Por Jorge A. Becerra*
La crisis desatada en la Confederación Argentina de Básquet (CABB) puede considerarse ya dentro de la historia, el problema ahora es ¿cómo seguir?. Vale entonces un breve diagnóstico del problema que suscitó esta crisis para luego plantear algún aporte.
Para empezar tenemos que poner como objetivo fundamental (el que debía haber sido el de la Institución Superior, la CABB): incentivar, promover, conducir y hacer crecer la práctica del básquet, si ponemos otro objetivo estamos hablando de otra cosa.
En los años setenta esta práctica estaba muy desarrollada, en Mendoza por ejemplo, había cerca de sesenta equipos que practicaban la disciplina y en todas sus categorías, incluida la reserva. En Santiago del Estero, otro ejemplo, la densidad de canchas de básquet en la ciudad debió ser la mayor del país, hoy todavía se pueden ver los restos de muchas de ellas. Los clubes tenían una fuerte influencia en las Asociaciones y estas en las Federaciones, los intereses eran los mismos. Los Campeonatos Argentinos eran una fiesta donde todos los años se podían ver nuevos valores surgidos de los torneos provinciales, eran sin lugar a dudas el “Más Argentinos de los Campeonatos”.
La llegada de la Liga de Clubes, de la mano de León Najnudel, mejoró la calidad del juego y de los espectáculos, pero disminuyó la práctica y dispersó las responsabilidades. La creación de la Liga fue como decir, juntémonos los buenos y hagamos un gran espectáculo. Y los juntaron de todo el país a los jugadores, técnicos, árbitros y dirigentes con espíritu empresarial. A los que no entraron les dijeron, mejoren y entran. Las Asociaciones y Federaciones quedaron a cargo de los no tan buenos, y el contagio apareció, todos querían entrar, y todos querían cobrar, los jugadores, entrenadores, árbitros y hasta los planilleros, pero el problema que este era un espectáculo menor y no generaba dinero, también hay que sumar las exigencias de infraestructura, canchas, tableros de vidrio, relojes, etc. Resultado: muchos clubes dejaron la práctica, no la podían mantener.
En cuanto a las responsabilidades, las asociaciones y federaciones (con minúsculas a propósito), disminuyeron mucho su influencia, la principal competencia estaba en manos de la Liga, les quedó solo juntar el seleccionado provincial, tarea no menor ya que debían traer jugadores nacidos en la provincia pero que jugaban en otro lado a causa de la Liga, otra desilusión para los jugadores locales a los cuales se les hacía muy difícil escalar hacia ese premio: el seleccionado. Los Campeonatos Argentinos cayeron porque ahora los intereses de los clubes no estaban en coincidencia con los de las federaciones y los jugadores no veían ningún atractivo en jugarlo.
Con la CABB pasó algo similar, aunque con algo más de suerte, apareció la “Generación Dorada”, (que si bien tuvo inicio en la Liga de Clubes, fue un producto mas bien europeo, ya que la mayoría se recibió de estrella en aquellas latitudes) y el máximo estamento del básquet argentino encontró su objetivo fundamental la selección mayor, sobre ella se subieron y cabalgaron hasta ahora los presidentes de federaciones que son los que conforman la CABB, es decir dejaron de mirar hacia adentro para mirar hacia afuera.
Los dirigentes de la Liga de Clubes advirtieron, tarde, que el modelo de Najnudel era para otra economía de país y se conformaron con poder vender algún jugador a Europa teniendo un torneo que cada vez lleva menos gente y agoniza en la oscuridad. Lo que es inexplicable y quizás no sea culpa de ellos es que la organización que maneja el mejor torneo no esté orgánicamente dentro de ningún estamento del básquet.
Esta es la situación rápidamente planteada, queda ahora el aporte.
Lo principal es hacer coincidir a todos los actores en el objetivo fundamental y fundacional que es la práctica del básquet. Los objetivos económicos son posibles, pero el principal es la práctica y no son contradictorios. Aceptado esto es necesario una reformulación de los estatutos de la Confederación Argentina de Básquet y coincidente con esto el de las Federaciones y Asociaciones.
En la conducción del básquet nacional deben estar todos, los dirigentes de la Liga, los jugadores, los entrenadores, los árbitros, y los dirigentes de clubes que no participan en la Liga. Además de los presidentes de Federaciones que hoy están, aunque deberán validar sus títulos, no tanto por elecciones, sino como verdaderos conductores de torneos provinciales, y digo esto porque hay presidentes que escasamente tiene un torneo de 6 u 8 equipos y tienen el mismo peso que uno que conduce dos o tres asociaciones con más de cuarenta equipos compitiendo. Esta puesta en valor es necesaria y otorgará a la CABB un prestigio que ha perdido.
Esta asamblea permanente deberá fijar el programa para una recuperación de nuestro básquet, rediseñando torneos, modificando reglamentaciones que se adapten a nuestras posibilidades económicas y sociales, no es un trabajo fácil, lo reconozco, pero hay que hacerlo. Hay que restituir la línea de conducción, unificarla.
La Generación Dorada podrá ir o no a España, no es lo importante, ellos ya llenaron de gloria el básquet argentino y ahora han sumado una medalla más a las que ya tienen porque hay que reconocer que la actitud que tomaron para develar esta crisis es una de las más brillantes. Crisis que venía de tiempo por confusión de objetivos y ambiciones desmedidas (económicas y/o políticas) de dirigentes y funcionarios.
El básquet internacional se maneja con otros parámetros que no son los nuestros, si podemos revalorizar lo que tenemos es posible que volvamos a ser una potencia basquetbolística, pero no solamente por los triunfos internacionales sino por la masividad de la práctica.
*Fundador y Primer presidente de la Asociación de Jugadores de Básquetbol
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