Al límite, el presidente va por más recesión y apuesta a una sociedad anestesiada. Macri vuelve a reclamar sus acciones de gobierno. La metamorfosis que tensiona al mercado y el factor Trump.
Por
DIEGO GENOUD
La euforia llegó hasta España, donde Rodrigo Lugones, el socio de Santiago Caputo, estaba exultante. Aun reducida a una tercera parte de lo que soñó Federico Sturzenegger, la primera ley que Javier Milei aprobó en el Congreso después de casi siete meses de gobierno resulta clave en el imaginario de la nueva Argentina que promociona la extrema derecha. La Libertad Avanza se impuso sobre un sistema político fragmentado, en el que la oposición de mercado convive con los exponentes de la derrota más profunda.
Con una bancada minoritaria y un partido todavía inexistente, a Milei le alcanzó para disciplinar a legisladores que llevan décadas haciendo política. El régimen excepcional de beneficios a 30 años para las grandes inversiones, la flexibilización laboral, el regreso de Ganancias y la rebaja para grandes contribuyentes que pagaban Bienes Personales funcionan como pilares institucionales del fundamentalismo de mercado.
El presidente se vio forzado a entregar mucho más de lo que hubiera deseado, pero logró su objetivo con los viejos métodos de la casta que Guillermo Francos conoce a la perfección. Debutante en el rubro, el socio local de Lugones y mano derecha de Milei, incidió como nadie. Junto a él, el karina-menemismo de Lule y Martin. Entre todos, lograron que el topo infiltrado en el Estado se rindiera ante la vieja política para avanzar con su plan.
Las psicografías abrieron paso al pacto con diputados liderados por Silvia Lospennato, Miguel Angel Pichetto y Rodrigo De Loredo. En su alegato, la diputada del PRO emparentó a la oposición con el club del helicóptero pero admitió que el ajuste lo están pagando la clase media y los jubilados. La neoliberaria Lospennato combina la técnica legislativa con las frases de impacto: dice que rechazar las demandas fundamentales de Milei es “pegarle un tiro en la frente al gobierno”.
El apoyo de los residuos del macrismo a Milei no es gratis: puede conducir al éxito de un proyecto ajeno y llevar, al mismo tiempo, a la extinción del partido que fundó Macri. Frustrado en la operación inicial que propagó en exceso, aquella del famoso take over del gobierno, Macri siempre está reclamando su parte del paquete accionario. Al lado del ex presidente, son explícitos a más no poder: en su segunda etapa, dicen, el gobierno de Milei tiene que pagar sus deudas con los que lo ayudaron a llegar hasta acá. “Hay que reconfigurar el acuerdo de Acassuso. Ese acuerdo empezaba con Ritondo en la presidencia de la Cámara y no se cumplió”, dice un hombre de íntima confianza de Macri. “Lo único que hay es que Patricia es ministra y tiene muchas puteadas de todos lados. Ella puso a los amigos y a su chofer, pero a los del PRO que la acompañaron en la campana los dejó afuera y se integró sola al gobierno”.
Al enfrentamiento creciente por el PRO en la provincia de Buenos Aires y el despido con denuncias ante la Oficina Anticorrupción del ritondista Vicente Ventura Barreiro, se suman las facturas de dirigentes como Juan Curutchet y Carlos Pirovano, que iban a sumarse al gobierno y quedaron afuera. En Unión por la Patria, advierten la división del PRO y piensan que las investigaciones contra Bullrich pueden prosperar en el Congreso. Pocos están dispuestos a defenderla.
Jugado por su ministra, Milei responde a la secta de las fuerzas del cielo y posterga al ingeniero. La necesidad de rediscutir el pacto de Acassuso o la exigencia de que Milei cumpla no es un secreto. Hace un mes, dicen en lo que queda del PRO, Macri tuvo una reunión con Milei y Santiago Caputo para plantearles el tema. Antes había tenido otra, más publicitada, con el discípulo de Durán Barba. No sería extraño que ahora haya otra. El ex presidente quiere cobrar ya mismo regalías por el aporte que hizo para blindar el ajuste salvaje en el plano institucional. Lo mismo pretenden algunos gobernadores.
