitos culturales ancestrales, como las relaciones sociales, característica bien latina, o el contacto físico.
—¿Cómo se dio el tema de toma de tierras y el tema del crecimiento del delito?
—Escobar es un distrito muy grande. Para situar a los lectores, digamos que la Capital Federal tiene 208 kilómetros cuadrados; Escobar, 303; casi un 40% más grande. Por lo tanto, tiene toda la diversidad: sectores vulnerables, sectores de clase media y sectores económicamente empoderados. La tierra vale porque es fértil y porque es propicia para hacer desarrollos urbanos de barrios cerrados, pero también por el crecimiento de parques industriales. Somos la primera salida al Paraná de las Palmas viniendo de Capital, y tenemos dos ríos, el Luján y el Paraná, dos ramales ferroviarios, dos rutas provinciales, la 25 y la 26; los dos ramales de la Panamericana atraviesan el partido de Escobar, tenemos un aeroclub. Nos falta una cordillera y somos la Argentina entera. Nos pasan las cosas muy buenas del país y tenemos los problemas también. En materia de toma de tierras, no es algo nuevo, pero sí es algo que se agrava en situaciones de crisis. Hay varias situaciones para que se produzcan: la primera habla del crecimiento vegetativo. Hay un barrio vulnerable, preexistente, donde el núcleo familiar empieza a crecer; vienen los hijos, los nietos.
“La pospandemia va a llegar recién el día que tengamos vacuna y remedio. Ese será el día.”
—¿La tasa de natalidad es mayor?
—Crece porque todas las familias tienen descendencia. Ante esa situación, los que tenemos algún grado de poder adquisitivo alquilamos, compramos, ayudamos a nuestros hijos y nietos a que accedan a un núcleo habitacional. En estos casos, como no existe esa capacidad, crece hacia el costado o hacia atrás en el mejor de los casos. Si el terreno es más amplio, se hace la casita atrás. Cuando no es así, es en el terreno de enfrente. Eso se soluciona desde el Estado. La otra toma de tierras tiene que ver con algunos inescrupulosos, que es cuando hay organizaciones detrás. Estas organizaciones combinan pseudoprofesionales, digo profesionales porque tienen título, pero en realidad son inescrupulosos que falsifican boletos, utilizan personas con vulnerabilidad para que hagan un inicio de una toma, y después revenden el resto. En el sistema jurídico y la situación actual de vulnerabilidad es más complejo hacer un desalojo y se genera este tipo de negocios. Es lo más condenable y repudiable. Hay otro aspecto, que tiene que ver con cuando se alienta desde algún sector de la política. O cuando se mira para el costado. En este momento hay una resolución de la Corte Suprema de la provincia de Buenos Aires que hay que revisar porque complica mucho los desalojos. Lo digo sin ánimo de incidir en otro poder. En Escobar hacemos alerta temprana. Tenemos un sistema que se llama Ojos y Oídos en Alerta, para las cuestiones de seguridad en las que no sirve el 911. Los vecinos de Escobar que tienen una linda casa, en el partido hay casaquintas, si ven algo que les llama la atención en un terreno lindero, pueden enviar un whatsapp. Se acerca un móvil de prevención comunitaria y observa la situación. Quizá se trataba de un casero nuevo, un invitado. Pero si se detecta que se está cometiendo un ilícito in fraganti, entonces ahí sí la policía puede actuar de oficio. Con este sistema, les pedimos a los vecinos y vecinas que colaboren con la prevención. También sirve para cuestiones de género. El Estado municipal puede colaborar muchísimo cuando asocia modernidad al servicio. Modernidad no es solamente una computadora nueva; es un concepto de integralidad en las políticas públicas.
Intendencias. “Escobar tiene una diversidad cultural muy grande; puede funcionar como una buena representación de todo el país”. “Es el lugar de la zona norte con mayor crecimiento a futuro”. (Foto: Pablo Cuarterolo)
—¿También hay menos tierra disponible por su valor?
