Alberto Fernández y CFK, ¿sin novedad en el Frente?

Alberto Fernández y CFK, ¿sin novedad en el Frente?

El kirchnerismo posicionó a CFK como arquitecta 2023. Fernández no cede y estira la definición. El off de la discordia y el traspié de Wado que saboreó el albertismo.

Por Gabriela Pepe

 

“No importa el lugar que uno ocupe. Nunca en mi vida los voy a abandonar. Tranquilos”. Abajo del escenario, fuera de las cámaras, Cristina Fernández de Kirchner le respondió en Río Negro a la militancia que pedía por su candidatura presidencial. Había cerrado hacía pocos minutos el discurso que la Casa Rosada seguía con atención en medio de la presión cristinista para que Alberto Fernández desista de la carrera por la reelección. Desde Viedma, la vicepresidenta volvió a sorprender. No cargó contra el Presidente, esquivó la definición electoral y se limitó a trazar un rumbo a seguir, en particular en lo económico y en relación al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

 

Cristina tampoco participó del plenario que organizó en Avellaneda la dirigencia que le pide que revea su decisión de no ser candidata “a nada” en las próximas elecciones. Sin decisión concreta para anunciar, la vicepresidenta deja que los propios trabajen y acumulen, mientras ella define los pasos a seguir. Su participación hubiera significado una señal de aprobación al operativo clamor que, por ahora, resiste. En cambio, CFK se ubica con comodidad nuevamente en su rol de arquitecta política del Frente de Todos (FdT).

La Casa Rosada respira aliviada. El entorno del Presidente contaba con que el fin de esta semana quedaría copado por el protagonismo cristinista, con una seguidilla de eventos que comenzaron el jueves 9 con la publicación de los fundamentos de la condena de la causa Vialidad, siguieron el viernes en Río Negro con el discurso de la vice y terminaron este sábado con el plenario de Avellaneda. Algunos vaticinaban, incluso, un “ultimátum” para Fernández.

Fue duro, pero más sutil de lo previsto. Sin nombrarlo, Máximo Kirchner reiteró en el escenario que el Presidente debe “ponerse a disposición del conjunto y abandonar las aventuras personales”. Se refirió al período que comenzó en 2019 como “nuestro gobierno” y reclamó “mayor coraje, mayor decisión” en la toma de decisiones. Nada nuevo bajo el sol. Lo mismo había dicho en noviembre pasado desde Mar del Plata.

Desde entonces, Fernández resiste la embestida. Sigue sin confirmar si peleará por la reelección y patea la definición. Cree que el mensaje de Kirchner era previsible. Quiere mantener la centralidad y ser él, también, quien tenga injerencia en las decisiones del armado electoral. En su entorno sugieren que la confirmación llegará en mayo, cerca del 18, la fecha en la que Cristina lo ungió como candidato en 2019. El detalle no menor es que, en aquella oportunidad, la vicepresidenta iba en la boleta y garantizaba un piso cercano a los 35 puntos.

Cristina también estuvo en Viedma “más moderada” de lo que el albertismo esperaba. Cerca de Fernández celebraron que se pusiera “por encima” de la disputa interna, con un “perfil de estadista, que le queda mucho mejor”, enfocada en temas globales y económicos, sin críticas directas al Presidente, a pesar de alguna chicana sobre los off the record. La ven lejos de la candidatura presidencial, aunque la vice sabe sorprender.

“Cristina siempre piensa cómo quiere quedar en la historia”, dice un hombre de larga trayectoria cerca de la vice. No es el único en el kirchnerismo que cree que Cristina preferirá que su nombre quede en los libros como la mujer que fue dos veces electa presidenta, que construyó el regreso del peronismo al poder en 2019 y fue proscripta por un Poder Judicial amañado y mafioso, al tiempo que hizo todo para volver a edificar una victoria en 2023. No tolerará que se diga que fue candidata para buscar fueros.

La vicepresidenta ya dejó claro que hará lo que sea necesario para que el peronismo vuelva a ganar las elecciones. “He dado muestras de un pragmatismo cuando se trata de los intereses del país que ya no sé qué más debería hacer”, dijo el viernes en Viedma. Como contó este portal, la visita de la vicepresidenta a esa provincia fue también una señal política para todo oficialismo.

Para buscar la victoria, Cristina bendijo en Río Negro la alianza electoral que selló el senador Alberto Weretilneck con La Cámpora y parte de la UCR. Otro sector del kirchnerismo local quedó desconcertado. Afuera de la alianza quedó el ministro de Justicia, Martín Soria, que siempre fue cercano a la vicepresidenta. También aquellos que denunciaron la represión de la policía que responde a la gobernadora Arabela Carreras, aliada de Weretilneck, en Lago Escondido. La vice volvió a dejar a todos en off side. Carreras la recibió el viernes en Viedma en el aeropuerto junto al senador de La Cámpora Martín Doñate. Después, la gobernadora tuvo que irse del acto por el abucheo de la militancia, que tampoco compartió la definición electoral de su líder en la provincia, aunque seguramente acatará en las urnas.

