La conducción del Episcopado irá el miércoles a la Casa Rosada con la excusa del tradicional saludo de Navidad, pero la principal preocupación de la Iglesia está en el contexto social
Por Mariano De Vedia
Desde que Alberto Fernández y el obispo Oscar Ojea estrecharon sus manos por última vez, en marzo de 2020 –antes de la pandemia y de la profundización de la crisis–, la Argentina sumó 1.700.000 pobres más. El agravamiento del cuadro social marca el contexto en el que el Presidente recibirá el miércoles próximo, a las 17, a la conducción del Episcopado en la Casa Rosada.
La cuantificación de los que más sufren la crisis está reflejada en el último informe del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA): el 48,3% de la población vive bajo la línea de pobreza. Una realidad que afecta directamente a 18,4 millones de personas y que estará al tope de la agenda que conversarán Fernández y Ojea, si bien la excusa formal del encuentro es el tradicional saludo por la Navidad.
Según el relevamiento de la UCA, los más castigados por la crisis son los sectores de clase media baja, trabajadores y empleados formales y autónomos, los independientes y pequeños patrones y comerciantes.
Al análisis de la situación social se sumará el nuevo escenario que quedó delineado tras las elecciones legislativas de noviembre y el margen que existe en el convulsionado mapa político para buscar caminos de encuentro y coincidencias con el fin de acordar prioridades de Estado.
Acompañarán a Ojea, reelegido al frente de la Conferencia Episcopal Argentina por un segundo período de tres años, los integrantes de la nueva comisión ejecutiva: los arzobispos Marcelo Colombo (Mendoza) y Carlos Azpiroz Costa (Bahía Blanca), ambos vicepresidentes del Episcopado, y el obispo Alberto Bochatey (auxiliar de La Plata), flamante secretario general.
Fernández llegará a su tercera reunión con la cúpula episcopal luego de participar en la Cumbre por la Democracia, convocada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y que dejó descolocados a regímenes cuestionados por denuncias de violaciones a los derechos humanos, como Venezuela, Nicaragua y Cuba. Al respecto, no pasan inadvertidas las afirmaciones del papa Francisco, quien en un diálogo con periodistas al concluir su reciente viaje a Grecia advirtió que “la democracia se debilita por el peligro del populismo”.
La primera visita de la conducción del Episcopado al presidente Alberto Fernández fue en diciembre de 2019, con la anterior composición de la comisión ejecutiva.
La primera visita de la conducción del Episcopado al presidente Alberto Fernández, en diciembre de 2019LA NACIONDesafíos de la Iglesia
En los últimos días, monseñor Ojea delineó los desafíos que enfrenta hoy la Iglesia, en el contexto de una pandemia que dejó huellas de “enojo, tristeza, desilusión y miedo”, en medio de una grave crisis cultural, como definió en tres videomensajes difundidos por el Episcopado en las redes sociales. Es muy probable que los obispos repasen ese diagnóstico, más allá de la emergencia social, en la reunión con el Presidente.
En la reflexión sobre el desafío misionero de la Iglesia, Ojea entiende que “la primera actividad es escuchar” y es consciente de que debe hacerlo “en un mundo de oídos sordos, en el que cada grupo escucha su propio discurso”.
El presidente del Episcopado también llama a “desenmascarar” dos extremos que conviven en la sociedad y que dificultan la búsqueda del encuentro.
Se refiere, por un lado, a “sectores con una mentalidad secularizada, muy enquistados en algunos medios de comunicación, que no vacilan en usar la desinformación, la calumnia y la difamación para agredir a la Iglesia, buscando expulsarla del espacio público” y, por el otro, a un “integrismo religioso que no respeta la libertad de los otros y alimenta formas de intolerancia y de violencia, añorando una Iglesia que imponga poder”.
En su diagnóstico, Ojea advierte que ambos grupos, con “mucho poder económico y mediático”, se han unido para “denigrar sistemáticamente” a la Iglesia, a través de fuertes críticas a la figura del papa Francisco.
Algunos obispos ubican en ese primer grupo, con posturas secularizadas, a funcionarios que tienen influencia en la Casa Rosada. Pero la preocupación se extiende a los grupos intransigentes de activa militancia dentro de las filas católicas.
Entre otros desafíos pastorales, los obispos asumen el compromiso de acompañar el magisterio social de Francisco y defender el principio de la defensa de la vida humana, pese a la legalización del aborto. En este último aspecto, surgen también diferencias con el Gobierno por la posición de la Iglesia frente a la perspectiva de género. Al margen de ello, la temperatura del encuentro del miércoles quedará marcada por el grado de sintonía que se registre frente a la gravedad de la crisis social.
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