Los argentinos nos estamos empobreciendo cada vez más por que estamos financiando a las pymes allende nuestras fronteras justificándonos con que el dinero no alcanza.
CAME es la única entidad que se ocupa del tema y de su consecuencia inmediata: el comercio ilegal.
A mi parecer, hay que sentarse a debatir de una buena vez la definición de COMERCIO VECINAL FRONTERIZO o nos fundidos.
Ingresan todo tipo de mercadería desde Chile, Bolivia, Brasil o Paraguay sin problemas. Pero cuando nosotros queremos vender algo a esos países las trabas y dificultades surgen de nuestra propia normativa y de nuestras autoridades.
Es decir, les protegemos la frontera y el mercado a nuestros vecinos.
Otro justificativo de quienes efectuan sus compras en las localidades fronterizas es que el comerciante argentino vende muy caro.... Y tienen razón.
Pero, pongamos como ejemplo la presión tributaria en Paraguay: 30% contra el 62% en Argentina. A esto sumemos: la diferencia del costo inmobiliario. La sencilla tramitación de habilitaciones comerciales. El fuerte y económico respaldo financiero a los emprendimientos. Y podemos poner una docena más de Items.
Desde siempre, nuestros funcionarios han administrado desde lo intelectual, lo académico, con programas desarrollados a partir de experiencias extranjeras. Y así nos está yendo.
Humildemente, a mi criterio, para reactivar nuestra economía, se debería comenzar a diseñar proyectos propios pero con una calculadora en la mano. Un proyecto que contemple economías regionales, sencillez fiscal, agilización y abaratamiento de los costos financieros y detalles adecuados a cada región del país, que tiene realidades muy distintas.
Hoy, está próxima a reglamentarse la Ley Pyme, que tiene muchos condimentos propiciados por CAME. Una Ley que es muy bienvenida pero incompleta: No contempla beneficios importantes para las Medianas Empresas que han tenido la habilidad de crecer. Están ausentes de todo beneficio las microPyMEs, que en un 90% son monotributistas.
Digo, una economía crece en base a políticas de fomento al consumo, a la fuerte industrialización, a precios y mercados sostenidos para el sector agropecuario, en especial las explotaciones regionales pequeñas, desaliento a las inversiones especulativas financieras y protección al mercado interno de la fuerte invasión de productos extranjeros, limitando las importaciones a insumos industriales, farmaceuticos y tecnológicos que no se producen en el país.
Tiro el guante con la esperanza que algún funcionario lo recoja y, por lo menos, comenzemos con un debate constructivo por el bien de nuestro país.
Comentá la nota