La policía de la provincia de Formosa en un operativo de rutina le pidió los documentos a un par de jóvenes, uno de ellos tenía, el otro no. El que no tenía demorado por averiguación de antecedentes.
Al otro día cuando fueron a buscarlo con la abuela, la policía les informó que lo habían trasladado a la Comisaría del Menor situada en el barrio de Villa Jardín.
Preocupados, iniciaron los trámites para sacarlo de allí pues se acercaba el día de la madre.
Nada hacía prever que cuatro días después ocurriría en ese lugar, “la mayor y más grave violación a los derechos humanos de la historia argentina en época democrática” como manifestó el abogado querellante de la causa en ese momento.
El 16 de octubre de 1989, en la Comisaría del Menor de Formosa, Argentina, mueren carbonizados, por un incendio en su celda de 3 por 3 metros, 8 menores, entre 12 y 17 años de edad, entre ellos Ángel Moreno que fallece luego de ser trasladado a un centro de quemados en la república de Paraguay.
Marcelo Moreno en diálogo con El Comercial recordó que ese día se enteró por FM Tropical que informaba que debido al calor reinante se había producido un incendio en la Comisaría del Menor.
“Cuando llego al Lote 4, lo primero que veo es el cuerpo de uno de los chicos de apellido Dañacón que habrá tenido 10 o 12 años y que quedó reducido al tamaño de un brazo, todo carbonizado” expresó.
Agregó además que en ese momento le dijeron que su hermano había sido derivado a la “Cuarta” pero finalmente lo encontró en la terapia intensiva del Hospital Central.
En ese nosocomio también encontró a otro de los chicos, Víctor Sanabria, quien falleció a las dos de la madrugada.
Él no pudo reconocer a su hermano debido a las quemaduras. “Lo trasladaron al Hospital de Capiatá en Paraguay pero nunca entendí porque lo llevaron ahí y no a Buenos Aires”.
En ese momento el gobernador era Vicente Joga, el vicegobernador Gildo Insfrán, el ministro de gobierno, Wilfrido Samudio Godoy, la ministra de Acción Social a cargo de la Dirección de Minoridad era Adriana Bortolozzi de Bogado y el Juez de menores que luego fue removido de su cargo por un jury de enjuiciamiento fue Héctor Gallardo.
Fernando Gauna, el secretario del entonces Juez Héctor Gallardo fue el único que en su momento contó la verdad sobre los vejámenes a los que eran sometidos los menores en esa Comisaría, “Eran obligados a tener relaciones sexuales con una perra que andaba dando vueltas por ahí” expresó Moreno. “Los hacían pasear desnudos, los metían en el agua con el frío, torturas todos los días”.
Dijo además que se hicieron muchas conjeturas pero que uno de los chicos le contó que: “La celda en donde se desató el incendio, era donde estaban todos los chicos durmiendo y no se sabe si fue la policía que tiró algo para que se prenda fuego y se quemen los testigos de las aberraciones que se cometían ahí”.
Entre otras cosas resaltó que: “Por ahí lo que más te duele es que vos escuchás a nivel nacional y en los medios locales se habla de la memoria con hechos de la dictadura, que es muy bueno que se recuerde porque han “borrado” a toda una generación. Pero esto también tendría que recordarse y no tendría que partir únicamente de los familiares” dando a entender que el responsable de la “memoria” debería ser el estado provincial.
“Para mi sigue siendo un hecho de lesa humanidad” afirmó Moreno pero dijo que en muchas oportunidades lo hicieron desistir de reimpulsar la causa.
En referencia a los organismos de derechos humanos que funcionaban en ese momento dijo que: “Hicieron algo hasta un punto, después nada porque algo hubo en el medio”.
Recordó al padre Delis Luque como la persona que los acompañó en todo momento.
El maltrato con los menores sucedía en casi todos los organismos, “no nos olvidemos que mi hermano estaba detenido por no tener el documento con él” dijo Moreno, “no estaba por haber robado o haber matado”.
También hubo conjeturas con respecto a la muerte de Ángel, “mi hermano falleció 24 horas después de viajar y en realidad el no estaba tan mal pero no tengo pruebas para afirmar otra cosa” expresó el hermano.
“Hoy nadie recuerda a mi hermano, claro porque los muertos no votan. Eso duele”.
Ángel Moreno quería ingresar a la Armada y ya había hecho los trámites, pero al igual que otros pibes con sueños, como Víctor Sanabria, Roberto del Valle, Gustavo Rodríguez, Agustín Rodas, Edgardo Benítez, Walter Aguilar, y Luís Dañacón fueron víctimas de vejámenes, torturas y finalmente muertos en un lugar que nunca debió existir.
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