—Independientemente de quién sea el intendente, Escobar es el lugar de la zona norte con más crecimiento futuro. Si se observa el padrón electoral, se nota que todo el corredor norte superó al sur. La tercera sección electoral tiene menos votos que la primera. Se debe al crecimiento de la Panamericana y a la riqueza natural de la zona norte. Además, Tigre está bastante lleno, no completo, San Fernando es chiquito. Escobar tiene todavía mucha tierra disponible a buen valor de mercado. Es probable que un terreno actual dentro de un tiempo tenga mayor valor. Escobar tiene tierra. Debería tener más. Armamos un banco de tierra para blanquearla. Todo debe tener un marco, un límite, y esencialmente un marco de transparencia, porque la tierra es lo único que no se reproduce. Si se utiliza bien la tierra fiscal en un marco de un consenso que trascienda la gestión, se pierde un capital público difícil de recuperar.
—¿Hubo un cambio estructural en Escobar en los últimos veinte años, cuando todavía Tigre no estaba lleno? Desde Luis Patti, en 1995, el partido estuvo conducido por Paufe, que tiene una ideología muy diferente al Frente para la Victoria.
—Algunos recuerdan a Luis Patti como un buen intendente. No puedo dejar de soslayar que está condenado por tres crímenes de lesa humanidad. Cuando alguien empuña un arma para hacerse de la vida de otro, y mucho más desde el Estado, o siendo oficial de la policía, es un hecho gravísimo. Y nos diferencia para siempre. En términos municipalistas a veces comparan su gestión y la mía, y ambos estamos bien considerados. No me molesta, porque entiendo que hubo un período donde se hicieron buenas transformaciones en Escobar. Después hubo un período en que se quedó un poco en el tiempo. Ahora volvió a tener más pujanza.
“En las crisis se agrava el tema de las tomas de tierras. Vemos que crece la virulencia de otros delitos.”
—¿Es un municipio más rico que hace treinta años?
—Objetivamente. Primero, porque duplicó su población.
—¿Es el que más crece?
—La tasa de crecimiento de Escobar es de 1,4% por cada punto que crece la Provincia, es muy alta. Fíjese que cuando gobernaba Patti Escobar tenía prácticamente la mitad de habitantes de los que tiene hoy, es muchísimo. Son 300 mil habitantes; 220 mil electores. El Censo no nos ayuda. No fue un buen Censo el de 2010 para Escobar. Pero el padrón electoral es un dato objetivo.
—Con los menores de 18 se llegaría a 300 mil. ¿Cuántos eran cuando asumió Patti?
—150 mil. Otro mundo. Otra concepción. Escobar se autopercibía como un grupo de familias sin vocación de que el pueblo se desarrollara. Quería mantener esa idiosincrasia pueblerina, era un juicio de valor. Luego, por otro lado, hubo un uso del suelo un poco mezquino, en términos de no planificación. El año pasado se cumplieron sesenta años del partido de Escobar. Se dio el 8 de octubre y 19 días después fueron las elecciones. Nosotros invitamos a todos los partidos políticos a que empecemos a planificar de los sesenta años del Centenario. Seguro que ya no voy a ser intendente. Pero necesitamos políticas de Estado y consensos, y poder juntarnos en una mesa y debatir cómo se celebran los sesenta años del partido. A partir de ahí, hacer un punto de inflexión para planificar el camino al Centenario, que parece una eternidad, pero no es tanto. Debemos sentar una base urbanística. Si lo hace solamente quien tiene hoy la mayoría, no se va a sostener a largo plazo. Y a nivel municipal cuando uno pone una mesa inclusiva que va desde el industrial al trabajador, lo más probable es que las diferencias ideológicas no sean tan profundas.
—Mario Ishii, intendente de José C. Paz, pronosticó para la segunda quincena de agosto un rompimiento del orden. En los últimos días, la toma de tierra y la rebelión policial podrían ser manifestaciones de esa convulsión.
