El presidente electo arribó en un vuelo de Aeroméxico, acompañado por el diputado nacional Felipe Solá, por su vocero, Juan Pablo Biondi, y su pareja, Fabiola Yáñez. En el aeropuerto lo recibió el embajador argentino, Ezequiel Sabor, y el Subsecretario para América Latina y el Caribe de la cancillería mexicana, Maximiliano Reyes Zuñiga
El vuelo 029 de AeroMéxico que transportaba al presidente electo aterrizó a las 6.01 hora local. En el aeropuerto, lo esperaba el embajador argentino en México, Ezequiel Sabor. Desde allí, se trasladaron al hotel en una caravana de cuatro camionetas blancas y una negra.
Apenas descendió del avión, Alberto Fernández se dirigió a uno de los salones VIP del aeropuerto donde mantuvo una breve reunión con uno de sus anfitriones, Maximiliano Reyes Zúñiga, subseccretario para América Latina y el Caribe de la cancillería mexicana.
Reyes Zúñiga es el organizador de la visita a México de Alberto Fernández, con quien estuvo en Buenos Aires a comienzos de octubre, ultimando los detalles de este viaje cuyo objetivo principal es el encuentro con el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Con esta gira, Alberto Fernández pone una pausa a la transición y a las ansiedades que genera ese proceso hasta el día de su asunción. Desde las medidas que preparan sus equipos a las designaciones de ministros y futuros funcionarios.
Alberto Fernández bromea con Maximiliano Reyes Zúñiga, el funcionario del gobierno mexicano que lo recibió en el aeropuerto. A la derecha, en segundo plano, el embajador argentino en ese país, Ezequiel Sabor
El presidente electo viajó con una estrecha comitiva: el diputado nacional Felipe Solá, sobre quien se especula podría ser su canciller (algunos arriesgan que lo obvio no será y tal vez sea designado jefe de Gabinete, posibilidad que en principio parece lejana); su vocero, Juan Pablo Biondi; Miguel Cuberos, ex funcionario, colaborador de confianza e integrante del Grupo Callao, y su pareja, Fabiola Yáñez.
Es casi el mismo estrecho círculo con el que estuvo en Madrid en septiembre, después de su triunfo en las PASO, el otro viaje de gran relevancia. No viajó en esta oportunidad Santiago Cafiero quien junto a Gustavo Béliz, Vilma Ibarra y Eduardo ‘Wado’ De Pedro conforma la comisión que está a cargo de las conversaciones para la transición con funcionarios del actual Gobierno. Con De Pedro cenó el jueves y tuvo larga sobremesa. Además, en la tarde del viernes, antes de ir a Ezeiza, también conversó con Sergio Massa quien puso en marcha estos días los preparativos para las leyes que planean tratar a partir del 10 de diciembre.
La agenda pública del viaje tiene marcadas hasta ahora tres actividades: un almuerzo con el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, una reunión con el empresario Carlos Slim y una clase magistral en la Universidad Nacional Autónoma de México.
La cita con López Obrador fue uno de los deseos postergados durante la campaña por Fernández que sí viajó a Uruguay a encontrarse con José ‘Pepe’ Mujica y con el candidato a presidente Daniel Martínez (a ambos los recibió a su vez en Buenos Aires); a Bolivia, para ver a Evo Morales y al Perú donde estuvo con Martín Vizcarra. En España, otro de sus viajes, mantuvo una charla no oficial con el presidente Pedro Sánchez y con el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero, entre otras actividades. Desde allí fue y regresó en el mismo día a Lisboa donde junto a Solá conversó con el primer ministro Antonio Costa.
El presidente electo fue recibido en el aeropuerto por el funcionario mexicano Maximiliano Reyes Zúñiga, organizador del viaje de Alberto Fernández
En aquella mini gira europea avanzó sobre los vínculos entre la Comunidad Económica Europea y Argentina y el acuerdo pendiente (él planteó superar las distorsiones para impulsar el intercambio comercial) mientras que con el portugués habló sobre cómo se sale de la crisis y se paga la deuda. Con los referentes latinoamericanos los temas han sido dos: integración regional y Venezuela, país respecto al cual el presidente electo impulsa una salida institucional a través del diálogo interno, como piden México y Uruguay, y sin intervención extranjera. Fernández también hizo un viaje fugaz a Brasil donde visitó en la cárcel al ex presidente Lula Da Silva. El domingo lo recordó sobre el escenario y pidió por su libertad.
Aunque el presidente electo planea un viaje a Estados Unidos, su primer visita estaría vinculada al proyecto de inversiones en Vaca Muerta y no a la renegociación de la deuda. Su decisión de ir a México antes que a otro lugar y haber esquivado Washington no es casual. Por ahora prefiere que los contactos sean a un nivel menos visible.
Según lo previsto, el lunes Fernández visitará a López Obrador con quien conversará sobre el progresismo en la región; las fallidas recetas neoliberales según su visión; y su decisión geopolítica de privilegiar a América latina y fortalecer el vínculo entre los países que la integran.
El día anterior al segundo debate, Fernández recibió en su oficina de la calle México al secretario de Asuntos Latinoamericanos, Maximiliano Reyes Zúñiga, con quien empezó a combinar los detalles de la agenda. El domingo por la noche, cuando el triunfo del Frente de Todos fue oficial, el ganador recibió el llamado de López Obrador.
Como ya empezó a hacer en Argentina, el presidente electo también buscó contactos con inversores. En México verá al gigante de las telecomunicaciones, Carlos Slim, cuya empresa, América Móvil SAB, opera en el país a través de la marca Claro.
El martes 5, el futuro presidente dictará una clase magistral en el Antiguo Colegio de San Ildefonso a partir de las 18, con cupo limitado y abierta al público en general. Bajo el título “Desafíos de América latina”, el evento es impulsado por la organización de la universidad Diálogos por la Democracia.
El regreso de Fernández está previsto para el miércoles 6 y genera mucha expectativa la posibilidad de que vuelva con anuncios sobre las conversaciones que mantenga en el DF o que aproveche el tiempo y la distancia para tomar algunas decisiones. De todos modos cerca suyo aseguran que no habrá confirmación de gabinete sino hasta la última semana de noviembre, tal vez unos días antes pero no más. La razón: no quiere filtraciones de información sobre medidas que impulsará y especialmente intenta evitar el desgaste político y mediático de quienes sean sus elegidos.
La novedad cuando pise Buenos Aires será, posiblemente, la realización de su primera conferencia de prensa para hablar de todos los temas que concitan la atención pública.
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