El ministro de Seguridad se mostró con el gobernador. Inauguraron un laboratorio y la nueva sede de la PFA. Vínculo renovado tras la crisis por las amenazas narco a Messi.
Por Lucio Di Giuseppe
Mientras el escándalo por la agresión a Sergio Berni acaparó el protagonismo de la agenda nacional, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, pasó por Rosario para sellar la paz con el gobierno provincial tras la máxima tensión que había atravesado ese vínculo hace poco más de un mes, a raíz de las amenazas narco a Lionel Messi. El funcionario albertista encadenó varias actividades acompañado por su par local Claudio Brilloni, a las que durante la tarde se sumó el propio gobernador Omar Perotti. En todas, la línea directriz fue la misma: la Casa Rosada no se olvidó de la crisis de (in)seguridad santafesina.
El ministro desembarcó en el sur santafesino tras verificarse una pequeña merma en los homicidios producidos en el departamento Rosario en marzo. Mientras que hubo 26 crímenes en enero y 31 en febrero, según el Observatorio de Seguridad Pública, las estimaciones periodísticas arrojan 22 homicidios doloso durante marzo, totalizando 79 en el primer trimestre del año. La baja, sin embargo, no alcanza para dar un buen panorama en la perspectiva interanual: en marzo de 2022 hubo 13 homicidios, sumando 61 en el primer trimestre de ese año.
La frenética jornada de Fernández comenzó en San Lorenzo, donde participó de una quema de doce toneladas de precursores químicos, un tipo de actividad del que hizo uso y abuso su antecesora en el cargo, Patricia Bullrich. Después, se dedicó a anunciar lo que más pide el gobierno santafesino: recursos. Así, ungió a la nueva jefa de la Policía de Seguridad Aeroportuaria de Rosario, Valeria Paolino; inauguró la nueva sede de la agencia regional de la Policía Federal en el macrocentro de la ciudad; y presentó el nuevo laboratorio de telefonía forense y pericias balísticas de la PFA.
“Mi primera reunión en el cargo fue con Perotti”, dijo el ministro en una entrevista exclusiva que le dio El Tres TV, cuando le preguntaron si había subestimado la situación. Allí, el funcionario valoró que “en 2022 detuvimos a 2077 personas” y que “el dinero que se gasta en Rosario lo pone la Nación, porque cuando asumí le dije al presidente que no quería perder tiempo en discusiones por plata con la provincia”. “Venimos trabajando muy fuerte pero en la superficie no se ve, porque lo hacemos con inteligencia criminal. Si no, sería como ir a espiar y mover la rama”, afirmó.
Fernández explicó en parte la crisis en seguridad relacionándola con las acciones que llevan adelante las fuerzas de seguridad: “Uno de los cuatro ministros que tuvo la provincia en una reunión nos dijo que a cada acción vamos a tener reacción”. En ese sentido, resaltó los allanamientos en las cárceles y sostuvo que “un teléfono en la cárcel sale 100 mil pesos, no es nada para los narcos, hay que buscar otro mecanismo para evitar que los utilicen”. Mensaje para el Servicio Penitenciario que no depende de su ministerio y apoyo indirecto al reclamo para instalar inhibidores de señal en las cárceles.
Tanto en la base como en el laboratorio, el ministro fue acompañado por un Perotti que, con cautela, esta vez desplegó un tono amable hacia el ministro con el que semanas atrás mantuvo fuertes cruces de declaraciones: “Hoy hay hechos y necesitamos que estos hechos sigan”, valoró el gobernador, para quien actos como los de este martes en Rosario reafirman “la posibilidad real y concreta de seguir todos los días sabiendo que esta presencia (de la Nación) es permanente y no ocasional, y que tiene que ser creciente”. Sin embargo, Perotti no se quedó ahí y aprovechó para pedir por la ley de fortalecimiento de la justicia federal en Rosario, cuyo tratamiento fracasó la semana pasada por falta de quórum por parte de la oposición.
Parece mentira que la buena sintonía de hoy se dio entre los mismos actores que poco tiempo atrás se tiraban con munición gruesa. La amenaza a Messi y la rebelión popular transmitida en vivo y en directo para todo el país desde barrio Los Pumitas por el asesinato de un niño de once años había llevado el vínculo entre la Nación y la Provincia a un punto crítico, con Aníbal atribuyéndole la responsabilidad a Perotti y el gobernador respondiendo que lo habían abandonado y pidiendo, vía su alter ego Roberto Mirabella, la renuncia del titular de la cartera nacional de seguridad.
Tras algunos contactos de bajo perfil y obligado por la reacción del presidente Alberto Fernández, el incendio se apagó con el envío de fuerzas federales y un acto en el destacamento permanente de Gendarmería con presencia de Perotti, Fernández y el intendente rosarino Pablo Javkin. Allí, el ministro bajó la guardia y hasta se mostró algo dubitativo, quizás groggy por la desautorización presidencial.
Ahora, un mes después y con la situación algo controlada, volvió a asomar su conocida faceta de killer mediático: cuando el periodista Sergio Roullier le reclamó que las fuerzas federales hacían controles vehiculares, Fernández le dijo que él no le dice “como tiene conducir su programa” y que al periodista “un bonsai le tapa el bosque”. En otro momento, se enojó y volvió con una de las declaraciones que habían tensado la situación con el gobierno local: “Hace 20 años pasa esto acá, no me lo carguen a mí”.
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