El Presidente trabaja con su círculo íntimo de funcionarios en la confección del texto que leerá el 1 de marzo en la Cámara de Diputados. Será el reencuentro, cara a cara, con Cristina Kirchner.
Por Joaquín Mugica Díaz
Durante el fin de semana largo Alberto Fernández empezó a avanzar en la redacción de discurso que pronunciará el 1 de marzo, día en que abrirá las sesiones ordinarias del Congreso. Ese será también el día en que se vuelva a ver, cara a cara, con Cristina Kirchner, su compañera de fórmula con la que habla cada vez menos.
Los principales colaboradores ya le pasaron un borrador con los temas que deben estar presentes y es él el encargado de darle el cierre. El Jefe de Estado trabaja en su discurso junto al secretario de la Presidencia, Julio Vitobello; el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos; la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra; el canciller, Santiago Cafiero, el Jefe de Gabinete, Agustín Rossi, y la Portavoz del Gobierno, Gabriela Cerruti.
En principio, el discurso tendría cuatro ejes centrales que le darían una identidad concreta el texto. El primero es una defensa cerrada a la inocencia de Cristina Kirchner, avalando el plan de proscripción que el kirchnerismo dice que existe en Argentina y por el que la Vicepresidenta ha decidido no presentarse en los próximos comicios.
Fernández sostiene que existe una persecución judicial contra su compañera de fórmula y que el proceso de investigación que llevó adelante el fiscal Diego Luciani en la causa Vialidad está viciado. Además, cree que la causa, por la que Cristina Kirchner fue condenada a 6 años de prisión e inhabilitada para ejercer cargos públicos, no tiene sustento jurídico.
En la mesa nacional del Frente de Todos, que tuvo lugar en el PJ Nacional el último jueves, el Presidente avaló la temática central del documento que se emitió después de la reunión. Bajo el título “Democracia sin proscripciones, unidad para transformar”, los diferentes sectores del peronismo respaldaron la teoría de la proscripción que el kirchnerismo sostiene cada vez con más fuerza y que es la base del operativo clamor para que CFK sea candidata a presidenta.
Sin embargo, en las últimas horas empezaron a surgir algunos cortocircuitos dentro de la línea discursiva del Gabinete. El domingo, durante una entrevista con Infobae, el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, aseguró que “Cristina Kirchner no está proscripta, pero los que dicen eso quieren proscribir al Presidente”, en un claro mensaje dirigido a La Cámpora, por sus constantes embates contra el Jefe de Estado.
Pocas horas después, en la mañana del lunes, el flamante Jefe de Gabinete, Agustín Rossi, se diferenció de Fernández. “Cristina claramente está proscripta”, sentenció. Anticipando un posible conflicto, explicó: “Soy Jefe de Gabinete de un gobierno, no jefe político de Aníbal. Es un dirigente de peso, que no tiene jefes políticos y puede tener las opiniones políticas que quiera”.
La agenda judicial y la supuesta proscripción de CFK dividen al Frente de Todos, donde no hay uniformidad respecto al posicionamiento político. El punto de coincidencia obligada es la persecución judicial que, según expresan en todos los sectores, padece la Vicepresidenta. Por eso en el discurso habrá un mensaje para la Corte Suprema y para la justicia federal, los principales apuntados por el oficialismo.
El segundo eje es la defensa de la gestión de su gobierno, enmarcada en el daño mundial, y local, que generaron la pandemia y la invasión de Rusia a Ucrania, lo que desató una guerra que ya lleva un año y que impactó de lleno en la economía del mundo. La falta de insumos, la inflación descontrolada, la demora en la llegada del combustible a la región. Una foto de los problemas que tuvo que afrontar.
Aunque haya una gran cantidad de funcionarios que consideran que no se debería hablar más de las vacunas, el sistema de salud y las medidas posguerra, porque son parte del pasado, Fernández insiste, en público y en privado, con la repetición de esa idea. Sostiene que la gente debe comprender el grado de dificultad en el que tuvo que llevar adelante su gobierno y lo que cree que son rasgos positivos de su gestión en medio ese complejo contexto internacional.
Fernández tiene en su agenda el avance en la obra pública, la construcción del gasoducto Néstor Kirchner y la entrega de viviendas como puntos determinantes de la gestión que se ve. Se encargará de resaltarlos y defenderlos en el tiempo que dure la exposición en el Congreso.
Un tercer eje será la economía. La lucha para bajar la inflación, los esfuerzos de Sergio Massa para engrosar las reservas del Banco Central, las ventajas al campo para liquidar la soja, la reapertura de paritarias para que los sueldos no pierdan con la inflación y la especulación de algunos empresarios en la cadena de precios.
Se espera que resalte y apoye la gestión del ministro de Economía, quien ha tratado de equilibrar la variables de la macroeconomía en un contexto político y financiero muy complejo. La economía, sabe el Presidente, es el punto débil de la gestión, luego de que la inflación interanual bordeara el 100%. Por eso la pondrá en el centro de la escena como la batalla principal que está dando en tiempos de elecciones.
Un cuarto eje será la agenda internacional en la que está inmerso Argentina. La posibilidad de exportar gas, las reuniones con los principales líderes del mundo, el regreso de Lula da Silva a la presidencia de Brasil y el beneficio que ese movimiento político genera en la relación comercial de los dos países, su rol en la CELAC, como punto de encuentro de todos los países de Latinoamérica, y su mensaje claro sobre la necesidad de que la guerra se termine que desparramado en las giras por el exterior.
Aún restan varios días para que el Presidente y sus funcionarios terminen el diseño final del discurso. Habrá cambios, retoques, temas nuevos que se sumen. Será la última exposición de Alberto Fernández como presidente durante la apertura de sesiones ordinarias. Al menos, en este mandato. Porque el Jefe de Estado sigue considerando como una opción válida pelear por la reelección, lo que ha tensado al máximo, nuevamente, su relación con el kirchnerismo.
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