El papel de Cristina como arquitecta de la estrategia electoral del FdT fue lo que reclamó Kirchner en Avellaneda, mientras el resto de la dirigencia pidió por su candidatura presidencial. “Tenemos un desafío enorme por delante, podemos construir ese lugar que le permita a quien diseñó la estrategia en 2019 que vuelva a diseñarla”, dijo el diputado, que ya advirtió en privado que no será fácil convencer a la vice de que revea su decisión de no ser candidata “a nada” en las próximas elecciones.

Fue el puntapié para pedirle al Presidente que se ponga “a disposición del conjunto” y para enrostrarle, sin decirlo, el off the record de la discordia, publicado por El Destape, que le atribuyó a Fernández una frase según la cual habría dicho que podría ser él quien “termine con 20 años de kirchnerismo”. “Parece mentira muchas veces que tras la persecución del Partido Judicial y el hostigamiento mediático haya compañeros y compañeros que estén más interesados en ganarle a Cristina que en sacar el país adelante”, disparó.

Aunque las declaraciones fueron negadas por la Casa Rosada, el cristinismo sabe que el Presidente habla desde hace tiempo del agotamiento del ciclo kirchnerista, dos décadas después. Como publicó Letra P en octubre del año pasado, Fernández se explayó sobre el tema durante una cena que mantuvo con 15 diputados y diputadas del FdT el 14 de septiembre. Habló de la renovación de nombres, de desgaste y de nuevas demandas de la sociedad. Uno de los comensales corrió con el cuento a Kirchner, que lo interpretó como una intención de jubilar a Cristina. Cerca de Fernández dicen que no fue el objetivo y que el Presidente se refiere a la necesidad de impulsar una renovación en el mensaje. Que el kirchnerismo debe “aggiornarse”.

“¿Y la cara de la renovación del kirchnerismo sería él, que dice que lo fundó? Ya no sabe qué inventar Alberto”, se mofaron en el cristinismo. Cristina lo cruzó directamente esta semana en un acto en el Senado: “En off se dicen barbaridades que después se niegan”.

Las acciones del sector identificado con la vicepresidenta venían en alza hasta mediados de la semana, cuando el albertismo saboreó el traspié del ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, en su visita a Expoagro, donde se fotografió con Jorge Rendo, presidente del directorio del Grupo Clarín. Rendo fue, además, uno de los excursionistas del viaje que fiscales, exagentes de inteligencia y jueces hicieron a Lago Escondido junto a funcionarios del gobierno de Horacio Rodríguez Larreta. El kirchnerismo denunció el viaje como parte de la construcción de la red de lawfare que persigue y condenó a Cristina.

De Pedro actúa como canciller de La Cámpora y tiene entre sus funciones la de tender puentes con sectores y referentes refractarios al cristinismo. Muchos no imaginaban que los puentes podían llegar tan lejos. “¿Vos también tenés una foto con Rendo?”, fue la broma que circuló en el campamento albertista, donde recordaban, además, que el kirchnerismo había fustigado a Daniel Scioli cuando asistió a Expoagro, en 2015. El ministro tuvo que salir a explicar a los propios que el encuentro había sido casual y que Rendo era “uno de los 400 empresarios” presentes.

“Hasta ahora parecía que ellos meaban agua bendita. Se terminó”, resumió el episodio un confidente de Fernández. Otro sugirió que la foto “pinchó” la alternativa Wado como candidato. Cristina, por lo pronto, salió a salvarlo en público con la mención que hizo en el acto de Viedma. “Creo que el que mejor lo definió fue el ministro del Interior, Wado de Pedro, cuando dijo 'han reemplazado al código electoral por el código penal'”, dijo sobre la condena en su contra. En la misma tribuna, la vicepresidenta también deslizó al pasar el nombre de Sergio Massa. Lo llamó por su nombre de pila y lo elogió al decir que debió tomar “cartas en el asunto” del festival de importaciones. Kirchner también lo mencionó en Avellaneda de manera positiva. Por el momento, quedó a salvo de las balas, a pesar de las menciones constantes a la necesidad de revisar el acuerdo con el Fondo y de que los números de la inflación van a contramano de lo esperado. En el Gobierno ahora dicen que la baja del IPC podría darse recién en abril. Se revelaría a mediados de mayo.

La guerra táctica se mantiene. Cristina inauguró en Viedma una gira que promete tener varias paradas. El intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, le pidió este sábado a la militancia “llegar a junio con más actos” para pedir por la candidatura de Cristina. Junio sería demasiado lejos en el tiempo. El cristinismo pretende que Fernández defina antes su futuro electoral. Una curiosidad: la disputa es entre dos líderes, Presidente y vice, que pelean por la centralidad del espacio, pero a quienes ni sus propios entornos ven como posibles candidatos. Fernández estira el tiempo y también manda señales. Este sábado estuvo en Luján, en la actividad que organizó el cura José “Pepe” Di Paola por los 15 años de la Federación de Hogares de Cristo. Llegó en helicóptero acompañado por Scioli, que se mueve como en campaña de la mano del Presidente.

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