Mientras a nivel nacional la incidencia de la enfermedad disminuyó 39 por ciento entre 1985 y 2011, en el ámbito porteño registró un aumento del 25 por ciento por el trabajo esclavo en talleres clandestinos de costura.
De acuerdo con la información suministrada por el Hospital Piñero, ubicado en el sur del barrio de Flores, el 60 por ciento de las personas infectadas atendidas trabajaban en talleres textiles clandestinos.
La resolución, a la que accedió Página/12, muestra un preocupante panorama sanitario vinculado con la trata y el trabajo esclavo en talleres textiles. Es una extensa investigación realizada a partir de la consulta a especialistas de distintos hospitales porteños, entre ellos del Piñero, Alvarez, Vélez Sársfield y Muñiz, y de la Facultad de Medicina de la UBA; algunos declararon en la fiscalía, otros enviaron sus respuestas por escrito. El trabajo fue elevado a la procuradora general de la Nación, Alejandra Gils Carbó. También a la Procuraduría para el Combate de la Trata y la Explotación Sexual de Personas (Protex), a cargo del fiscal Marcelo Colombo.
La tuberculosis es una enfermedad infectocontagiosa producida por una bacteria (Mycobacterium tuberculosis), también llamado bacilo de Koch, que afecta fundamentalmente los pulmones, pero que puede hacerlo en cualquier órgano. “Se disemina por vía aerógena, por las gotitas que son vehiculizadas al toser o estornudar”, precisa el informe. Y agrega: se trata de una enfermedad de diagnóstico sencillo, que puede ser tratada y curada gratuitamente en el país, pero “nos encontramos lejos de su erradicación”, y en cambio, “se expande en correlación directa con la marginalidad social”.
En la resolución, Delgado señala que “la evidencia indica que existe un vínculo vicioso que liga la pobreza al hacinamiento, la falta de vivienda y la precarización laboral, y ésas son las condiciones que le abren curso a este fenómeno”.
Las condiciones de explotación en talleres clandestinos son el caldo de cultivo para la expansión de la tuberculosis, concluye el informe: “Víctimas de trata, que llegan al país ya contagiadas y que desarrollan la enfermedad en contextos de hacinamiento y escasa ventilación, nutrición y descanso adecuado. En esos ámbitos se producen nuevos contagios. Al mismo tiempo, la misma situación de explotación y trabajo esclavo obstaculiza el acceso a la atención médica y los tratamientos adecuados porque el enfermo tiene temor a perder su trabajo si se descubre que tiene tuberculosis”. El relevamiento revela que durante los últimos años los casos reportados entre la Ciudad y la provincia de Buenos Aires alcanzan más de 2000 por año.
A partir de la información provista por el Hospital Alvarez a la Fiscalía, se conocieron casos en 13 escuelas de la Ciudad, de niñas y niños provenientes de entornos dedicados a rubro textil, “puntualmente talleres de costura, y que muchos vivían en los mismo sitios de trabajo en condiciones de enorme precariedad”.
Uno de los profesionales consultados por la Fiscalía, Aldo Paligari, jefe del Centro de Salud Comunitaria (Cesac) No 20, del barrio Flores, explicó que la tuberculosis “es una patología con un fuerte estigma social que vive con mucha vergüenza y por tal motivo se trata de ocultarla en demasía por quien la padece, llegando en general a la consulta con la problemática muy avanzada. A eso tenemos que sumar que requiere al menos nueve meses de tratamiento, durante el cual se deben ingerir hasta quince medicamentos diarios”.
La División Servicio Social del Hospital Muñiz, a cargo de Graciela Blanco, analizó 544 historias sociales para colaborar con la investigación de la Fiscalía, y encontró que sólo un 29 por ciento de los pacientes lograron adherir al tratamiento. “Esto motiva que se produzcan reinternaciones relacionadas con la misma patología y un deterioro importante de la salud”, subraya el informe. Blanco precisó que el 60 por ciento nació en Argentina, mientras que el 40 por ciento proviene de países limítrofes. El 41 por ciento relevado en el Muñiz son personas que se encuentran en situación de precariedad laboral, talleres de costura fundamentalmente.
El jefe de la División Tisioneumología del Hospital Muñiz, Domingo J. Palmero, informó a la Fiscalía que si bien la tuberculosis a nivel nacional disminuyó en un 39 por ciento entre 1985 y 2011, en la Ciudad de Buenos Aires aumentó un 25 por ciento: la tasa creció de 23,06 enfermos cada 100 mil habitantes a 32,82. En la zona de influencia del Hospital Piñero, “caracterizada por la gran cantidad de habitantes que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad social”, la tasa se eleva a casi 200 por 100 mil.
También fueron consultadas las médicas Graciela Cragnolini de Casado y Natalia Romina Huergo, del Instituto de Tisioneumología Profesor Raúl Vaccarezza, dependiente de la Facultad de Medicina de la UBA, centro de referencia en el diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis. Registra alrededor de un 30 por ciento de los casos que se dan en la Ciudad de Buenos Aires. Las especialistas indicaron que a partir de 2002 han observando un aumento de los casos relacionados con inmigrantes que trabajan en talleres de costura ilegales, principalmente procedentes de Bolivia y, en menor medida, Perú, y que el ciento por ciento de los entrevistados carecía de documento para residir en la Argentina. Más de la mitad de los pacientes en ese centro de salud dormía en el taller de costura donde se desempeñaba. “Muchos refieren dificultades tener dificultades para salir durante el día, lo cual genera un inmenso obstáculo para cumplir con las exigencias del tratamiento médico”, advierte el informe de la Fiscalía. El 50 por ciento de los pacientes trabajaba más de 70 horas semanales y el ciento por ciento no tenía obra social. En el 81,8 por ciento de los casos el contacto que dio pie al contagio fue laboral. El 72,4 por ciento presentó hambre por recibir una dieta insuficiente por carecer de dinero para comprar alimento a pesar de trabajar durante extensísimas jornadas, señala la investigación.
En su informe, el fiscal Delgado enfatizó la necesidad de combatir las condiciones de vulnerabilidad social que favorecen la trata de personas. “No se trata sólo de perseguir explotadores sino de erradicar las circunstancias que hacen posible la explotación, es decir, la existencia de colectivos de personas que sólo tienen para vender su cuerpo, su tiempo, su vida, todo lo que son a merced de un trabajo que los alimentará mientras los mata en suaves cuotas”.
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