Los insultos que el presidente argentino le propinó a su par Gustavo Petro demuelen lo que quedaba de una diplomacia mal concebida.
Por Marcelo Falak
La pelea personal del presidente Javier Milei con su homólogo colombiano, Gustavo Petro, que puso la relación en peligro de ruptura, es la última muestra de un equívoco de fondo: la de una diplomacia mal concebida, a la que le aplica su modo de construcción de poder doméstico, basado en la antipolítica. El mandatario y Diana Mondino no la ven.
Lanzar diatribas contra "la casta", tratar de corruptos y traidores a políticos que aun así se empeñan en "darle al Gobierno las herramientas que necesita"; embestir contra artistas populares, descalificar a periodistas y tantas cosas que se han hecho habituales desde el 10 de diciembre forman parte de la "batalla cultural" que la ultraderecha le regala a una sociedad que, mayoritariamente, la encumbró para otra tarea: ordenar la economía.
La canciller Mondino, una economista sin formación conocida ni perceptible en política internacional, es, desde ya, corresponsable de un diseño fallido al que el Presidente le suma arrebatos personales destructivos.
Con sus ataques a Gustavo Petro y a Andrés Manuel López Obrador, Javier Milei ha puesto en peligro las relaciones con Colombia y México.
Javier Milei, Diana Mondino y un mundo fuera de foco
Cualquier análisis sobre las posibilidades de incremento de las exportaciones lleva la mirada en primer lugar a China y Brasil –principales socios comerciales del país–; a México, Colombia y otras importantes economías latinoamericanas y a países "de mitad de tabla" que, en muchos casos, son de mayoría musulmana, como Egipto. Todo ese mundo, más que descuidado, es destratado por la ultraderecha gobernante.
Claro, entre los principales socios comerciales de la Argentina se cuenta también a Estados Unidos, pero el potencial no es tan grande en lo inmediato en un mercado que también produce a gran escala, como nuestro país, alimentos, combustibles fósiles y biodiésel –y todo lo demás– y le resulta hostil a una industria mucho menos competitiva.
Lo mismo podría decirse de las inversiones. Una buena relación con China supondría la ventaja de obra pública con financiamiento llave en mano, pero la impronta ultraideologizada del Gobierno no solo provocó una crisis bilateral, sino el freno de proyectos valiosos que estaban en marcha.
Otro tanto ocurre con Brasil –país que desprecia por estar goberando por alguien a quien tilda de "comunista y ladrón"– y su Banco de Desarrollo Económico y Social (BNDES), herramienta que Milei y Mondino decidieron dejar sobre la mesa.
Una de las primeras decisiones de la actual administración fue renunciar al ingreso al grupo BRICS de potencias emergentes, lo que privó a la Argentina de un posicionamiento internacional valioso y de créditos del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD).
Javier Milei y Gustavo Petro: pasos de (tragi)comedia
A las fallas de origen del diseño de la inserción nacional en las relaciones exteriores se suma el problema del carácter del Presidente o, lo que es lo mismo, la concepción errónea de que la furia que le pagó bien en las elecciones para representar a una mayoría social frustrada –y que lo mantiene con buenos índices de popularidad– también funciona a nivel internacional.
Si al mexicano Andrés Manuel López Obrador lo trató –esta vez– de "ignorante", a Petro –exguerrillero del M19– le lanzó un "terrorista asesino" en la última entrevista que concedió a un medio extranjero. Lo primero motivó una réplica de AMLO, pero lo segundo resultó más grave.
Milei afirmó que soy un “ignorante” porque le llamé “facho conservador”.
Está en lo cierto: todavía no comprendo cómo los argentinos, siendo tan inteligentes, votaron por alguien que no está exacto, que desprecia al pueblo y que se atrevió a acusar a su paisano Francisco de ser…
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) March 28, 2024
La decisión de Bogotá de expulsar al personal diplomático argentino puso el vínculo al filo de la ruptura, extremo que salió a desmentir Mondino, a quien hay que reconocerle más pericia para detectar las metidas de pata de su jefe –y contener los daños– que las propias.
"Acá lo que hay es un presidente al que no le gusta lo que dice el presidente de otro país", minimizó la ministra sin aclarar cuál de los dos fue el que dijo y cuál el que reaccionó.
Diana Mondino en ¿La Ves?: "No se rompieron relaciones con Colombia" https://t.co/FGoLCsReyj pic.twitter.com/6bzn0nAYKf
— TN - Todo Noticias (@todonoticias) March 29, 2024
"¡De ninguna manera se han roto relaciones! ¡Por favor!", exclamó, a la vez que resaltó el vínculo entre los pueblos y la importancia de un comercio que tiene mucho para crecer.
Las relaciones no deben ser ideológicas, deben sostenerse en las posibilidades reales de desarrollo.
Y nuestro país tiene en Colombia un socio y un pueblo amigo: en 2022 logramos un intercambio comercial récord llegando a los USD 2.000 millones.
