La falta de acuerdo sobre la metodología de elección de los candidatos –PASO o lista de unidad– tensa el panorama del oficialismo. Cuáles son las opciones.
Por Gimena Fuertes
El Frente de Todos que nació en 2019 ya no existe más como tal. Recién en marzo habrá que armar un sello electoral nuevo, pero por ahora no se sabe cuáles serán esas fuerzas políticas. Es que la falta de acuerdo sobre la metodología de elección de candidatos persiste en el peronismo y si no se resuelve se evalúan escenarios rupturistas. Mientras que Alberto Fernández insiste con las PASO, el kirchnerismo sugiere lista de unidad y en la carrera presidencial aparece –o siempre estuvo– Daniel Scioli.
En el círculo político más cercano a Alberto Fernández analizan tres escenarios. Dentro de una opción más rupturista, ven que el presidente puede representar a todo el peronismo no kirchnerista. Aunque sin una orden de Alberto, dos tercios de la CGT y el Movimiento Evita empezaron a armar sus estructuras. A ellos, pero también al peronismo tradicional de las provincias, pretende representar el presidente en una eventual interna, abierta o cerrada, es decir, bajo la actual legislación de las PASO o bajo la tradicional contienda partidaria. De hecho, remiten como antecedente a la competencia entre Carlos Menem y Antonio Cafiero. En cambio, en otro paisaje de mayor unidad en el que todos los competidores queden comprendidos dentro de las PASO, Fernández se imagina representar ese sector con visos anticristinistas para competir contra una fórmula que podría encabezar Eduardo «Wado» de Pedro, acompañado de una candidatura de Cristina Fernández por una banca en el Senado.
La tercera opción que baraja albertista es que puede haber PASO y representar todo ese arco político no kirchnerista. Pero que al mismo tiempo los números no alcancen para un eventual triunfo. Entonces el presidente podría dejar en disponibilidad su candidatura en pos de Daniel Scioli, una figura que puede encajar ideológicamente en ese rompecabezas.
Todo este esquema de tres escenarios está atado, aseguran, a la continuidad de la baja de la inflación. Evalúan que, si los meses siguientes el índice de precios al consumidor sigue bajando entre 1 y 0,5 puntos, podría llegarse a marzo con un contundente porcentaje menor. Por lo pronto, el albertismo descansa en la idea de que en el Congreso no dan los números para conseguir la ley de eliminación de las PASO. Aseguran que «el cristinismo es un microclima propio del AMBA» y que el FdT ya no existe. De hecho, el legislador porteño Claudio Ferreño, reactivó los contactos en varias provincias del Partido del Trabajo y la Equidad (ParTE), que fundó Alberto Fernández, pero del cual no es afiliado porque ahora es presidente del PJ nacional.
Ante las críticas desde distintos sectores sobre la forma de llevar adelante la gestión que tiene el presidente, sostienen que se aprendió de la experiencia y que en un eventual gobierno albertista se volvería al tradicional organigrama vertical de los ministerios, en donde la cabeza de la cartera tiene a cargo la designación de todo su equipo, para así evitar la transversalidad y el loteo actual que frenaron el funcionamiento de las distintas áreas.
Todo este esquema depende de variables aún no definidas. Si bien es verdad que Scioli y Alberto compartieron acto en IDEA y en la planta de Whirpool en Pilar, aseguran que no fue premeditado. «Se llamaron y se dio», cuentan cerca del embajador en Brasil, que tiene su agenda tomada por la elección más importante de la región. Por lo pronto, Scioli fue uno de los que también se pronunció a favor de las PASO, pero jamás se auto postuló como Alberto. Ante la insistencia de este medio, desde su espacio confirmaron que el embajador «está a disposición del partido justicialista para ocupar el lugar que tenga que ocupar, incluso la candidatura a presidente».
Es que Scioli no solo tiene terminales con Alberto. De hecho, fue el anterior candidato bendecido por Cristina y estuvo a 1,5% de ganar, un escenario más que lejano ahora. El embajador y la vicepresidenta nunca cortaron lazos, y desde su paso por el viejo ministerio de Desarrollo Productivo, continuó dando cuenta de la situación económica pero también política del socio más grande de Argentina.
Otro obstáculo que tiene la proyección albertista es que, en caso de que efectivamente se produzca una baja notoria en los índices de inflación, la capitalización política de tal éxito la va a querer acaparar el ministro de Economía Sergio Massa, en lo que sería la reedición de la vieja disputa entre Carlos Menem y Domingo Cavallo por la paternidad de la criatura. Massa por ahora se guardó y no será candidato por pedido de su familia, según dijo. Sin embargo, la posible reducción de la inflación puede venir acompañada de un operativo clamor. Y en caso de que la inflación no se controle y erosione las posibilidades electorales del peronismo, su figura queda resguardada desde antes.
A todo esto, el kirchnerismo también desplegó su estrategia electoral, pero de manera púbica. En distintas entrevistas de El Destape Radio los dirigentes Máximo Kirhcner, Axel Kicillof y «Wado» de Pedro dejaron en claro que: la candidatura de Cristina es una posibilidad, pero por ahora no una realidad, que es «extraño» que un presidente compita en una PASO, que los gobernadores e intendentes no las quieren, que en todo caso habría que achicar el plazo con las elecciones generales y que «Wado» se puede probar el traje de candidato.
De esa serie de entrevistas también participó el presidente. Ante la repregunta del periodista Roberto Navarro admitió que podría dar un paso al costado. Una fuente desinteresada especuló con que Alberto no necesariamente quiere las PASO sino apenas un lugar en la mesa de decisión de candidatos. Algo dijo en ese reportaje: «Pido que respeten al presidente».
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