A los Milei les costó una eternidad tener su ley, pero en el Círculo Rojo se entusiasman. Piensan que el ex panelista ya hizo más cambios de fondo que el Frente de Todos en sus cuatro años de gobierno. La contracara es la brutal recesión que los anuncios de Luis Caputo van a profundizar, el derrumbe del salario real, el cierre de empresas, las suspensiones, los despidos y el aumento acelerado de la desigualdad.
La suba de Ganancias beneficia a los gobernadores, pero acentúa la caída de la actividad económica porque afecta a los trabajadores de mejores ingresos, últimos sobrevivientes de la violenta transferencia de ingresos que ejecuta Milei.
Aliado incondicional de Milei, el maltratado De Loredo explicitó sus quejas en público. Advirtió que Bienes Personales recauda más del 70% de personas con un patrimonio superior al millón de dólares. La rebaja por la que militó fuerte, admitió, es una forma de resignar el 0,6% del PBI en beneficio de la “pequeñísima porción de la población más rica del país”. De Loredo soporta cuestionamientos internos de Facundo Manes y Julio Cobos. Pero entre los radicales prima una coincidencia: con las manos levantadas de la casta, piensan, Milei se quedó sin enemigos políticos para culpar y está obligado a encontrar resultados rápido.
El peronismo mantuvo su cohesión hasta donde pudo, pero no logró evitar desprendimientos que podrían insinuar incluso una fractura, si Milei no estuviera todavía enredado en contradicciones que pueden devorarlo. A los votos de los tres diputados que responden al tucumano Osvaldo Jaldo se sumaron otros tres digitados por el catamarqueño Raúl Jalil, el gobernador peronista que se integró antes de la votación a la mesa del CFI que formaron los mandatarios provinciales de Cambiemos con Martin Llaryora.
A favor de los cambios en Ganancias y Bienes Personales, votaron Sebastian Noblega, Dante López Rodríguez y Fernanda Avila, ex secretaria de Minería del Frente de Todos. Fue más que suficiente y le permitió abstenerse a Silvana Ginocchio, la esposa de Jalil. Hace un año, el catamarqueño vino a Buenos Aires con Ricardo Quintela para convencer a la cúpula del FDT de que el candidato presidencial debía ser Massa. Hoy es el gobernador peronista más cercano a Milei junto con Jaldo. Con más ironía que gratitud, un funcionario nacional que no nació con LLA bautizó el eje Tucumán-Catamarca como el del peronismo Ja-Ja. Reir o llorar, en la vida hay que elegir.
Sin excusas, la ultraderecha entra en un escenario en que la responsabilidad por lo que pase va a ser propia. En algún momento, la sociedad que votó a Milei bajo el supuesto de que iba a resolver una crisis interminable y ahora sufre las consecuencias de su plan lo va a juzgar por lo que hace. Si no lo hace, Milei habrá tenido éxito en su intento de edificar una Argentina zombie, resignada al sacrificio. Por ahora, el desafío mayor aparece por el lado del Fondo y los actores del mercado, que no saben lo que es la paciencia.
Después del ultimátum del staff report del FMI, Milei y Caputo sueñan con correr al chileno Rodrigo Valdés de su puesto. Los que conocen la dinámica interna del Fondo dicen que el director del Departamento para el Hemisferio Occidental es inamovible: Kristalina Georgieva lo eligió en forma personal para reemplazar al brasileño-israelí Ilan Goldfajn. En el edificio del organismo en la calle 19 de Washington, Georgieva está en el piso 12 junto con Gita Gopinah. En el 11, no hay directivos y en el 10, está Valdés.
Lo que Milei y Caputo pretenden solo ocurrió durante el mandato del FDT, cuando Georgieva decidió apartar al argenmex Alejandro Werner, que ocupaba el cargo de Valdés pero había sido parte de la gestión Lagarde que le entregó a Macri el préstamo más grande de la historia. Entonces, por presión del ex secretario del Tesoro de Trump Steve Mnuchin, el FMI violó su propio estatuto para sostener al macrismo. Mnuchin ahora es un financista que compra empresas en quiebra y hasta pretende quedarse con TikTok. Werner todavía aborrece a Caputo por aquella experiencia fallida.
