La reunión de jefes de Estado tiene como objetivo protocolar que Jair Bolsonaro asuma la presidencia Pro Tempore del bloque regional, pero la convocatoria también pondrá de manifiesto las diferencias geopolíticas que separan al país de Brasil y Uruguay
A partir de las once de la mañana, Alberto Fernández se encontrará en una encrucijada que puede ponerlo para siempre en la historia de las Relaciones Exteriores de América Latina: si replica a Jair Bolsonaro y Luis Lacalle Pou como un estudiante de derecho en una Asamblea Universitaria, el Mercosur iniciará una parálisis cercana a la agonía institucional.
En cambio, si el Presidente pide disculpas a Bolsonaro por su interpretación personal sobre el nacimiento de la sociedad brasileña, y busca un punto de contacto político con Lacalle Pou para encontrar una salida consensuada sobre sus planteos económicos, el Mercosur sobrevivirá a la espera de una reforma consensuada y profunda que lo lleve al siglo XXI.
Brasil es el principal aliado regional de la Argentina y la historia común con Uruguay es infinita. Entonces, Alberto Fernández tiene la oportunidad de salvar al Mercosur, y evitar que el país -otra vez- quede aislado de sus socios tradicionales y plegado a los regímenes populistas que gobiernan en Bolivia, Nicaragua y Venezuela.
Alberto Fernández y Bolsonaro se odian mutuamente, y esa relación personal jamás cambiará. Pero el jefe de estado de Brasil hoy no tiene previsto hacer un planteo exhaustivo de las coincidencias con Lacalle Pou y las fuertes desavenencias que tiene con la Argentina.
Bolsonaro sólo quiere recibir la Presidencia Pro Tempore del Mercosur con el menor conflicto posible. y una vez a cargo, fijar y ejecutar su propia agenda geopolítica junto a Lacalle Pou y Mario Abdo Benítez, líder paraguayo. Si Alberto Fernández no hace un gesto diplomático con Brasil y busca un consenso relativo con Uruguay, Argentina va rumbo a una inédita soledad multilateral en el Cono Sur.
Alberto Fernández fue derrotado en organismos multilaterales -Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos- cuando se negó a apoyar resoluciones que lideraban Alemania, Francia, Italia, Brasil, Colombia, Canadá y Ecuador para condenar las violaciones de los Derechos Humanos en Venezuela y Nicaragua.
El presidente se mantuvo obstinado en estos dos casos, y Argentina pagó un alto costo en política exterior.
Pero hace pocos días, cuando nadie lo esperaba, el jefe de Estado hizo un movimiento diplomático para evitar una estrepitosa caída en la CAF. Aceptó que su candidato, Christian Asinelli, no podía derrotar a Sergio Díaz Granados, y decidió ceder la posición y apoyar la carta que jugaban Colombia, Perú, Ecuador, Brasil, Uruguay y Paraguay.
Alberto Fernández movió con inteligencia: se sumó al consenso regional, trocó una derrota de 11 a 7 en favor de Díaz-Granados, y logró que Asinelli obtuviera 17 votos para ocupar la vicepresidencia de la CAF. Si no hubiera hecho ese gambito, otra vez caía vencido junto a México, Bolivia, Venezuela y Trinidad de Tobago.
Gustavo Beliz fue protagonista en el cambio de paso de Alberto Fernández en la votación de la CAF. Y Daniel Scioli ha trabajado en silencio para evitar que Bolsonaro gatille un nuevo conflicto en el Mercosur. A Beliz le salió bien, con Bolsonaro todo es un albur que se devela en tiempo real.
Si Alberto Fernández usa la variable CAF, tiene muchas chances de coronar una tregua. Francisco Bustillo, es el canciller de Uruguay y muy amigo del Presidente. De hecho, cuando Bustillo viene a Buenos Aires, duerme en la Residencia de Huéspedes de la quinta de Olivos. Y antes de dormir, los dos amigos protagonizan larguísimas sobremesas.
“La posición del canciller (Francisco Bustillo) y de la ministra de Economía y Finanzas (Azucena Arbeleche) consistió en defender la modernización del bloque, a través de una agenda de negociaciones externas sustantiva, ágil, dinámica, flexible y permanente”, indicó un comunicado emitido por el Ministerio de Relaciones Exteriores del Uruguay, tras una reunión ministros de Relaciones Exteriores del Mercosur.
Es decir: Lacalle Pou anunció en términos diplomáticos que iniciará negociaciones comerciales con otros países o bloques geopolíticos, pese a que está prohibido que los socios del Mercosur actúen por separado.
Y la única manera de evitar que ese planteo final de Uruguay aparezca hoy en la Cumbre, es que Alberto Fernández acuerde con Bustillo una estrategia diplomática que permita a Lacalle Pou ratificar su decisión de “flexibilizar” el Mercosur y a continuación -por ejemplo- se abra una instancia técnica que quedaría en manos de los cancilleres.
Si Lacalle Pou inicia su discurso en la Cumbre sin un acuerdo con la Argentina, el Mercosur corre peligro de muerte. Alberto Fernández podría replicar la propuesta de su colega uruguayo, y a partir de allí puede haber una escalada diplomática con final impredecible.
El Presidente desea un bloque regional unido y sin free rider. Lacalle ya fijó posición pública, Abdo Benítez siempre mira a Brasil, y Bolsonaro juega al poker en el Palacio del Planalto.
No hay un sólo protagonista del Mercosur que pueda lograr consensos diplomáticos y evitar la implosión interna. Hay desconfianza mutua y muchos intereses políticos bajo riesgo. Es la peor hora del foro regional.
Por Román Lejtman
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