Asado de por medio, Monzó y De la Torre sellaron un acuerdo con fecha de defunción: 2023. Hoy, el que gana conduce y el que pierde acompaña.
Por: Pablo Lapuente.
La derrota electoral de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal en 2019 envalentonó a alguno de los socios minoritarios en Juntos por el Cambio a denunciar el fracaso del modelo PRO puro y a proponer una ampliación política para regresar al poder apuntalada con la vieja estructura del peronismo inorgánico. En ese proyecto coinciden el expresidente de la Cámara de Diputados de la Nación Emilio Monzó y el exministro de Gobierno de la provincia de Buenos Aires Joaquín De la Torre. Así, se transformaron en aliados temporales para arrimar peronismo a la alianza opositora, mientras persiguen un mismo objetivo que podría enfrentarlos en el futuro: suceder a Axel Kicillof en la gobernación de Buenos Aires.
Según pudo saber Letra P, ambos dirigentes de extracción justicialista compartieron un asado a mediados de noviembre pasado en el que sellaron una alianza que, se estima, perdurará hasta las elecciones de 2023. La reunión se dio a instancias de una serie de encuentros en territorio bonaerense del que también participaron dirigentes como Miguel Ángel Pichetto, Claudia Rucci, Luis Acuña y Jesús Cariglino, otros interesados en ampliar sus márgenes de influencia y poner un límite a la hegemonía amarilla y el avance de candidaturas porteñas sobre territorio bonaerense.
La estrategia del exministro bonaerense tiene, principalmente, dos caminos posibles. El primero es ganar adeptos internos y persuadir votantes desencantados con el gobierno del Frente de Todos, para erigirse como la figura principal de la frustrada pata peronista de Juntos por el Cambio. El segundo, es construir un esquema similar para dar pelea por afuera del PRO. Si bien esta última idea genera tensión en la mesa chica de la oposición, también es leída como una táctica para luego pedir lugares en las listas seccionales de este año.
Tiene sentido, De la Torre y su armado político, que incluye a su delfín, el jefe comunal Jaime Méndez (San Miguel), la diputada provincial Catalina Buitrago y algunos referentes en la Primera sección electoral siempre disputaron poder por adentro del esquema que los llevó a la gestión en 2015, aun en sus nuevos roles opositores, algo que no sucedió con Monzó, Posse y el bloque Cambio Federal que les responde en la Legislatura y que alguno de sus (¿ex?) socios le hacen pagar casi en soledad.
Allí, de todos modos, Monzó y De la Torre coincidieron en trabajar sobre el viejo apotegma que solía repetir Juan Domingo Perón: “El que gana conduce, el que pierde acompaña”. La idea es ambiciosa y, al menos hoy, roza la ilusión. Es que el acuerdo transitorio propone arrimar peronismo a través de ambos canales pero no logra esquivar la pelea interna contra los otros cinco anotados para pelear por la Gobernación: los intendentes Jorge Macri (PRO-Vicente López) y Gustavo Posse (UCR-San Isidro), el presidente del bloque PRO en la Cámara baja de la Nación, Cristian Ritondo, principal aliado de Vidal; la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, y el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli, espada de Horacio Rodríguez Larreta.
Pese a eso, y tal como dio cuenta este medio, en la previa de la sanción del Presupuesto 2021 del Ejecutivo provincial, había comenzado un proceso de reconciliación entre las partes para la reunificación de las bancadas en la Cámara baja bonaerense. El escenario había sido facilitado por el error de cálculo de los fugados -los legisladores y legisladoras Walter Carusso, Fernando Pérez, María Elena Torresi, Guillermo Bardón y Martín Domínguez Yelpo-, quienes nunca alcanzaron la relevancia que pretendían, y la necesidad de los leales de ensanchar sus filas para enfrentar al oficialismo. Las conversaciones habían trascendido a los actores regionales y habían llegado a la superestructura. De hecho, la propia Vidal, con Rodríguez Larreta como mediador y conductor nacional, les pidió a Monzó y al senador Martín Lousteau llegar a un acuerdo que permitiera re-fusionar Cambio Federal y Juntos por el Cambio. Ese marco ensancha las espaldas de los fugados, a quienes el PRO invita a entrar a la alianza pese a que pegaron el portazo.
La rosca superestructural no prosperó. Al menos en los tiempos planteados inicialmente. En el entorno del tándem Monzó y Posse creen que la interna que tendrá la Unión Cívica Radical el próximo 21 de marzo fue la causa del desencuentro, fecha en la que el jefe comunal de San Isidro se medirá con el presidente del bloque vidalista Maximiliano Abad y en la que ni uno ni otro estaba dispuesto a ceder sin los votos de sus afiliados y afiliadas escrutados.
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