—Tuvimos muy buenos números los cuatro años precedentes. Algunos números del delito son más objetivables que otros. Por ejemplo, el robo automotor, porque hay que denunciarlos al seguro. Lo mismo sucede con los homicidios. Bajamos a un tercio los homicidios desde cuando empezamos. Somos el municipio que más disminuyó el robo automotor en todo el país en el año 2018. Hay otros indicadores que corroboran esto. Después de las PASO, el delito empezó a crecer. Podría deberse a la situación de un gobierno que se iba, y eso llevaba a cierto relajamiento y desmanejo. Es cierto que en los períodos de renovación de presidente, gobernador e intendentes, la delictualidad crece un poco también. Son datos objetivos, no estoy haciendo un análisis. Comienza el gobierno nuevo y se mantiene en el nivel, la curva ascendente no se detuvo hasta marzo. Cuando empieza la pandemia, el delito baja a niveles ideales. A medida que crece la circulación, aumenta la delictualidad. Lo que cambia es la virulencia. Una discusión por un accidente vial antes conllevaba algunos gritos. Ahora es muy probable que termine con un trompazo. Antes, en el Conurbano picante, si dos familias se peleaban, se tiraban un piedrazo; ahora quizá termina a los cuchillazos. La exacerbación social, la crisis económica y alimentaria, el hartazgo, exacerbaron las conductas humanas. La intolerancia en distintos grados de nuestra vida también llegó a lo delictivo. Este es mi diagnóstico. Para eso necesitamos dispositivos culturales más fuertes. Y reglas mucho más claras sobre cómo se resuelve la delictualidad. El problema no es solo la policía. Tiene que ver con el funcionamiento de la Justicia en el Conurbano. Necesitamos más actividad del Ministerio Público Fiscal; precisamos más cantidad de allanamientos y mejorar sustancialmente el Servicio Penitenciario, como dijo el gobernador Axel Kicillof hace unos días. Es una deuda pendiente. Nadie va a ganar una elección haciendo cárceles. Es mucho más fácil hacer puentes, calles y cobrar el rédito electoral de eso. Pero si no hay consenso social en que el sistema de salud debe tener una base “de noble igualdad”, como dice el himno... Puede haber mejor o peor hotelería, según lo que cada uno pueda pagar, pero a nadie le puede faltar un respirador. También el tema de los excarcelados es un problema muy grave.
—¿Qué pasó en el momento en que hubo tensión entre la Policía Bonaerense y las autoridades políticas?
—Es muy importante dejar claro que no hay policía municipal. Nosotros tenemos preventores comunitarios en colaboración con la policía o pagamos adicionales.
“En algunos aspectos Alberto todavía se está acostumbrando al puesto de presidente.”
—Siempre de la Bonaerense.
—Es un tema que hay que tratar con absoluta responsabilidad. Muchos están de acuerdo con la descentralización hasta que llegan al poder; a partir de ahí no les gusta tanto. Si estamos de acuerdo con democratizar cuando tenemos la birome, símbolo del poder, hay que pensar lo mismo cuando bajamos al llano.
—¿Cómo se aplica el razonamiento a las policías municipales?
—Hay que tener una policía municipal, pero también una Bonaerense mucho más entrenada. Además, hay que resolver el costo de la seguridad.
—¿Entonces estás a favor?
—Sí, como un estamento independiente. Tuve muchas dudas cuando Daniel Scioli las creó, porque todavía había mucha idea sobre la vieja imagen de los barones del Conurbano. Hoy no existe, más allá de que existen intendentes con más años. A ningún intendente nuevo de ningún partido político se lo ve hoy como un pistolero. No sé si era algo justo, pero existía tal construcción. Cuando se cuenta con herramientas de prevención, se logran éxitos importantes. El mejor delito es el que nunca pasa.
—Es lo mismo que salud: es esencial la profilaxis.
—Hay que trabajar en ello. La Policía local que existe es una división de la Bonaerense. El problema son los “como si”. Los intendentes tenemos incidencia, pero no mando. No depende de nosotros.
—¿Qué pasó en el momento en que la Bonaerense estaba en pleno conflicto?
—Fue un error que se podría haber subsanado antes. Después se arregló rápido y bien, pero habría que haberlo evitado. El Presidente hizo un anuncio enorme de 37.500 millones de pesos en seguridad con la participación de todas las fuerzas políticas. Incluía a San Isidro, que es del radicalismo, e incluía a Vicente López, que es del PRO, y por supuesto distritos del oficialismo. En ese momento se mostraba una política de Estado. Que suceda un hecho tan grave significa que no estaban contemplados todos los aspectos que hacen a la seguridad pública bonaerense. La dignidad salarial es un tema para cualquier profesión. Pero un policía no puede cobrar 40 pesos la hora extra. Es lo que cobraría alguien que no corre ningún riesgo, no tiene ninguna formación y obviamente ninguna exposición a la muerte como sí pasa con los policías.
