Mientras el kirchnerismo sigue siendo la primera fuerza nacional, perdió en los cinco distritos más importantes: Cobos, Binner y Carrió se posicionan de cara al 2015; al igual que Massa y Macri.
Si se observan los resultados, se distingue a primera vista tres grandes ejes: los ganadores desde la oposición, los perdedores y los que se posicionan en el oficialismo de cara a 2015.
En el primer grupo se ubican tres espacios políticos. Por un lado, el Frente Renovador de Sergio Massa, que desde el peronismo opositor le arrebató la Provincia al kirchnerismo y al sciolismo unidos en una cruzada conjunta. Fueron más de 3 millones y medio de votos, que redundan en algo más del 43% del padrón de votantes de una provincia que abarca el 37% de la elección nacional.
En ese mismo espacio -el del peronismo disidente-, podrían añadirse la buena performance del dúo Juan Manuel de la Sota y Juan Schiaretti en Córdoba, que cosecharon el primer lugar con un 26% de los votos. Si bien no es un triunfo aplastante ni mucho menos (el radical Oscar Aguad quedó con el 22% y poco más abajo el FPV y el PRO, que cosecharon sus bancas), puede tener su peso si se piensa en un armado peronista opositor de cara a 2015, que incluya a otras figuras que ya han dialogado con Massa, como Carlos Reutemann y Roberto Lavagna.
En el segundo pelotón de ganadores está el espectro del Frente Progresista que nuclea, bajo diferentes nombres o incluso alianzas según la provincia, a la Unión Cívica Radical, el Partido Socialista, la Coalición Cívica, el Proyecto Sur y otras agrupaciones menores. Traducido en nombres y datos concretos, hay tres grandes puntales de ese resurgir: Julio Cobos, que obtuvo el 48% de los votos en Mendoza y revitalizó a la UCR; Hermes Binner, que con el 42% dejó lejos al PRO y al FPV en Santa Fe; y Elisa Carrió, que en diputados porteños casi alcanzó al hasta aquí imbatible PRO con el 32%. Si entre ellos logran ratificar una alianza, a la que se le añade el regular desempeño de Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín en territorio bonaerense –pero que reportan más de 1 millón de votos- pueden forjar un espacio fuerte para lo que viene.
Un poco más atrás –por los votos en todo el territorio nacional pero no por su temprano lanzamiento- emerge la figura de Mauricio Macri. El PRO renovó su amplio dominio en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero a pesar del casi 40% de votos que cosechó Gabriela Michetti, aún no acaba de asentarse en algunos distritos claves. En Provincia, por ejemplo, fue detrás del massismo –con quien se peleó incluso antes de la elección- y tiene el desafío irrenunciable de construir su propio espacio local. Lo mismo ocurre en Mendoza, donde las tres fuerzas que lo apoyaban quedaron muy lejos de obtener una banca. Además, la emergencia de UNEN quebró la tradicional polaridad entre el PRO y el kirchnerismo en Ciudad y dispersó aún más el siempre cambiante electorado porteño.
Sí ha logrado asentarse en Santa Fe, donde Miguel Del Sel renovó su buena performance y obtuvo hasta tres bancas con el 27% de los votos; en La Pampa, donde el ex futbolista Carlos Mac Allister obtuvo una banca con el 20%; y en Córdoba, donde el ex árbitro Héctor Baldassi conquistó la suya con el 14% de los sufragios. Sumado a los dos escaños porteños en el Senado, quizás puedan augurar un refuerzo de las aspiraciones presidenciales del macrismo. Lo que seguro comenzó ayer es la disputa por el sillón que ostenta Macri: Michetti tiene competencia en el jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta.
Por último, entre los ganadores -ya no se puede hablar de sorpresa-, está el Frente de Izquierda y los Trabajadores, que acrecentó la buena elección de las PASO con un 40% más de votos. Llega de esta forma a su primer bloque histórico de 3 diputados nacionales –Néstor Pitrola (Buenos Aires), Nicolás del Caño (Mendoza) y Pablo López (Salta) y disputará hasta el último recuento la entrada de Liliana Olivero por Córdoba, quien con el 96% de los votos escrutados está quedando afuera por apenas mil votos de diferencia. Además, quedaron a muy pocos votos de acceder a una banca Jorge Altamira (CABA) y Myriam Bregman (Buenos Aires). El FIT obtuvo también bancas en legislaturas provinciales y concejales en decenas de lugares.
Entre los perdedores, ese segundo pelotón un tanto más incómodo, el más resonante fue el derrumbe de Francisco de Narváez, que hace solo 4 años se impuso en las elecciones legislativas ante el ex presidente Néstor Kirchner y en esta elección no solo cayera al 5,4% -casi empatado con Pitrola- sino que además lo hiciera desde un 11% que había cosechado en las PASO. Es decir que perdió más de 500.000 votantes en solo dos meses.
Un poco más abajo en la escala de derrotas emergen algunos nombres sueltos –como Daniel Filmus, que pasó a un tercer escalafón en la Ciudad;- o colectivos: el FPV perdió en los 5 distritos más importantes del país: Provincia de Buenos Aires, CABA, Mendoza, Córdoba y Santa Fe, que juntas representan el 70% del electorado nacional.
Sin embargo, el kirchnerismo ha salido indemne en su composición parlamentaria –incluso creció de 115 a 120 diputados propios en Diputados que eleva a 131 con aliados y sostuvo las 11 bancas del Senado que ponía en juego- y continúa como la primera fuerza electoral del país: 7,5 millones de votos sobre los 5.4 millones del Frente Progresista (UCR, PS, UNEN y aliados), 3,9 millones del Frente Renovador, 2 millones del PRO, 1,2 millones del FIT.
De esta forma, y siempre caída la idea de una re reelección presidencial, queda planteada la búsqueda de una figura capaz de aglutinar a ese caudal de votos del kirchnerismo. Si el gobernador bonaerense Daniel Scioli también tiene su cuota de responsabilidad en la derrota de Martín Insaurralde –se jugó al 100% en la campaña- y además muchos sectores internos que lo resisten, habrá que prestar atención a aquellos paladines provinciales que sostienen sus territorios a fuerza de votos: Jorge Capitanich, que ganó con el 60% en Chaco; Sergio Uribarri, que obtuvo el 47% en Entre Ríos; o incluso Miguel Ángel Pichetto, que conquistó el 50% en Río Negro.
Pasó el 27 de octubre y, con los números puestos, cada fuerza sacará sus conclusiones. La mira está puesta en la sucesión presidencial. Todos hacen sus apuestas.
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