En el marco del Proyecto Origen, Cabreiroá anuncia que a finales de 2021 el 100% de sus envases serán circulares. Con esta iniciativa voluntaria se adelantan varios años a los plazos marcados por Europa para reutilizar plásticos reciclados.
El plástico es un problema mundial. O, mejor dicho, el problema está en su producción descontrolada y en la falta de una gestión circular a escala planetaria. Cada minuto se compran un millón de botellas de plástico en el mundo. Ocho millones de toneladas de ese material acaban en los océanos cada año. WWF indica que de seguir así en 2050 los océanos albergarán más kilos de plástico que de peces. Dar una segunda vida al plástico reduciría esas islas de plástico que ya vagan por el mar. Para no llegar a un punto de no retorno en la Cumbre de Nairobi (2019) los países se comprometieron a una ‘reducción significativa’ de los productos plásticos de un solo uso para el año 2030 y a buscar alternativas sostenibles y circulares.
La Unión Europea fue más allá con la directiva 2019/904 eliminando los plásticos de un solo uso para 2021. También determina que en 2025 el 25 % del plástico de las botellas tendrá que ser de plástico de varios usos, el ya conocido como PET reciclado o rPET. Para 2030 el objetivo será el 30%. Un margen generoso que da tiempo a las empresas para adaptarse, pero alarga la agonía del planeta. “En Cabreiroá nos hemos tomado muy en serio dar el salto a la utilización de materiales reciclados, adelantándonos varios años a los plazos marcados por las autoridades europeas. Para finales de este mismo año el 100% de nuestras botellas de plástico serán de plástico reciclado, con lo que podemos afirmar que todos nuestros envases serán reciclables y proceden de materiales reciclados”, declara Álvaro García de Quevedo, director del Negocio de Aguas de Hijos de Rivera, propietaria del manantial.
Economía circular de las tres ‘erres’
Reducir, reciclar y reutilizar. Son las famosas tres ‘erres’ de la circularidad en las materias primas. Según un informe de Naciones Unidas una economía circular podría reducir entre un 80 y un 99% los desechos industriales y entre un 79 y un 99% de sus emisiones.
En el marco de su Proyecto Origen, en el manantial de Cabreiroá esos tres pilares hacia los envases más sostenibles se plasman en tres direcciones. Reutilización de los envases de vidrio retornables en el canal hostelería, un plan que la empresa lleva años implementando con una inversión 2,5 millones de euros. Reducción del uso de plástico o por el lanzamiento de nuevos envases que usan en cartón o el aluminio. El último gran paso en el reciclaje llegará a finales de este año con el 100% de envases de plástico en rPET. “La apuesta por la circularidad de los envases es un camino sin retorno, tanto por nuestra propia autoexigencia como compañía responsable, como por la demanda de los consumidores, cada vez más conscientes de la necesidad de implicarse en proyectos que generen un impacto positivo en nuestro entorno”, destaca García de Quevedo.
El plástico se reinventa
En Cabreiroá huyen de demonizar al plástico. Reconocen que tarda mucho más en descomponerse que otros materiales, pero también es más ligero que sus alternativas a la hora de producir envases. “Eso significa que su huella de carbono durante su ciclo de vida es menor. Lo importante es aprovechar sus ventajas y eliminar el problema de los residuos usando plásticos reciclados, que son completamente seguros para uso alimentario. El problema del plástico no es ese material en sí, sino la irresponsabilidad de los seres humanos cuando se usa una vez y no se recicla”, recalca García de Quevedo. Adoptar plástico reciclado en todos sus formatos reducirá en un 72% la huella de carbono, evitará la extracción de más de 3.000 toneladas de petróleo crudo y la emisión a la atmósfera de más de 4.500 toneladas de CO2.