—¿Por qué las autoridades no tenían información de que sucedería?
—No sé si fue falta de información o de timing. Todos somos mejores con el PERFIL del domingo y gestionando el lunes. La pregunta es saber qué hacer el viernes.
“Será una debilidad en 2021 que Alberto, Cristina, Axel y Massa no puedan presentarse a cargos electivos.”
—¿Pero se podría haber evitado?
—Creo que sí. Lo digo acá. No soy ministro de Seguridad...
—Un contrafáctico. Sergio Berni vive en el municipio vecino, Zárate.
—Lo conozco desde hace muchos años. De la época cuando trabajamos en el Ministerio de Desarrollo Social.
—¿Cómo evaluás su gestión?
—Tengo una buena relación. Como intendente, estoy satisfecho porque cada vez que lo llamo me atiende. Cada vez que tengo una necesidad, me da una respuesta razonable de acuerdo a los recursos. Más allá de mi opinión personal, la institucional es que con el ministro de Seguridad del gobernador Axel Kiciloff la respuesta es muy buena. Además, es un hombre que tiene trayectoria, fue secretario de Seguridad de la Nación, tiene formación militar y pergaminos. Estamos en una situación muy difícil. Si todas las escuelas hoy están en crisis, la de formación de policías también está en una situación compleja. Además, el nivel de contagio es primero en salud y en segundo lugar en seguridad.
—Tuviste a tu secretario de Salud contagiado, Juan Manuel Ordóñez.
—Fueron varios.
—Por el cargo, tiene cierta carga simbólica.
—Él sabía que podría ocurrir, porque entra y sale del hospital todo el día. Es un virus con una tasa de contagio muy alta. En algún momento sucedería. Con respecto a la política de seguridad, se está conformando una política en un contexto muy difícil. El Berni que hace declaraciones es otra cuestión. Los anuncios del gobernador son importantes y profundos. Abarcan todos los temas: universidad, salario mínimo, horas extra, equipamiento, incorporación de nuevos agentes, de tecnología, patrulleros y herramientas. Es un combo que demandábamos desde hace tiempo. Es algo que la gobernadora anterior comenzó muy bien y terminó mal. María Eugenia Vidal el primer año hizo un fondo de seguridad que fortaleció al conjunto. Después, mal asesorada, creyendo que nos debilitaba a los demás, dejó de hacer ese fondo, de incorporar policías locales. El cambio fue a partir del segundo año de gestión. La cantidad de agentes con la que terminó su primer año de gestión es sustancialmente menor. Debo ser el intendente con más diálogo con el ex ministro Cristian Ritondo. Aún hoy lo sigo haciendo. Los argentinos y los dirigentes debemos establecer líneas comunes de acción. La seguridad, sin lugar a dudas, tiene que ser una de esas. Lo mismo sucede con la salud: hay que invertir y equipar. Aprendamos de esta situación. En seguridad, hacen falta más agentes, implica una erogación importante, pero es un rol indelegable del Estado. Uno puede decidir si el Estado tiene que participar en unas actividades o en otras, si es un Estado gestionador o no; pero lo que está claro es que la policía le toca al Estado, al igual que la salud pública.
“Hay ollas populares, pero no tenemos el hambre estructural de 2001. No estalló el Conurbano.”
—Nadie discute eso.
—Necesitamos un muy buen Estado.
—Fuiste asesor de prensa de Humberto Zúccaro como intendente de Pilar. Luego de eso, ganó Nicolás Ducoté.
—Pero mucho después. Si yo hubiera estado en la campaña, no perdía, je.
—No digo que sea tu responsabilidad.
—Si se me permite la broma, cuando me presento por primera vez como candidato a intendente contaba siempre que yo tenía veinte campañas electorales, 19 como asesor y una como candidato. Por ahora guardo 100% de efectividad en casa propia.
—Nicolás Ducoté perdió por un punto y medio en un municipio vecino al tuyo. ¿La crisis económica, el coronavirus, el tema de inseguridad, afectarán el escenario electoral del año próximo?
