Se produce, a la luz del día, una organizada y eficiente extracción monetaria de la población para acumular capital con la finalidad de redirigir parte del mismo para el financiamiento de Vaca Muerta.
El presidente de la República Argentina, Mauricio Macri, anunció rimbombantemente que, con el desarrollo de la formación de Shale de Vaca Muerta, la Argentina experimentará una “revolución positiva, energética” para “abastecer al mundo”(1), y su cohorte redobló la propaganda con el objeto de tergiversar la realidad en la percepción de la sociedad nacional, haciendo creer que el país va rumbo a transformarse en una potencia energética.
Tal engaño es uno de los tantos que conforman la cadena de mitos que lanza, para consumo social, la administración Macri.
Si bien Vaca Muerta, yacimiento que tiene una superficie de 30 mil km2 y abarca cuatro provincias, tendrá rentabilidad, en modo alguno será la revolución positiva y energética para Argentina, porque son los mega empresarios internacionales, como el magnate británico Joe Lewis, amigo personal del presidente Macri, y los empresarios locales, vinculados, directa o indirectamente, al Poder Global del Dinero, como es el ejemplo de Marcelo Mindlin, otro amigo presidencial, quienes absorberán las mayores tasas de ganancias, siendo Vaca Muerta un negocio vertical, restringido y con automática transferencia directa de divisas al exterior.
Para quienes no tengan conocimiento del asunto, Mindlin encabeza la lista de los empresarios argentinos que más éxito tuvieron desde que Mauricio Macri asumió la presidencia en diciembre de 2015 y comparte sociedades empresariales con Joe Lewis. Los amigos del presidente se recapitalizan, entre otras maniobras y actividades, con los precios y las tarifas exorbitantes y flagelantes que padecen, generalmente, los usuarios residenciales, comerciales e industriales de los servicios de gas y electricidad. Se produce, a la luz del día, una organizada y eficiente extracción monetaria de la población para acumular capital con la finalidad de redirigir parte del mismo para el financiamiento de Vaca Muerta.
La propaganda en ciernes eleva las expectativas de una Argentina potencia energética de la mano de Vaca Muerta, bajo la Administración Macri, pero resulta muy difícil, mejor dicho, es operativamente imposible que ello adquiera realidad, ya que el costo real y final de la productividad le hará perder competitividad en los mercados mundiales, por más que se obtenga inserción en precisos mercados localistas nacionales. Además, el Proyecto Trump y el reposicionamiento geopolítico de los Estados Unidos a través del petróleo, no lo permitirán, en caso de que el actual ocupante de la Casa Blanca se afiance después de 20202 y, más aún, cuando escale más la competencia por el liderazgo global y la hegemonía regional entre USA y China.
Análogamente, se tiene que ponderar la geopolítica energética de la Federación Rusa, la cual, brega, lógicamente, por no perder sus cuotas en los mercados. Son precisamente los recursos energéticos los que hoy, entre otras ventajas, le compensarán a Rusia por algunos perjuicios representados por la pérdida del valor que el rublo está teniendo. Menos aún, resignarán fácilmente sus participaciones en los mercados energéticos Arabia Saudita, Irán y Qatar, sólo por mencionar a un reducido puñado de actores ya consolidados.
Encima, el conflicto agudo a escala internacional entre energías convencionales y verdes no colaborará en la imagen macrista de Vaca Muerta como revolución positiva, energética y abastecedora del mundo.
Por otro lado, es conveniente subrayar que, en la ideación original macrista, Vaca Muerta cumpliría como fuente suministradora de recursos financieros y como aval físico del pago de los intereses de la deuda externa. Más aún, el polo energético ya reviste como garantía de deuda externa ante puntuales acreedores internacionales y es debido a ello que bancas como JP Morgan estimulan su inversión y mantienen sus ojos sobre el yacimiento.
En resumidas cuentas, Vaca Muerta es sólo un negocio en marcha para los amigos, aliados, socios y promotores globalistas de la administración Macri, la cual no cuenta con un Proyecto de País porque sólo aplica indicaciones de las facciones capitalistas transnacionales, estableciendo condiciones, reglas y herramientas para modelar el país conforme al enfoque Mundo 2030.
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