Conversó animadamente en la Casa Rosada, pero no quiso responder preguntas
Relajada, sin maquillaje, con enormes gafas oscuras y arropada con un grueso saco de lana de tejido artesanal, Cristina Kirchner pasó ayer por la sala de periodistas de la Casa Rosada y abandonó por un momento el reposo que la tuvo toda la semana sin actividad por un cuadro gripal.
"No los quiero contagiar", se atajó apenas entró y evitó los besos, pero se quedó unos diez minutos para conversar en tono ameno con la prensa acreditada. Había postergado para hoy su partida a Bariloche, adonde iba a viajar ayer por la tarde, porque los médicos le recomendaron que durmiera en la quinta de Olivos y llegara directo para la celebración del 25 de Mayo, en la que dará un discurso por cadena nacional. Ayer, la Casa Rosada ya celebraba de antemano la fecha patria desde el edificio de YPF, en Puerto Madero, iluminado con los colores de la bandera argentina.
Sin aceptar preguntas, Cristina Kirchner dio una definición tajante de cómo creía que debía circular la información oficial, en momentos en los que es cada vez más restrictivo el acceso a la agenda gubernamental. "Para información oficial están mis discursos. Yo no voy a hablar contra mí misma", sostuvo la Presidenta cuando, después de que ella preguntó qué les hacía falta a los acreditados, se le requirió por el acceso a la información.
Recorrida distendida
La presencia de la Presidenta en la sala fue casual, mientras recorría las obras de remodelación del palacio de gobierno. Quiso chequear en persona los muebles que la semana pasada había llevado el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, para cambiar los viejos escritorios que los memoriosos recuerdan que estaban desde la década del 70.
Distendida, la Presidenta contó que seguía muy congestionada y culpó por la gripe al cambio de clima por su paso por Angola, la semana pasada. Fiel a su estilo, Cristina habló casi todo el tiempo. Así, contó que ella misma había pedido visitar el monumento con el que se rinde homenaje a las mujeres angoleñas que lucharon por la independencia del país africano.
En su charla concentrada en Angola, la jefa del Estado hizo una defensa de los años de gobierno del presidente José Eduardo dos Santos, que está en el poder desde 1979. Cuando se la interrumpió para destacar que el presidente llevaba 32 años en el cargo, Cristina Kirchner reiteró tres veces que en septiembre próximo habrá elecciones y justificó la permanencia en el poder de Dos Santos por los años de la guerra civil angoleña que terminó en 2002.
Mientras recorría la sala para ver el nuevo mobiliario se despachó con algunas ironías. Siguiendo a Parrilli, que la acompañaba, dijo que los redactores, si escribían "correctamente" sobre el Gobierno, cuando sus textos llegaban a las redacciones eran modificados. Después se negó a enviar un televisor más a la sala por considerar que con uno era suficiente. "Si todos los canales muestran lo mismo", se quejó.
Cristina también fue inflexible a la hora de habilitar a los medios, al menos, su agenda de todos los días. "La cambiamos todo el tiempo. Si la informamos después ustedes dicen que es por una interna o cualquier cosa", se excusó. Desde que varios actos fueron cancelados por la lipotimia de la Presidenta, sus actividades diarias dejaron de informarse.
La jefa del Estado no dio lugar a ninguna pregunta. Cuando se había acomodado relajadamente ya sobre una mesa y se entusiasmaba hablando sobre la historia trágica de Angola, el decano de la sala, Roberto Di Sandro, le pidió su opinión sobre las medias con la leyenda "Clarín miente" que se repartieron a los niños en Luanda. "Yo uso éstas", lo cortó Cristina. Se levantó la botamanga del pantalón y mostró sus panties negras. Suficiente. Se levantó y se fue. Al grito de los periodistas sobre qué pasará con el dólar, siguió camino a su despacho..
Comentá la nota