—En Pilar sucedió un fenómeno importante: el intendente Zúccaro fue a una interna con un muy allegado suyo, José Molina. En esas PASO se terminan también contando los votos. El triunfo fue por un puñado de veinte o treinta votos. Se llegó muy tensionados a la general y eso favoreció el triunfo de Ducoté. Eso no pasó luego. Además, la gestión de Ducoté fue cuestionada. Tuve buena relación con él, pero evidentemente los vecinos de Pilar no evaluaban así su gestión. Perdió en las intermedias, cuando Vidal ganó en todos lados.
—¿Cómo será la elección de 2021 en la Provincia?
—La economía definirá. La economía y la capacidad del Gobierno de explicar cómo se gestiona en un contexto atípico.
—¿Sos optimista respecto a la economía?
—Sí, por varias razones. Primero porque hace mucho que venimos cayendo. Venimos muy mal de los cuatro años anteriores. El que no quiera ver esto tiene un componente ideológico más alto que el racional. Estamos en un contexto en el que las condiciones sanitarias hacen que la economía caiga en el mundo entero. Argentina está muy mal, pero pudo administrar algunos resortes. No estalló el Conurbano. Hay situaciones muy complejas, pero no un hambre estructural como en 2001. En este mismo contexto el Presidente pudo reestructurar la deuda; cayó mil puntos el riesgo país; hay apoyo a las empresas. Muchas pagan los sueldos con las ATP, incluso empresas periodísticas y empresas periodísticas opositoras al Gobierno. En mi distrito veníamos creciendo en materia industrial constantemente, aun en los momentos más complejos del gobierno de Cristina. Cuando empieza el gobierno de Mauricio Macri, se cae. Muchos galpones industriales pasaron a ser de logística. La lógica de la importación sustituyó espacios, metros cuadrados de fabricación por metros cuadrados de acopio. Produjo pérdida de puestos de trabajo. Ahora se están vendiendo muchísimos lotes, porque la gente quiere venir a vivir al verde. Demandan calidad de vida, aun la seguridad es muchísimo mejor que en la Ciudad de Buenos Aires. Hay un nuevo parque industrial que se está armando y se empezó a reactivar. Esperamos que el ministro Matías Kulfas vuelva a estimular la generación de parques industriales, que es la herramienta más moderna en el mundo. Será un escenario electoral con una economía en crecimiento.
—Ernesto Sanz dijo que creía que el 41% de 2019 hoy los pone cercal del 50%. ¿Qué pronóstico hace el asesor que ganó 19 elecciones?
—Sería irresponsable dar ese pronóstico. Solamente hablaría desde el corazón. Yo quiero que gane mi espacio. Veo fortalezas del oficialismo. Será clave cómo se administren los tiempos. Los sectores duros del Gobierno siguen apoyándolo. Me refiero a los sectores populares, los de menores ingresos, las pymes y algunos empresarios que apuestan a la construcción de un capital nacional. También es una debilidad que los candidatos con más votos no se presentan: Alberto, Cristina, Axel, Massa. Ninguno de ellos puede ser candidato. También es cierto que es un frente con capacidad constante de generar cuadros. Veo en una encrucijada a la oposición. Está la oposición que gobierna, que se mantiene en un marco moderado, y la oposición que necesita hoy tensionar para poder existir en la política. Además, hay una crisis en el radicalismo. Volvimos a una Argentina de un bipartidismo conformado más por la gente que por los dirigentes.
“Cuando se gobierna, se tiende más hacia el centro, y eso tensiona el propio extremo de la coalición.”
—¿Un bipartidismo estable?
—No me arriesgo a decir permanente, pero sí estable. Los votos que sacaron Alberto y Macri pertenecen más a un encuadre de la sociedad que a los partidos que representan. El peronismo tiene una base electoral del 35% y Cambiemos, del 25%. Es una diferencia del radicalismo y del peronismo, partidos policlasistas y multisectoriales. Hay un radicalismo con Raúl Alfonsín y otro con Fernando de la Rúa, como un peronismo con Carlos Menem y otro con Néstor Kirchner. Los dos venían del mismo lugar y compartían el mismo partido político. Hoy no. Hoy tenemos un movimiento de centroderecha, con sectores más de extrema derecha, y un movimiento de centroizquierda con sectores de extrema izquierda. Cuando se gobierna, se tiende más hacia el centro, y eso tensiona al propio extremo.
—¿María Eugenia Vidal se mudará a Capital y Diego Santilli a la Provincia?
