La exalcaldesa del DF es amplia favorita para ganar la elección de este domingo. Otro test para las transiciones en el progresismo y prueba para Javier Milei.
Por Marcelo Falak.
Todo indica que Claudia Sheinbaum, una científica de 61 años fiel a Andrés Manuel López Obrador, se convertirá este domingo en la primera mujer en llegar a la presidencia de México, la segunda economía regional. De eso depende la consolidación del eje progresista en América Latina, una nueva chance para los herederos de procesos de esa tendencia y el modo en que Javier Milei reaccionará a la novedad.
Al cabo de una campaña que se cobró las vidas de 24 postulantes de diferentes niveles –el último, Alfredo Cabrera, quien buscaba una alcaldía en el estado de Guerrero, fue asesinado en un acto público–, las encuestas le sonríen al oficialismo.
Además de la presidencia, estarán en juego 500 diputaciones, 128 senadurías, los gobiernos de nueve estados y unos 20.000 cargos locales.
Este 2 de junio, vamos a hacer historia.
¡Viva la Cuarta Transformación!
¡Viva el presidente López Obrador!
¡Viva México, Viva México, Viva México! pic.twitter.com/ZrgoH18kNa
— Dra. Claudia Sheinbaum (@Claudiashein) May 30, 2024
Sheinbaum, de origen judío pero refractaria a toda identificación religiosa, supera en las encuestas a su rival de centroderecha, la exsenadora de ascendencia indígena Xóchitl Gálvez, por un margen de 53% a 36%.
Física de formación y con un doctorado en Ingeniería Ambiental, fue parte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas (IPCC) que obtuvo en 2007 el Premio Nobel de la Paz.
Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador: afinidad política y diferencias de carácter.
En el plano político, se caracterizó desde su juventud por la militancia de izquierda y, más recientemente, por una cercanía a AMLO que la llevó entre 2018 y 2023 a la alcaldía de Ciudad de México y a imponerse al excanciller Marcelo Ebrard en la primaria presidencial del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), pilar de la alianza Sigamos Haciendo Historia.
Javier Milei, López Obrador y el Club de la Pelea
Exponente de lo que en este tiempo de identidades difusas se conoce como "izquierda", Sheinbaum hizo campaña prometiendo honestidad y distancia de los poderes económicos; énfasis en la asistencia social, pero con austeridad administrativa y equilibrio fiscal; abordaje de contención social contra el estrago del narcotráfico; defensa de las libertades públicas y lucha contra las desigualdades de género, y protección del medio ambiente.
Como seguidora de López Obrador, se ofrece para encarnar la segunda fase, hasta 2030, de la Cuarta Transformación, esto es una política de cambio que se asume como conclusión de las anteriores: la independencia de España, la etapa llevada adelante por el presidente Benito Juárez entre 1858 y 1861, y la Revolución Mexicana triunfante en 1917.
Con ese sesgo ideológico, ¿cómo sería la relación con la Argentina de Milei?
Los roces entre el ultraderechista y AMLO han sido permanentes.
El primero se produjo antes de la primera vuelta presidencial del año pasado, cuando el anarcocapitalista calificó al mexicano en una agresiva entrevista como parte de un grupo de dirigentes "que buscan instalar la Unión Soviética Latinoamericana".
La respuesta llegó en noviembre, antes del segundo turno, cuando López Obrador respaldó abiertamente a Sergio Massa y tildó a Milei de "facho (…), ultraconservador que está hasta en contra del papa".
A continuación, llegó el turno del argentino, que trató al izquierdista de "ignorante" –mote que le repitió en marzo último–, y la devolución de este.
Milei afirmó que soy un “ignorante” porque le llamé “facho conservador”.
Está en lo cierto: todavía no comprendo cómo los argentinos, siendo tan inteligentes, votaron por alguien que no está exacto, que desprecia al pueblo y que se atrevió a acusar a su paisano Francisco de ser…
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) March 28, 2024
Mucho. ¿Aflojará la tensión si se confirma que AMLO será reemplazado no sólo por una izquierdista, además de mujer y científica? El estilo de Sheinbaum podría ayudar, dadas las diferencias con un mentor conocido por sus diatribas contra la prensa y la dirigencia política tradicional.
México y Argentina en la era de Javier Milei y Diana Mondino
El gobierno paleolibertario le ha impuesto al país un diseño fallido de relaciones exteriores, el que, a decir del Presidente y de la canciller Diana Mondino, se basa en el alineamiento con Estados Unidos, Israel y las "democracias del mundo libre" porque, supone, el mundo emergente no tiene nada que ofrecer en términos de comercio e inversión.
