Otra vez la mira está puesta en la presidencia del cuerpo legislativo. Las amenazas de Maiorano a Ciano dejaron al descubierto la estrategia para que el radical no siga al frente del HCD.
“Salvo que el Gordo haga alguna cagada…”. Así terminó la charla con un concejal acerca del futuro de la presidencia del Concejo Deliberante. Nicolás Maiorano es el actual titular y desde su bloque esperan que siga allí durante 2015. Pero las versiones de un cambio se oyen cada vez más fuerte en los pasillos del Concejo Deliberante.
Hasta hace diez días cualquier concejal de cualquier signo político, negaba esta posibilidad. No creo. Lo veo verde el tema. No hay nada. Hasta que uno se animó: “Creo que va a seguir Maiorano, salvo que el Gordo haga alguna cagada…”, deslizó.
Jueves 26 de febrero. 13.50. Los muchachos de Camioneros estallan de bronca luego de que los concejales rechazaran el proyecto que permitía demoler el chalet propiedad del gremio y avalaran la destrucción de Villa Valentina para que Cabrales avance con su proyecto. Saltan de la barra a los gritos contra los concejales y sus asesores. Sacuden a Azcona de un lado a otro, le gritan a Maiorano y ven como la mayoría de los concejales se retiran de sus bancas. Escándalo. En medio de la catarata informativa llega un rumor: “Parece que Maiorano le pegó a Ciano”. A pesar de que el golpe descendió de categoría con el correr de las horas y se transformó en una amenaza el Gordo había hecho una cagada. La hipótesis cobró vida.
Es necesario hacer un poco de historia para comprender la nueva interna que vive el Concejo Deliberante. La elección de autoridades nunca supuso un conflicto. Como mucho, desató pujas dentro de un partido para saber quién era el elegido. Es que en General Pueyrredon rige una regla no escrita que indica que el partido que gana las elecciones es el que pone al presidente del cuerpo legislativo. El Frente Progresista Cívico y Social ganó los comicios de octubre de 2013 con una lista enteramente radical y fue por eso que el centenario partido eligió a Vilma Baragiola para el puesto.
Ya en aquel entonces surgió desde las entrañas de Acción Marplatense un planteo que hoy está más vigente que nunca. “La verdad que es una locura, la presidencia del Concejo la tiene que tener el partido que gobierna”, deslizaron operadores del pultismo. Esta postura no avanzó demasiado. Fue difícil convencer al resto de los bloques cuando la victoria de Baragiola había sido tan contundente. Así, Vilma, con su traje blanco a lo Bachelet, llegó al sillón principal del HCD.
El aura que rodeaba a Baragiola se esfumó en mayo del año pasado cuando 0223 publicó el video en el que se vio a la entonces presidenta del Concejo con la secretaria general del Sindicato de Camioneros Eva Moyano en el que, entre otros temas, hablaban del expediente para desafectar el chalet propiedad del gremio, en Falucho y Santa Fe. A partir de allí, comenzó una larga batalla que terminó con la destitución de Baragiola de la presidencia del cuerpo legislativo.
Esa decisión desató otro debate. La UCR, que había dicho que bajo ningún concepto aceptaría que otro dirigente de su partido sucediera a Baragiola, finalmente eligió a Maiorano para que ocupe el sillón principal del cuerpo legislativo.
Tras la breve reseña queda más claro por qué se llega a la situación actual. En abril, luego de que el intendente Gustavo Pulti inaugure las sesiones ordinarias, deben elegirse las autoridades del Concejo. En año de elecciones siempre fue un trámite administrativo ratificar a los mismos que ocuparon el cargo el año anterior. En 2015, el “trámite” no será tan sencillo.
Actualmente el Concejo Deliberante está partido al medio. Los últimos proyectos importantes que Pulti envió al Concejo contaron con el apoyo del Frente para la Victoria (a veces con críticas, a veces con propuestas de cambio, pero apoyo al fin) y con el rechazo –inicial- del Frente Renovador, Agrupación Atlántica y la Unión Cívica Radical. En ese contexto, el voto doble del presidente del cuerpo legislativo se convierte en un arma fundamental. Y Pulti quiere controlarla.
“AM quiere quedarse con la presidencia, pero no quiere pagar el costo”, analizó un edil “imparcial” en el tema. Y surge ahí la gran duda. ¿Qué conviene más? ¿Quedarse con la presidencia y resistir las críticas por la maniobra o aguantar que cada proyecto enviado al Concejo esté siempre al borde del archivo?
Mientras en Acción Marplatense debatían este interrogante con hermetismo, la sesión del jueves último cambió la situación. Las amenazas de Maiorano a Ciano dejaron abierta la posibilidad de que se produzca el cambio de presidente sin pagar costo político o, al menos, con un costo más bajo del esperado.
“Vamos a analizar en el bloque si le damos nuestro apoyo a Maiorano. Es un violento”, disparó el concejal Javier Woollands. Ese mismo jueves, el pultismo dio el primer paso e instaló el tema de la presidencia del Concejo. Sin embargo, no se atrevió a profundizar el golpe: Ariel Ciano tenía la posibilidad de radicar una denuncia por las amenazas de Maiorano, pero prefirió la mesura. En algún sector de AM no cayó bien su tibieza. “Tenía que ir a fondo”, se quejaron. Otros entendieron que ir a la Justicia era exponerse demasiado. “Ahora tienen que empezar a jugar los otros”.
Y uno de los “otros” apareció en escena. Lucas Fiorini admitió que la elección del presidente del Concejo “no es un capítulo cerrado”. No obstante, la tarea de desplazar a Maiorano no será sencilla, porque no solo implica la decisión de retirarle el apoyo al actual presidente, sino de hallar a alguien que lo reemplace. Y eso es, tal vez, lo más complejo.
Si se avanza en la idea de que Maiorano no siga, Acción Marplatense querría que el sucesor fuese de otro partido (FpV o FR). El kirchnerismo no quiere ocupar ese lugar, pero tampoco votará a un candidato del massismo. Con ese mapa parece difícil que aparezca un candidato de otro partido, salvo que AM asuma el costo político, juegue a fondo y proponga a un dirigente de sus filas.
Con un mapa tan complejo, algunos oficialistas comienzan a ver con buenos ojos una salida intermedia. Que el presidente del HCD siga siendo radical (¿Eduardo Abud?), pero no Maiorano. El voto doble le seguirá perteneciendo a la UCR, pero, hacia afuera, los dirigentes quedarían debilitados.
Por lo pronto, la jefa del bloque radical, Cristina Coria, salió a respaldar a Maiorano y garantizó que seguirá en la presidencia. Semejante afirmación, hoy, es arriesgada. A esta altura, los radicales ya deberían haber aprendido que las cosas, aunque parezcan imposibles, pueden cambiar.
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