El ex defensor del Pueblo consideró que su gestión al frente del ente de control fue positiva y aseguró que volverá a la política. Entre 2011 y 2016, la Defensoría del Pueblo resolvió casi 60.000 casos, según Cabral. La SAT fue la institución estatal que recibió el mayor número de quejas.
“El balance es positivo. Pero me voy con el sabor amargo de no haber podido encontrarle la vuelta a algunos problemas, como el de la ‘siniestralidad’ vial”. El miércoles pasado, tras cinco años en el cargo, Hugo Cabral dejó de ser el defensor del Pueblo de Tucumán. Según aseguró, dejó la Defensoría del Pueblo habiendo solucionado 60.000 casos en el último lustro.
En una entrevista con LA GACETA, el ex ombudsman reconoció que vivió momentos de mucha tensión con algunos funcionarios estatales, pese a provenir del mismo espacio político, aunque opinó que el rol del defensor del Pueblo no debería ser el de oponerse al oficialismo.
- ¿Cómo fue su relación con el poder político durante su mandato?
- Mi relación con el poder político tuvo sus momentos. Algunos, muy cargados de tensión, debido a que algunos funcionarios no entendieron cuál debía ser mi rol y consideraban que mi forma de actuar era casi una traición. Al mes de asumir, por ejemplo, un ministro me llamó y me preguntó: “¿no éramos compañeros?” De todas formas, algunos sí comprendieron mi papel y colaboraron para la resolución de muchos casos.
- ¿Actuó con libertad?
- Sí. Muchos pensaron que no iba a poder cumplir mi función por venir del oficialismo. Pero está a la vista que no fue así: tras cinco años tengo mucho apoyo de la población, pero no fui reelecto. (NdelaR: Cabral se postuló para ser reelegido, pero no fue incluido en la terna que definieron las comisiones legislativas de Asuntos Constitucionales y de Peticiones y Acuerdos).
- ¿Le quedó la sensación de que debería haber actuado con mayor firmeza en algunos casos?
- En algunos casos sí, pero fue básicamente por falta de tiempo. Fueron cinco años muy intensos; al visibilizar más a la Defensoría, hubo días en los que tuvimos que atender más de 100 quejas. La espina que me quedó es la de no poder incidir más en las políticas públicas, conseguir que el ombudsman tenga un rol más activo en la formulación de esas políticas.
- Dirigentes políticos aseguraron que el ombudsman debería ser un opositor o un ciudadano independiente. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
- Para hacer oposición están los dirigentes opositores, no el ombudsman. El defensor del Pueblo no está para hacer oposición. Es un colaborador crítico del Gobierno, sea cual sea: (el gobernador, Juan) Manzur, o (el presidente, Mauricio) Macri, o el que esté en ese momento. No importa de qué signo político es el ombudsman, lo importante es que sea una persona con vocación, que pueda construir autoridad y predicar con el ejemplo. Por otro lado, yo creo que es un error considerar que la militancia política es un impedimento para acceder al cargo. Es más, considero que debería ser un buen antecedente, una cualidad buscada.
- ¿Va a volver a la política?
- Tengo pensado volver a afiliarme y retomar la actividad política. La Defensoría me dio un compromiso mayor al que tenía antes. Es necesario revisar la política, y promover prácticas saludables para reconciliarla con la ciudadanía.
La SAT, a la cabeza
-¿Qué balance hace de su gestión como defensor del Pueblo?
- Es positivo. Logramos que el rol de la institución se visibilice, y eso hizo que se incrementara el número de quejas para atender. Además, buscamos cambiar el modelo de gestión: en vez de esperar una respuesta y preparar un pronunciamiento, seguimos los casos. Nos pasaba seguido que el organismo denunciado resolviera el caso puntual, pero días después tener a otro ciudadano con el mismo problema. Por eso nos pusimos como consigna llevar a que las instituciones modificaran los procedimientos. Y eso dio resultado, ya que año a año fuimos aumentando el porcentaje de casos resueltos, llegando en 2015 a solucionar el 96% de las quejas atendidas en la Defensoría.
- ¿En qué casos logró que se modificaran procedimientos?
- El caso más emblemático fue el de la garrafa social. Por más que estaba fuera de mi competencia, muchísima gente nos consultó. Hicimos muchas presentaciones, y la propia ex secretaria de Energía (Natalia Matranga) reconoció que nuestras presentaciones ayudaron a cambiar y pasar de la garrafa social al Programa Hogar. Ese fue un cambio enorme, porque se pasó de subsidiar a la oferta a subsidiar a la demanda, a las personas que lo necesitaban. Con nuestra campaña de trato digno también conseguimos que el Subsidio de Salud cambiara muchos de sus procedimientos y empezara a atender más rápido a los afiliados.
- ¿Qué organismo o empresa estatal fue el que recibió el mayor número de quejas?
- Casi la mitad de las quejas que recibimos fueron contra empresas de telefonía. Si bien no teníamos jurisdicción para actuar, guiábamos a los ciudadanos para que supieran qué hacer. En cuanto a los organismos estatales, la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) fue la institución más apuntada. Tanto, que establecimos una modalidad especial: como todos los días recibíamos quejas contra la SAT, comenzamos a reunirnos semanalmente con los gerentes de la empresa. En la mayoría de los casos, los problemas se resolvieron. Sin embargo volvían a aparecer nuevos casos, porque el sistema está al límite. Una situación similar es la de la Empresa de Distribución Eléctrica de Tucumán (EDET). El problema es la falta de inversión. El Estado debería reformular los contratos con las prestadoras de servicios.
- ¿Cuáles son los reclamos contra la administración pública que más se repitieron?
- Lo que más se repite en la administración pública es el maltrato a los ciudadanos. Los reclamos por la demora en el trámite de un expediente estuvieron entre los más recurrentes. La administración pública y el Estado en general deben repensar cómo se atiende a las personas en las mesas de entrada, cómo se trabaja ante las nuevas demandas de la población.
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