Como en un remake clase B, Milei, Caputo y Bausili acaban de rescatar el manual fallido del macrismo para ir a la emisión cero y estatizar la deuda de los bancos. Pero la caída de las reservas, el renacer de la brecha cambiaria y los inminentes vencimientos de deuda los empujan a la devaluación que quieren evitar por todos los medios. El ministro de Economía apunta a los que le marcan la sinrazón de haber ordenado una megadevaluación para después pisar el dólar. Según el trader, hasta Cavallo y la cátedra del CEMA, históricos partidarios de la dolarización, ahora militan en el club de los devaluadores.
Cuando anunció el objetivo de reducir la emisión a cero, Bausili fue el más explícito: “La autonomía es la herramienta que el BCRA tiene para enfocarse en su principal función que es erradicar la inflación. Ese es el objetivo principal de todo esto”, dijo. La segunda etapa de Milei es más de lo mismo: profundizar la recesión, paz de los cementerios, para reducir al máximo la inflación.
Durante todo el viernes, la mayoría de los operadores de Wall Street y el mercado local esperaban que Caputo cumpliera con las exigencias del Fondo y anunciara algún tipo de devaluación. Autor del informe que recomendó en los últimos días a los fondos de inversión desprenderse de sus bonos argentinos, el jefe de estrategia para América Latina de Barclays Sebastian Vargas está entre los que piensan que Milei se enamoró del atraso cambiario, en un acto reflejo que lo emparenta con los políticos tradicionales. Enceguecido con las encuestas que le otorgan un nivel de adhesión incompatible con el ajuste que ejecuta, a los ojos del mercado, el líder que excita a la alt-right global parece estar sufriendo una metamorfosis. Un ex ministro de Economía de la era kirchnerista coincide: “Hoy el Milei político está antes que el Milei económico”, dice. La diferencia es que el cuadro social es dramático, con 55% de los argentinos bajo la línea de pobreza, desigualdad en el punto más alto de la última década y derrumbe de actividades claves como la industria, el comercio y la construcción. Hasta el turismo y el campo pierden por el dólar que se retrasa en relación a la inflación.
Mientras Milei se juega todo su capital político a la baja de los precios y posterga aumentos de tarifas, el Fondo le hace un cuestionamiento estructural a su diseño económico por inconsistente y le exige una devaluación que unifique el tipo de cambio.
Sin un nuevo préstamo del Fondo y sin los dólares que prometió tener en campaña, Milei y Caputo desafían al mercado y plantean un horizonte de aguantar hasta que algo los salve. El resultado del primer debate presidencial en Estados Unidos confirmó a Trump como siempre dominante en la pelea con un Biden que parecía entrenado para exhibir su fragilidad. Aunque los candidatos de la gerontocracia estadounidense se llevan apenas cuatro años, el republicano apabulló al demócrata con el estilo que impuso a nivel global, donde la mentira y la verdad dejan de incidir en el criterio social. Le fue bien: hasta los medios ligados a los demócratas lo declararon vencedor. Trump había apelado al mismo manual en 2020, pero esa vez los micrófonos no estaban muteados y el ex vice de Obama lo pudo controlar con una simple frase: “¿Quieres callarte?”
En los últimos dos años, Biden desechó todas las advertencias que le hicieron los demócratas para que diera un paso al costado, algo extraordinario en la tradición norteamericana. Kamala Harris no tuvo apoyo para reemplazarlo y Michelle Obama siempre dijo no estar interesada. Tampoco la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer o el gobernador de California Gavin Newsom, un candidato que según el propio Biden podría ganarle a Trump.
Rodeado por un grupo colaboradores más jóvenes entre los que se destacan el consejero de Seguridad Jake Sullivan -el cerebro de su gobierno- y el secretario de Estado Anthony Blinken, Biden ignoró durante todo 2023 las advertencias privadas de Obama y públicas de su entorno. Asesores como Jim Messina y David Axelrod se cansaron de alertarle en público que estaba manejando mal su campaña y que Trump podía ganarle. La Casa Blanca siguió adelante, abrazada a la idea de que el magnate neoyorquino no puede ganar una elección. De hecho, perdió todas, incluso la que convirtió en presidente, cuando obtuvo 2 millones de votos menos que Hillary Clinton. Volvió a perder en 2020 y en 2022, cuando sus candidatos principales salieron derrotados en los estados claves y los demócratas hasta recuperaron la mayoría en el Senado. Hace dos años, el pronóstico durante toda la campaña también indicaba que el trumpismo iba a arrasar. Ahora, es distinto porque la pelea es entre ellos dos.
Comentá la nota