—Los dos viven en Capital y nunca abandonaron su distrito. Es un problema de la oposición, de todos modos.
—¿Quién será el contrincante electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires en 2021?
—Es un desafío para Horacio Rodríguez Larreta, si deja de ser el administrador de la ciudad más importante del país para pasar a ser un jefe político. Ese salto no lo dio Cambiemos. No resolvió su liderazgo todavía. No tiene claro qué quiere hacer el ex presidente. Está claro que Horacio Rodríguez Larreta quiere ser presidente, pero todavía no tiene la conducción política de su partido. Cambiemos es un partido de personas, a diferencia del peronismo, que es de estructuras muy sólidas y fuertes, y memoria histórica. Ese es mi miedo con Cambiemos. No me preocupa cómo piensan, ni siquiera cómo gobiernan: el tema es que nunca se sabe para dónde salen.
—¿A diferencia del radicalismo?
—Por más que esté reducido, el radicalismo conserva poder territorial en algunas provincias. Cuando sos heredero de una historia, también sos responsable del futuro.
Ex periodista: En la redacción de Editorial Perfil, donde tuvo su primer trabajo siendo estudiante en los años 90 en la revista Luna. (Foto: Pablo Cuarterolo)
—Estudiaste Periodismo primero en TEA, después dictaste clases en la Universidad de Buenos Aires, en la UBA, en la ORT de Montevideo, en la Austral, en la UADE, en Palermo. Hiciste posgrados en la UBA y en la Universidad de San Andrés, que podríamos decir que representa ideológicamente un sector más de élite.
—Primero fui colaborador de su editorial. Quizás ese fue el salto. Además, tengo una anécdota muy divertida. Estaba en la revista Noticias. Era muy joven y hacía colaboraciones. Iba presentando notas a un lado, al otro, uno se la va rebuscando hasta entrar a un medio y ganarse unos mangos. En ese momento la editora de una revista nueva que usted estaba por sacar me llama para decirme: “¿Querés escribir en Luna?”. Terminó siendo la revista más vendida. La cuestión es que la editora me dijo que el proyecto venía bien: “Y además Fontevecchia tiene un as bajo la manga...”. Yo necesitaba laburar y era digno. Escribí y fue un boom editorial porque venía con un regalito también, que hacía que se vendiera un montón.
—¿Eso, recién salido de TEA?
—Un poquito después. Cuento la anécdota porque en todo hay aprendizaje. No hay que tener prejuicios. Y todos los formatos son importantes.
“Nunca se sabe para dónde puede salir Cambiemos. Y eso es un peligro. Es un partido de dirigentes.”
—Tenés todo un camino en las ciencias sociales.
—Y ahora curso Derecho a distancia.
—También una ciencia social. Esa formación es la que te permitió crear tu consultora Choice. Y asesoraste a 19 candidatos con acierto.
—Me fue muy bien, sí.
—¿Cuál es tu juicio sobre la importancia que tienen los medios en las elecciones?
—Los medios influyen mucho. También la comunicación que ejerzan los dirigentes y los candidatos. Lo hacen en un porcentaje distinto según cada momento. Hay una ley del marketing que dice que la comunicación es inversamente proporcional al producto. Cuando se es gobierno, hay que comunicar bien, pero también hacer bien. En la consultora decíamos que el que hace y no dice, no hace. Pero también es necesario tener buenos accesos y canales de información. Cuantas más entidades periodísticas haya, de la diversidad que sea, y uno sepa interactuar y convivir en ese mundo, es más fácil informar a la población. Hay que saber cómo llegar y las redes sociales son una parte, y otra la influencia de los medios. El espacio político al que pertenezco tiene un punto débil: le cuesta generar empatía con un sector de la sociedad, aunque tenga políticas públicas que lo beneficien. Por eso nunca ocupé cargos de medios en el gobierno de Cristina. Entiendo que va por otro lado. Tuve una excelente relación con Alicia Kirchner, una mujer que quiero, que aprecio; valoro su honestidad y su trabajo. Trabajé con ella casi cuatro años.
—Se decía que eras de Kolina cuando empezabas a ser candidato, “el enviado de Alicia a Escobar”.
—Un título periodístico. No tengo semejante investidura.
