Los análisis generan buenas perspectivas en el mercado internacional, mientras a nivel interno el escape de costos sigue con su erosión. Del mismo modo, el silencio del Gobierno no permite proyectar, con una baja productiva que ronda el diez por ciento.
Estuvo el martes en nuestra ciudad el analista y productor tambero José Quintana, dando una charla en la SRR, sobre perspectivas sectoriales y con el eje puesto en la promoción de la eficiencia productiva. “A nivel internacional tuvimos un pico de precios cerca del mes de mayo, pero en este momento se están ajustando un poco a la baja, pero sobre la base de precios muy firmes que esta semana rondaron los 4.600 dólares la tonelada. El mercado presenta una primavera-verano interesante, que hay que ver si se sostiene, porque por otro lado los precios de los granos están bajando y abarata costos de Europa y Estados Unidos”. En lo local, “salvo que haya una intervención fuerte del Gobierno, la referencia de precios va a estar dada por la cotización internacional”. Por lo tanto, los productores hoy por hoy deberían seguir produciendo, apostar al aumento de volumen, pero con la eficiencia en el cálculo entre lo que se gasta y lo que se genera, mientras se siga dentro del esquema de tambo. Esta recomendación apunta a quienes quieren permanecer y crecer en la lechería, a quienes no estén dispuestos a pagar el alto costo de abandonar el tambo, sus instalaciones y valores añadidos de conocimiento, experiencia, hacienda. En este punto hay que considerar que la demanda internacional es buena, por lo tanto las industrias van a seguir demandando leche cruda para procesar. Lo que recomienda el analista es mirar a la actividad como al vuelo de un avión en una jornada de tormenta. “Se pueden agarrar pozos de aire, caer un poco, volver a subir; y en definitiva mirando la secuencia de tiempo se puede hacer una evaluación positiva del vuelo”. La clave está en el análisis patrimonial, en ese crecimiento que pudo registrar el productor, a pesar que sea una actividad diaria, hay que verla en perspectiva, de manera positiva y sin pensar lo mucho que se podría haber crecido si las condiciones internas lo hubieran permitido en todos los momentos de despegue concreto que se dieron en las últimas campañas. “Vale la pena seguir siendo tambero, es una actividad que apasiona, que conjuga al cariño por la tarea y las posibilidades del negocio en sí”, asegura Quintana, que considera que los precios pagados en dólares seguirán rondando los 40 centavos de dólar, lo cual puede modificarse en la lectura en pesos, pero como simple fruto de la devaluación. Mientras todo sigue andando, el Gobierno nacional sigue ausente. Sin respuestas, ni siquiera vínculos con la lechería, pareciera que a la Subsecretaría de Lechería la hubieran desactivado sobre el final del año anterior. Desde las últimas negativas para dar a conocer los resultados del estudio de competitividad que generó una traducción inversa de la realidad lechera que se pretendía predicar, nada más se supo de los funcionarios, e incluso las cámaras de productores más afines, salieron a disimular el silencio oficial con comunicados llamando a que alguien salga a reconocer, al menos, los colores de las vacas holando. Claro que con las elecciones legislativas de por medio, pareciera que en una semana se detuviera el tiempo para muchas cosas, dejando todo el espacio a las campañas, los anuncios y las ayudas tendenciosas, que poco tendrán que ver con los tamberos, e incluso los industriales, más aún si se tiene en cuenta que es el propio Ministro de Agricultura el que aspira al Congreso de la Nación, como ya sucediera por segunda vez consecutiva incluyendo a Julián Domínguez. Aunque el promedio de pago esté arriba de los dos pesos, los costos devoran la mínima ventaja, porque en las últimas semanas con la suba de los combustibles, la tonelada de alimento balanceado pasó de 1.105+IVA a 1.260 más impuestos, por lo tanto los costos en ascenso no permitirán expansión alguna y así se seguirá acrecentando la deficiencia en el ingreso de materia prima a las industrias, que ya tiene un retroceso del diez por ciento. Algunas voces de la producción dicen “lo que le pasa al trigo ahora nosotros lo venimos padeciendo hace tiempo”; y lamentablemente es así, menos productores, menos materia prima, deterioro y más complicaciones para los consumidores, en todo sentido.
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