— Santiago Cafiero (@SantiagoCafiero) March 28, 2024
Milei, en tanto, no deja de llenar sus cuentas en las redes sociales de nuevos ataques a Petro y se justifica señalando, como si la política regional fuera un parvulario, "las agresiones que he recibido de modo recurrente por parte de los personajes en cuestión".
¡Ellos empezaron, seño!
Gracias Andres Manuel @lopezobrador_ creo que Milei busca destruir, o al menos aplazar el proyecto de la integración latinoamericana. Hoy el pueblo argentino sufre y la pobreza aumenta. La promesa de Milei de repetir el sistema neoliberal de hace 30 años puede ser un fracaso… https://t.co/dHOcE19hUC
— Gustavo Petro (@petrogustavo) March 28, 2024Ultraderecha e interés de Estado, asuntos separados
A los arrebatos de la antipolítica exterior ultraderechista, a la que también se le escapan algunos detalles en materia de ética pública, se le suman errores de cálculo severos.
La nominación de Alex Wahnish como embajador en Israel resulta un excelente compendio de lo dicho. El hombre, nombrado para un destino importante y muy sensible, no es un diplomático, sino el rabino de cabecera de Milei, alguien que lo orienta en una visión bastante caprichosa del judaísmo.
Su paso por el Senado en busca de confirmación incluyó una pregunta incisiva de Martín Lousteausobre el daño que podría provocarle al reclamo por las islas Malvinas la decisión oficial de trasladar la embajada argentina de Tel Aviv a Jerusalén occidental. Al fin la política acusa recibo de que la Argentina no puede, bajo ningún pretexto, condonar la ocupación de territorios ajenos y su colonización con poblaciones implantadas, tal como ha hecho el Reino Unido en el Atlántico Sur.
Se posterga postulación del pliego de Axel Wahnish como futuro embajador argentino en Israel y se buscarán las firmas en las próximas días, luego de algunos cuestionamientos por parte del presidente de la Unión Cívica Radical y senador, Martín Lousteau. @GugaLusto… pic.twitter.com/GaVgmZsqo3
— Agencia AJN (@AgenciaAJN) March 21, 2024
Wahnish explicó que la sede no se instalaría en la parte oriental de la ciudad, ocupada por Israel en 1967 y cuya soberanía reclama la Autoridad Palestina. El problema es que el Estado judío declaró en 1980 a toda la urbe como su capital "única, eterna e indivisible", por lo que hacer pie en ella, aunque sea en el sector occidental, implica convalidar un statu quo deplorado por la abrumadora mayoría de la comunidad internacional, incluso de la parte a la que se abraza el Gobierno. Finalmente, para evitarle al jefe de Estado el mal trago de un bochazo a su rabino, Mondino le dio garantías al Senado –lamentablemente, solo verbales y reservadas– de que el traslado de la embajada quedaría congelado.
Los curiosos alineamientos de Javier Milei
Milei ha pergeñado un alineamiento con Estados Unidos, Europa y "el mundo libre". Argentina comparte valores con esas naciones, pero eso no fundamenta la conveniencia de defenestrar otros vínculos valiosos, más cuando Mondino justifica el rumbo en base a consideraciones de comercio e inversión. Si eso fuera cierto, sería una excelente excusa.
Javier Milei y Joe Biden mantienen una relación de afinidad, pero pesa sobre ese vínculo la sombra de Donald Trump.
Lo que manda, otra vez, es la sobreideologización y no un cálculo de interés nacional. Tanto es así, que Milei denuesta por igual, como lo hizo en Davos, a "comunistas, fascistas, nazis, socialistas, socialdemócratas, keynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas y globalistas". ¿Qué diría de semejante ensalada César, por caso, el jefe de Gobierno socialdemócrata de Alemania, Olaf Scholz?
Mientras, en España –otro país clave para la Argentina y puerta de acceso a la Unión Europea–, el presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, hace la vista gorda a los arrumacos del argentino con el líder ultraderechista de Vox, Santiago Abascal, que viene de casi incitar a una rebelión contra las autoridades.
.@Santi_ABASCAL ahí volveré a estar con Ustedes querido AMIGO...!!!
VIVA LA LIBERTAD CARAJO...!!! https://t.co/DStUgo9m5X
— Javier Milei (@JMilei) March 29, 2024
Más delicado todavía, si cabe, es lo que el presidente hace con Estados Unidos, su faro. Los ataques de la campaña argentina a Joe Biden afortunadamente han cedido, pero no así su empecinamiento en meter la mano donde no corresponde.
Mientras el demócrata pelea –incluso en desventaja– con el republicano Donald Trump de cara a la elección de noviembre, Milei no deja de orbitar alrededor del republicano. "Él me ama y yo lo amo", ha dicho este.
Por definición, una política exterior no puede ser una antipolítica. El mundo no debe pensarse dentro de los límites de una baldosa.
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