—¿Entre las fortalezas de la alianza opositora puede haber una mayor predisposición de mayor cantidad de medios de comunicación?
—Algunas empresas mediáticas tienen un componente que no es de medios. La oposición les da alguna cantidad de acuerdos que no se los daría este oficialismo. Este oficialismo está más dispuesto a regular en lo que hace a telecomunicaciones. Además, la gente igual elige. C5N crece muchísimo cuando empieza el gobierno de Macri y cae TN. Estamos en una etapa de democratización de la palabra, pero también del lector, el televidente, el radioescucha. La gente elije por el arte de la comunicación creativa, uno de los cursos que daba. Hay que renovarla de manera permanente.
—¿Dónde dabas Comunicación Creativa?
—En Derecho de la UBA. Un curso para los jueces, cuando antes se creía que no era decoroso salir a hablar en los medios. Cada elección representa un sentimiento de la sociedad. Los candidatos que ganan son los que interpretan esto. A priori no es tan fácil saber cuál es ese sentimiento. Cuando se es gobierno, uno está siempre en campaña. Esto no significa sacarse fotos, salir en Facebook o en Instagram, o hacer lo que no pasó. Significa tener un ejercicio permanente de la comunicación con tu población y con los sectores que influyen sobre la comunicación. Hay que tener una política de medios de Estado y una política de medios partidaria.
“En la cuestión de seguridad, María Eugenia Vidal comenzó muy bien y terminó muy mal.”
—El eslogan de la campaña del año pasado fue “Volver mejores”. ¿Fue así?
—Sí, Alberto tiene una mirada distinta, más amplia. Todos lo conocen. Habla directamente. Creo que todavía se está acostumbrando al cargo de presidente. Sigue contestando. Puede estar media hora hablando por una FM de escasa audiencia. No está mal, pero es una mirada completamente distinta a la del gobierno de Cristina. Ella tenía otro modelo de comunicación, que tenía que ver con los patios militantes. Si Cristina tiene ese núcleo duro de votantes, podemos afirmar que tiene una política y una comunicación muy eficientes, especialmente después de todo lo que pasó y dijeron de ella. Su núcleo duro es un porcentaje muy alto de la población.
—Su talón de Aquiles es la dificultad para comunicarse con una parte de la sociedad.
—La clase media.
—Haber logrado ese núcleo duro en detrimento de poder comunicarse con el resto es un triunfo pírrico.
—No es pírrico. Porque le permitió hacer la jugada magistral de proponer a Alberto, que hasta ese momento no tenía votos.
—Podría triunfar sin necesidad de que hubiera un componente de imagen negativa tan alta.
—Dame un ejemplo en la historia argentina de un presidente que democráticamente haya sido electo dos veces más compartir el período anterior de Néstor y ahora vuelve por cuarta vez desde la vicepresidencia ejerciendo un lugar de poder.
—Pero el triunfo no es ganar elecciones. Es que al país le vaya bien.
—Sos hábil. Reconozco esa habilidad, pero yo también fui colaborador en Editorial Perfil. Si me preguntás cómo es la comunicación para ganar las elecciones, yo te respondo. Ahora, en un sentido más profundo, lo más importante es gobernar bien. Para gobernar bien necesitamos que la gente viva mejor, que en el país fabricante de alimentos la gente no tenga hambre.
“Esperemos que Matías Kulfas vuelva a estimular una política de parques industriales.”
—¿Y cómo lo explicás? Incluso hoy Máximo Kirchner no habla nunca.
—Sí que habla.
—No habla en público.
—Habla en público.
—No habla con los medios.
—¡Ahí está!
—No habla con los medios. No utiliza esa intermediación. ¿Cómo lo explicás y cómo podés ayudar a que no pase?
—No es mi rol. Aunque soy joven, me jubilé. No ocuparé un cargo de comunicación más en mi vida. Es algo personal, no me gusta volver atrás.
—Tu opinión entonces es más valiosa, porque no hay interés en ella.
—El otro día le escribí al ministro del Interior, Wado de Pedro, porque me pareció fantástico el mensaje que emitió para debatir sobre el punto de coparticipación.
“Salud pública y seguridad son algunos de los roles indelegables del Estado.”
—Lo vi. Con las dificultades que tiene Wado, era doblemente meritorio.
