Hoy se han utilizado códigos de color para separar los residuos olvidando que el mejor desecho es el que no existe o que si existe debe cumplir con la regla de las 3R. Hablemos de consumo responsable.
Por lo general, cuando se habla del tema de los residuos se hace un enfoque diferencial que parte de la separación en la fuente respecto a un código de colores. El color blanco, se usa para depositar los residuos aprovechables como plástico, vidrio, metales, papel y cartón. El negro para depositar residuos no aprovechables como el papel higiénico, servilletas, papeles y cartones contaminados con comida, papeles metalizados, entre otros. Y el verde para depositar residuos orgánicos aprovechables como los restos de comida o desechos agrícolas, entre otros, según la Resolución 2184 de 2019 del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, que empezó a regir en el 2021.
Sin embargo, para Edwin Andrés Mora, ingeniero ambiental del grupo de investigación Aliados con el Planeta, de la Universidad de Antioquia, ese enfoque puede llegar a ser erróneo porque este es un tema “que va muchísimo más allá de simplemente depositar un residuo en una caneca, es un tema que tiene que ver, más bien, con un contexto más amplio que incluye las formas en las que, como sociedad, estamos consumiendo”.
Lo que plantea el ingeniero para explicar su punto, es que en la actualidad estamos inmersos en una civilización en absoluto consumista, en donde la materia prima por excelencia proviene de los hidrocarburos, entre muchos otros materiales que son difíciles de descomponer y reintegrar a los sistemas naturales, lo cual genera un problema irrebatible y negativo en la naturaleza. Es decir, que se debe pasar de mirar la gestión de los residuos sólidos únicamente desde la separación en la fuente a una mirada más amplia que parta de adquirir una cultura de consumo consciente.
“En todo momento nos están llenando de información que nos lleva a consumir productos que en muchos casos no necesitamos, entonces es importante que nos cuestionemos ese asunto, que miremos qué tanto lo que estamos comprando y acumulando es necesario para la vida, lo cual no significa que haya que dejar a un lado el bienestar o el confort”, explica.
Entonces, lo que hay que hacer según esto es tomarse una pausa y preguntarse si lo que el mercado está vendiendo es esencial para usted y para su supervivencia, y una vez obtenida una respuesta lo siguiente es elegir quedarse con los productos que tengan menor impacto ambiental, y aquí entra a jugar un papel muy importante la regla de las 3R: reducir, reutilizar y reciclar.
¿Cómo funcionan las 3R?
Reducir: está asociada directamente con el hábito del consumo responsable en el que es primordial no caer en la publicidad y en el consumismo desenfrenado. Esta regla invita a hacer una pausa antes de cualquier compra para analizar el impacto que tendrá en la vida propia y en la del planeta.
Reutilizar: cuando se habla de disminuir los residuos al máximo se habla también de la forma en que se puede extender la vida útil de los mismos. Esta regla invita a agotar todas las funcionalidades de los productos o empaques adquiridos antes de que vayan a parar al reciclaje o a un relleno sanitario.
Reciclar: la última regla tiene que ver con la forma en la que se aprovechan los productos después de haberlos usado, “no desecharlo enviándolo a un relleno sanitario, sino disponiéndolo de forma que sus materiales sean reintegrados a una cadena productiva, que es en parte la economía circular”, cuenta Mora.
¿Cómo se gestionan los residuos?
Cuando en el 2022 la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios señaló que en el 2020 en Colombia se disponían 32.580 toneladas/día de residuos sólidos, el entonces ministro de medio ambiente, Carlos Eduardo Correa, dejó claro que en el país ya no se iba a hablar más de “basura” sino de “residuos que pueden ser insumo o materia prima para productos”.
Mora explica por qué: “Cuando se hace una caracterización de los residuos domésticos se encuentra que un 60 % son orgánicos, y los residuos orgánicos en realidad son suelo, por eso cuando uno coge esa materia orgánica y la lleva a un proceso de descomposición, el resultado va a ser abono”.
Un 30 % de esos residuos son materiales como plástico, vidrio, papel, cartón, tetra pak, que podrían haberse reciclado. Y solo el 10 % son residuos ordinarios (“que no tienen un sistema de reaprovechamiento y deben enviarse al relleno sanitario”, según el protocolo para el manejo integral de residuos de la Universidad Nacional).
Si a los rellenos sanitarios solo llegara ese 10 % que debería llegar (el otro 90% es orgánico y reciclable), por su puesto, que los impactos ambientales que hoy aquejan al planeta menguarían de manera notoria “pero eso no lo hacemos —explica el participante del grupo de investigación Aliados con el Planeta—. Hay que implementar procesos que fomenten y creen consciencia sobre este tema, procesos ligados a políticas públicas y empresariales que estén acompañadas de la voluntad de querer cambiar”.
¿Qué se puede hacer para tener hábitos de consumo responsable?
Para Mora la respuesta es sencilla: volver a la naturaleza, conocer sus sistemas, cómo funcionan, cuáles son las interacciones que se gestan, pues de esa forma se pueden tomar decisiones que reduzcan o eviten impactos negativos que repercuten en la salud del planeta. “Cuando entendamos eso, vamos a empezar a hacer nuestro día a día más consciente, prefiriendo productos más responsables y gestionando de manera correcta los residuos que evitamos generar y los que quedan”, apunta.
Si usted quiere llevar una vida más sostenible, puede:
- Comprar alimentos en mercados agroecológicos, mercados campesinos y plazas de mercado.
- Evitar al máximo alimentos ultraprocesados y con muchos empaques.
- Compostar los residuos orgánicos en casa o apartamento si cuenta con un espacio acorde, de lo contrario, coordinar en comunidad cómo gestionar los residuos orgánicos.
- Cultivar alimentos en huertas urbanas.
- Fomentar la creatividad al reusar residuos recuperables con arte ecológico.
- Entregar los residuos recuperables limpios a un reciclador de confianza.
- Tener un uso racional del agua y la energía.
- Promover el uso de carro compartido, transporte público y bicicleta.
- Aportar a la construcción de una cultura ambientalmente responsable con nuestras acciones cotidianas.
- Votar con conciencia ambiental.
Comentá la nota