La definición es una colección de curiosidades. Primero, el alineamiento con Israel en torno a la guerra en Gaza ha puesto a la Argentina en una posición diferente de la más cauta de la administración de Joe Biden. Segundo, la pelea personal entre Milei y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, desmarcó al país en relación con los 27 países de la Unión Europea. Tercero, la asistencia del mandatario a la reasunción de Nayib Bukele en El Salvador no tendría demasiado que ver con esas democracias que se ponderan. Cuarto, y mucho más relevante, la estructura del comercio exterior argentino, que cuenta a Brasil y China como dos socios principales, desmiente esa idea antojadiza.
México, un país de 127 millones de habitantes, segunda economía de América Latina y duodécima del mundo, tendría mucho para ofrecer si la diplomacia nacional no estuviera tan desperfilada.
De acuerdo con datos del INDEC, México no aparece entre los principales mercados de exportación del país y figura octavo entre las fuentes de importaciones.
Sin embargo, el monto del intercambio es demasiado modesto: 2.088 millones de dólares el año pasado, y una participación nacional en las compras externas mexicanas de apenas 0,19% del total.
Si se quisiera, habría allí mucho por ganar.
Lula y Dilma, Cristina y Alberto… ¿AMLO y Sheinbaum?
Un triunfo de Sheinbaum consolidaría una suerte de eje progresista entre los dos principales países latinoamericanos: México y Brasil. La Argentina, todo lo indica, seguirá ensimismada en una "batalla cultural" que privilegiará los posicionamientos ideológicos por encima del interés nacional.
Más allá de eso, su eventual arribo al poder recrearía un problema que ha atravesado todo lo que se ha denominado como progresismo en la región: la dificultad de sus principales referentes de dar lugar a continuidades a través de nuevos liderazgos.
Como se sabe, el reemplazo de Luiz Inácio Lula da Silva por Dilma Rousseff no fue precisamente virtuoso y derivó en la destitución de la segunda y el ascenso de Jair Bolsonaro. Recién el año pasado el primero logró regresar al poder tras una saga de juicios por supuesta corrupción y proscripciones que lo llevó al borde de la desaparición política.
En Argentina, el turno de Alberto Fernández secundado por Cristina Fernández de Kirchner tampoco resultó satisfactorio y derivó en otro triunfo de la ultraderecha regional.
El carácter volcánico de Andrés Manuel López Obrador ha sido el complemento perfecto de la irascibilidad de Javier Milei.
La sucesión de Rafael Correaen Ecuador tampoco dio en el blanco, la llevada a cabo entre Evo Morales y Luis Arce es conflictiva y ni que hablar de lo que dejó el tránsito de Hugo Chávez a Nicolás Maduro. ¿Rompería Sheinbaum con esa maldición cuando su popularidad es hija, en buena medida, del 66% de aprobación que AMLO registra en las encuestas?
México, ¿espejo de la Argentina?
Todo dependería, claro, de la gestión y eso no es sencillo.
López Obrador prometió lidiar con la violencia del narcotráfico a través de un enfoque que atendiera sus causas profundas, esto es la inequidad social, y no en base a uno militar. Sin embargo, el problema sigue allí, con una tasa de homicidios altísima, de 25 cada 100.000 habitantes. Desde su llegada al Palacio Nacional se produjeron casi 190.000 asesinatos.
Por otro lado, la economía crece modestamente. Este año superaría la media regional con una proyección del 2,5%, pero el sexenio que culmina ha sido un tanto decepcionante. El crecimiento del producto bruto interno se ha limitado al 1% anual promedio, dato que sólo relativiza el golpe que significó la pandemia en 2020. En tanto, AMLO deja un desequilibrio fiscal de casi 6% del PBI, algo que su eventual sucesora promete corregir.
Así responde una economía ampliamente integrada en lo comercial y lo productivo con Estados Unidos y Canadá tras 30 años de vigencia del tratado ahora conocido como T-MEC.
López Obrador se jacta de haber triplicado la inversión social y, con eso, haber reducido la pobreza al 37% hacia fin del año pasado, en comparación con el 41,9% de 2018. En tanto, la pobreza extrema siguió oscilando en el período entorno al 7%.
Pareciera quedar claro que, más allá de ponderables políticas sociales, sin mejoras de fondo en la estructura de distribución del ingreso de los países, el aumento del comercio exterior no derrama por sí mismo en bienestar.
Tal vez México sea un buen espejo para la Argentina de esta etapa.
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