Generalmente al consumo de bebidas con azúcar se vincula con el sobrepeso, obesidad, diabetes y otras enfermedades. Los especialistas advierten de la necesidad de implementar medidas para limitar su consumo desde la infancia.
Según dio a conocer una investigación del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), tomar gaseosas, jugos, aguas saborizadas y otras bebidas azucaradas desencadena en Argentina, cada año, 357.000 casos de diabetes en hombres y 282.000 en mujeres, evidenciando la necesidad de implementar medidas para limitar su consumo desde la infancia. Otros factores que contribuyen son el sedentarismo, los antecedentes hereditarios y el bajo consumo de frutas y verduras.
Datos alarmantes teniendo en cuenta que la diabetes, que afecta al 11% de los argentinos según la 4ta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, aumenta las posibilidades de mortalidad prematura, enfermedades cardiovasculares, ceguera, lesiones renales, infecciones, úlceras en los pies y amputaciones, así como incrementa la probabilidad de desenlaces adversos de COVID-19.
Los adultos de Argentina consumen en promedio 85 litros anuales de bebidas azucaradas, incluyendo gaseosas, una de las categorías de productos donde el país se ubica entre los mayores consumidores a nivel mundial. El problema de estas bebidas es que constituyen una fuente importante de calorías sin aportar (la mayoría de ellas) otros nutrientes más que el azúcar.
"Cuando tomamos un té o un café y lo endulzamos, vemos cuántas cucharadas de azúcar ingerimos. En cambio, cuando consumimos gaseosas, aguas saborizadas y jugos en cajita (muchos de los cuales vienen en envases con dibujos de frutas para parecer saludables/naturales), no vemos la cantidad de azúcar que contienen. Una gaseosa regular (no light) de 600ml, por ejemplo, tiene unas 13 cucharaditas de azúcar. Es importante tomar consciencia sobre esa cantidad de azúcar y conocer los potenciales riesgos que tiene su ingesta para la salud", explica la Dra. Andrea Alcaraz, máster en Efectividad Clínica y una de las investigadoras principales de este trabajo.
Asimismo, advierte que lo que la población general sabe de las bebidas azucaradas es solo una ínfima parte de lo que debería conocer. En este sentido, propone: "Hagamos el ejercicio de pensar a esta problemática como un iceberg en el que las latas, botellas, cajitas y sobres de bebidas azucaradas son solo la parte visible. Todo lo que está oculto del iceberg, aquello que no vemos, es lo que sucede en la salud de la población por el consumo de esas bebidas. Esta investigación lo que hizo fue justamente develar lo oculto, visibilizar los casos de diabetes, obesidad, sobrepeso y otras enfermedades que son causados por consumir bebidas azucaradas”.
Además de diabetes, tomar gaseosas, jugos y otras bebidas con azúcar produce en Argentina 514.000 casos de sobrepeso y obesidad en adultos y 774.000 en niñas, niños y adolescentes, una franja de la población particularmente vulnerable porque las preferencias alimentarias se crean en esa edad y luego tienden a sostenerse en el tiempo.
Asimismo, se le pueden adjudicar por año 54.000 casos de enfermedades cardíacas, 29.000 accidentes cerebrovasculares, 34.000 problemas osteomusculares, 21.000 lesiones renales, 16.000 casos de asma y 9.000 de cáncer y otras patologías, concluyó el análisis del IECS. Por todas estas causas, en nuestro país las bebidas azucaradas son la causa de 12 muertes por día en Argentina.
Otro de los efectos del consumo elevado de estas bebidas son las caries, que afectan la integridad dentaria y se suman a la obesidad como factores que pueden derivar en discriminación o falta de oportunidades laborales.
"Se trata de un verdadero problema de salud pública. El sistema de salud gasta $ 55.800 millones de pesos argentinos cada año para la atención de las enfermedades derivadas del consumo de bebidas azucaradas, lo que representa el 2,8% de lo que Argentina gasta en salud", asegura el Dr. Andrés Pichon-Riviere, doctor en Medicina, magister en ciencias y en Epidemiología Clínica de la Universidad de Harvard, director ejecutivo del IECS y uno de los investigadores principales del estudio.
A partir de esta investigación, el equipo de profesionales que la realizó espera que los resultados ayuden a aumentar la conciencia sobre el impacto sanitario y económico del consumo de bebidas azucaradas y constituyan una herramienta útil para que los gobiernos y sistemas de salud puedan definir pronto medidas más efectivas y eficientes para disminuir su consumo.
“El estudio es un llamado de atención para los países y refuerza la necesidad de implementar mecanismos que disuadan del consumo de estas bebidas, incluyendo una mayor carga impositiva, el etiquetado nutricional frontal, la modificación del entorno escolar y la prohibición de la publicidad”, afirmó Pichón-Riviere.
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