Los dineros públicos han sido uno de los detonantes del divorcio entre el gobernador José Alperovich y el intendente capitalino Domingo Amaya y, ahora que están en espacios antagónicos, se acentuó como motivo de conflicto político.
Las primeras discusiones públicas entre Alperovich y Amaya (en enero de 2014) habían sido por la deuda que el municipio mantenía con el Gobierno provincial. La confrontación por ese asunto sumó este viernes un nuevo episodio. Amaya cuestionó duramente a Alperovich y a su gestión tras recorrer las obras de una ciclovía en la avenida América. El ahora opositor reaccionó luego de que el mandatario provincial opinara que la ciudad está mal administrada y que, por ello, Amaya haya tenido que echar mano al fondo especial del Bicentenario para pagar sueldos y obras públicas.
“Me sorprende (que me tilde de mal administrador) porque a él se le cayeron más de 10 puentes durante las últimas inundaciones y aún no lo solucionó; duplicó la planta de personal, cuando el municipio la redujo; y entregó parte del patrimonio de la Provincia, en terrenos, a empresas privadas. Nosotros recuperamos patrimonio del municipio, en propiedades”, contrastó casi sin pausa el jefe municipal. Luego, le habló directamente al gobernador: “que devuelva a los vecinos de la ciudad la plata del fondo de financiamiento educativo. No quiere entregarla. Son unos $200 millones”.
Amaya también rechazó los dichos del ministro de Economía, Jorge Jiménez, que había manifestado que no se le debía dinero por ningún concepto a su gestión. “Estamos reclamando por vía administrativa. Una cosa es que lo digan y otra, que lo puedan demostrar con los números”, desafió el peronista disidente.
Por otro lado, el jefe municipal brindó una explicación de por qué cree que Alperovich lo cuestiona: “quizás no entiende de política y piensa que todo el mundo debe rendirle pleitesía. La política no es una monarquía, es una herramienta para que la vida de los ciudadanos mejore. El personalismo y el individualismo no llevan a buen puerto a nadie”.
“En tiempo y forma”
Durante la mañana, Alperovich inauguró un anexo del Tribunal de Cuentas provincial. En plena conferencia de prensa, hizo una pausa y efectuó una referencia velada a la realidad del municipio.
“Anoche pensaba que hoy es el último sueldo que pago como gobernador. Ha sido una preocupación grande estos 12 años. Me siento orgulloso porque, si bien es una obligación, los pagamos siempre en tiempo y forma, en efectivo. Tampoco hubo atraso con proveedores”, manifestó espontáneamente. El jueves, Alperovich había consignado que la administración de Amaya estaba librando cheques “por servicios” a ocho meses por sumas millonarias y puso en duda que tenga fondos para cubrirlos. “Lo que está sucediendo es que están administrando mal y lo más fácil es echar la culpa a los demás”, había expresado entonces.
En esta oportunidad, los cruces habían comenzado cuando el concejal alperovichista Javier Morof había acusado a Amaya de usar dinero de cuentas especiales para pagar sueldos y para la campaña electoral (fue candidato a vicegobernador del radical José Cano).
El secretario de Hacienda municipal, Silvio Bellomío, había negado el empleo electoral de los fondos. Había reconocido, sin embargo, el pago de salarios con la cuenta destinada a los festejos por el Bicentenario. Había justificado el uso por el “ahogo financiero” que sufría la ciudad por culpa de la Provincia (argumentó que la Casa de Gobierno retenía $ 35 millones mensuales de la coparticipación para sanear la deuda).
La relación entre Alperovich y Amaya comenzó a agrietarse en junio de 2013, cuando el intendente se quedó sin un lugar en la lista del oficialismo de candidatos a diputados.
A fines de enero de 2014, Amaya admitió públicamente que su sueño era ser gobernador y requirió el refinanciamiento de la deuda municipal. Alperovich respondió entonces que lo veía como un buen sucesor. Alperovich afirmó que no se trataría un plan de pagos, pero que la Provincia dejaría de cobrarle intereses anuales.
En abril, la capital reclamó unos $ 170 millones que la Provincia le habría retenido de ingresos coparticipables y de recaudación tributaria. La Provincia respondió que Amaya debía casi $ 600 millones. “El municipio capitalino es uno de los que más ayudamos”, enrostró Alperovich. “No hay que mezclar política con gestión”, pidió Amaya.
En diciembre, la fractura fue oficial y los reclamos por un plan de facilidades proliferaron.
En marzo, Jiménez y Amaya firmaron un acuerdo para cubrir la deuda (de $ 600 millones). La Municipalidad aceptó que la Provincia le retenga mensualmente $ 25 millones de coparticipación (más $ 10 millones correspondientes a los aportes previsionales).
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