—Independientemente de esas dificultades, cuando el ministro del Interior contesta con la altura que lo hizo, con argumentos, defendiendo su posición, ese es el modelo. Lo comentaba con Máximo. También el Gobierno elige voceros y constructores de ciudadanía y comunicación por otras vías. El caso de Máximo está siendo un desafío muy interesante desde lo académico. Te invito a estudiarlo juntos fuera de los marcos ideológicos. Si nos gusta estudiar modelos de comunicación, tenemos un caso incipiente muy novedoso. No tiene redes sociales propias. No habla por los medios tradicionales. Y crecen su imagen colectiva, su empoderamiento social y su referencia y liderazgo. Con mass media constantes, en la modificación constante de la aldea global, quizás encontró un método, que nosotros, que venimos más de la tradición mediática, no estamos acostumbrados a ver. Eso no significa que no haya otras personas dentro de la organización que se ocupen de hablar de la manera tradicional. Sería el caso de Wado, que es amigo y parte de la organización, que lo hace de manera muy inteligente, que le contesta con mucha altura al jefe de Gobierno de la Ciudad. Después cada uno tiene su posición, pero la respuesta realmente fue inteligente. Desde la organización se está tomando el desafío de lo parasistemático. Chacho Álvarez hizo campaña para presidente y llegó a ser vice afirmando que nunca iría a un programa de Mariano Grondona ni de Bernardo Neustadt. Un contrafáctico que pasó a ser en sí mismo un acto de comunicación. Aquí hay algo de esto también. Una cuestión contrarrevolucionaria comunicacional.
—Revisando los archivos para este reportaje, encuentro un editorial de “La Nación” del año 2017, 9 de marzo de 2017, durísimo. Se te acusa de todo, de vender tierras fiscales, de corrupción, de que en la UBA eras una persona autoritaria. Un nivel de beligerancia que me hace preguntar: ¿cuánto hay en el problema de la Argentina en la grieta, en la intolerancia para con el otro? ¿Cómo puede haber una comunicación que tolere los disensos?
—Si hablás con Saguier, preguntale si opina igual hoy. Lástima que no hizo un editorial con su opinión actual.
—Mi pregunta tiene más sentido si fue injusto.
—Porque también es un tema de los medios. Cuando pasó esto, por supuesto que me enojé y lo fui a ver. Entonces, se empezó a dar cuenta de que la persona que lo mal asesoró y lo mal informó tenía intereses económicos. No soy parte de ningún negociado. Más aún, soy el único intendente de Latinoamérica que está certificando el ISO 37.001 antisoborno y anticorrupción. Es un proceso interesante que va a ser también un valor simbólico que voy a dejar.
“Cuando se es gobierno, se necesita comunicar bien, pero también es esencial hacer bien las cosas.”
—Trato de comprender por qué se genera esa animadversión hacia el otro. Nosotros tenemos una cruzada antigrieta. Me gustaría una reflexión final sobre cuál es la mejor solución.
—Necesitamos grandeza y generosidad. Creo que la Argentina tiene antinomias históricas y conflictos sociales pero que hoy están innecesariamente exacerbados. Y espero que nuestro pueblo elija dirigentes posgrieta, con una referencia clara ideológica. Lo más importante es que después, en el acto de gobierno, hagan lo que dicen en campaña, que es el único contrato social que vale entre el candidato y el elector. También tenemos que encontrar lugares comunes. A mitad de la primera gestión, fui invitado a Europa para ver todo lo que hace a temas ambientales. Soy fanático del tema, fanático en el buen sentido, y volví convencido y viajamos de distintos sectores. La referencia a los temas ambientales nos tiene que definir como sociedad, como dirigentes, como comunicadores. Debemos comprender que hay valores patrimoniales y culturales que nos ofrecen lugares en común. Podemos pensar distinto, que no está mal, hace a la esencia de la democracia y de la vida humana. Pero debernos ponernos de acuerdo en algunos puntos y valores universales como la contaminación, como el uso del suelo.
—¿En salud y seguridad también?
—Adolecemos de problemas filosóficos profundos. No tiene que ver con la cantidad de libros que leímos, sino con la interpretación de las cuestiones más simples.
—¿Es un problema de inteligencia emocional?
—Podría definirse de esa manera.
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