El controvertido mandatario ganó con el 74,46% de los votos en una cuestionada elección.
El controvertido mandatario José Eduardo Dos Santos ganó con el 74,46 % de los votos las elecciones presidenciales de Angola, duramente cuestionadas por falta de transparencia, y así logra su aspiración de perpetuarse en el cargo en este castigado país africano de la costa oeste donde la desigualdad y el nepotismo van de la mano.
Dos Santos detenta el cargo desde 1979 con su Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA). En estos 33 años de gobierno ejerció un dominio absoluto, desarticulando a la oposición y colocando a familiares en el control estratégico de puestos oficiales. Esto llevó al país a un altísimo nivel de corrupción.
Los resultados provisionales, escrutado más de 60 % de las urnas, dejan en un lejano segundo lugar al ex grupo rebelde UNITA, con 17,94% de los votos. A estas elecciones se llegó después de la reforma constitucional de 2010 donde se eliminó la elección directa del presidente. Ahora el candidato que encabeza la lista del partido que gana las elecciones se convierte en el jefe del Estado. Esto le permite a Dos Santos gobernar por otros cinco años más.
Desde la oposición se cuestionó el desarrollo de los comicios. El líder de UNITA, Isaías Samakuva, anunció que los impugnará. Elías Isaac, de OSISA, una organización defensora de las prácticas democráticas, sostuvo que en Angola “no hay transparencia, no hay credibilidad en el proceso electoral. El país tiene un sistema que es controlado por un solo hombre”.
Angola, país elegido por el gobierno argentino como socio comercial en Africa, tuvo un boom económico con la explotación petrolera y de diamantes que permitieron un veloz crecimiento entre 2002 y 2008, pero a costa de una enorme desigualdad. Mientras una élite acaparó las riquezas de la región, bolsones de pobreza crecieron alrededor de su capital: el 55% de la población del país vive en la miseria.
En esta dura realidad económica se apoyó Dos Santos para ejercer un poder monolítico, con fuerte control de los medios de comunicación, que durante la campaña le fueron de gran utilidad.
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