Solo queda un pequeño gran contratiempo: el plástico nuevo es más barato que el reciclado, ya que paradójicamente éste requiere más etapas para su elaboración. El consumidor que apuesta por la circularidad se ve en la disyuntiva de pagar un poco más por algo sostenible o ahorrar en la cesta de la compra. “Al español le cuesta pagar más por una botella de agua, por mucho que sea de plástico reciclado si la competencia en el lineal se lo pone más barato. En este sentido ha habido un enorme esfuerzo por parte del fabricante y por la nuestra para repercutirlo lo menos posible en el precio final. Por suerte también hay una sensibilidad creciente entre los ciudadanos a la hora de valorar qué impacto tienen sus objetos cotidianos en la sostenibilidad del planeta y no solo cuánto le cuestan en el bolsillo”.
El siguiente paso será diseñar botellas en las que el tapón no se separe del envase, uno de los objetivos que ya entran en los planes de la Unión Europea. García de Quevedo recuerda que “muchas veces se recicla el envase, pero los tapones acaban en el cubo de la basura convencional convirtiéndose en un residuo que no se recicla, o por descuido, pudiéndose escapar para el medio ambiente”.
Imaginación en el diseño y la composición
La sostenibilidad no está reñida con el diseño, tanto más cuando apostar por líneas elegantes o creatividades novedosas aporta un valor añadido al producto final. Cabreiroá lanzaba recientemente un envase de cartón con una bolsa de ocho litros de agua y un pequeño grifo para uso doméstico. “Supone un gran paso en términos de responsabilidad medioambiental: el cartón es 100% reciclable y la bolsa interior lleva un 60% menos de plástico que un bidón convencional. Además, la geometría del envase hace que sea fácil de apilar. Facilita la vida en casa porque ocupa menos volumen y reduce la huella de carbono en el transporte porque caben más en el camión”, explica García de Quevedo. A la hora de reciclar, la bolsa y el grifo van al contenedor amarillo y la caja, al de cartones (el azul).
El aluminio también se suma a la familia de los nuevos envases responsables. Este material es infinitamente reciclable, ligero y resistente. Y es poco habitual en la hostelería. “Con esto llevamos un valor diferencial a la mesa. Se abre con tapón corona también reciclable”, apunta García de Quevedo. Sacando pecho de sus raíces gallegas, este verano incorporan ilustraciones de lugares emblemáticos de Galicia, como la Catedral de Santiago, las Islas Cíes o los Cañones del Sil. Son muestras de que lo bonito no tiene por qué no ser sostenible.
No hay suficiente plástico reciclado
Una botella de plástico PET puede tardar unos 1.000 años en degradarse, según la Fundación Aquae. El rPET o plástico reciclado de las botellas de uso alimentario le ahorra al planeta ese trabajo y es una vía para no extenuar aún más el uso de materias primas. Sin embargo, pese a ser completamente seguro para el consumidor y alinearse con los objetivos de circularidad que propone Naciones Unidas, es un bien escaso.
Tanto es así que en Cabreiroá el paso al plástico reciclado en la totalidad de sus formatos ha sido gradual: primero, los envases de 1, 1,5 y 2 litros y a finales de 2021, todos los demás: 0,33, 0,5 y 0,75 litros. “Hemos incorporado paulatinamente los envases de PET reciclado ya que en España aún hay déficit de este material. Si todas las compañías envasadoras de agua mineral decidieran usarlo a la vez, no habría suficiente material reciclado para todos, pues el uso del plástico reciclado se destina no solo a botellas sino a otros materiales como bandejas para alimentos, láminas, textil, etc”, señala García de Quevedo.
La demanda de plástico reciclado no se ajusta a la oferta porque aún hay botellas de plástico que acaban en el cubo de la basura general. “Nuestro deber como parte del proceso es educar al ciudadano para que ningún envase se quede fuera del circuito. Afortunadamente vamos en la dirección correcta y cada año se recicla más. A nadie le extraña tener varios contenedores en casa: el de la basura general, la orgánica, el de papel, el de plásticos… La vida del planeta depende de esta decisión y de actuar ya”.
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