Sucedió ayer a la tarde en Olivos, tras los sucesivos asados que el Presidente compartió con los diputados del Frente de Todos y los gobernadores oficialistas
No hubo una copa de champagne para brindar, y tampoco un pedazo de pan dulce. Sólo un té -ella- y un café -él-, que apenas sirvieron para mitigar la tensión personal de noventa minutos que se usaron para repasar la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), las consecuencias institucionales del rechazo al Presupuesto 2022, y la próxima agenda política del Gobierno.
Cristina Fernández llegó a Olivos cerca de las 18, y se reunió a solas con Alberto Fernández en el quincho de la quinta presidencial. No hubo selfie, ni tuit con los dedos en V. La Vicepresidente sigue de cerca la negociación con el FMI, y el jefe de Estado comentó las novedades que deberían pasar hoy en Washington.
Los dos conocen el informe del Fondo que hará una evaluación crítica del uso que hizo Mauricio Macri de los 44.000 millones de dólares del crédito Stand-By que obtuvo por decisión política de Donald Trump cuando ocupaba la Casa Blanca.
Alberto Fernández aprovechará ese dossier técnico para castigar el programa económico que intento implementar Macri, y CFK adelantó ayer que comparte esa estrategia de comunicación para acotar los márgenes políticos y mediáticos de Juntos por el Cambio.
El jefe de Estado y la vicepresidente coinciden en transformar a Macri en un blanco móvil, pero mantienen sus diferencias respecto al cierre final del acuerdo con el FMI. La definición que tiene Alberto Fernández sobre un eventual programa sustentable para pagar la deuda, es diferente sobre los conceptos que maneja Cristina cuando trata este asunto geopolítico con Axel Kicillof y Máximo Kirchner.
Estas diferencias macroeconómicas, que CFK aún oculta y que Máximo expone con cierta ironía verbal, causan un sistemático malhumor al Presidente. “Veremos”, dijo el diputado Kirchner cuando le preguntaron si apoyaría el acuerdo que Alberto Fernández y Martín Guzmán negocian con Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.
Esta definición política de Máximo, y su corto discurso que implosionó el acuerdo para aprobar el presupuesto 2022 en Diputados, fueron analizados por el Presidente y Cristina. Alberto Fernández cuestionó el modo y el contenido, mientras que la vicepresidente hizo una defensa política de su hijo mayor.
No se pusieron de acuerdo. Los dos comparten el mismo espacio de poder, pero tienen sueños distintos. Alberto Fernández desea su reelección en 2023, y CFK ya piensa en otro candidato para preservar su dominio en el Frente de Todos. El Presidente quiere terminar con la tutela de Cristina, y al margen de las sonrisas, las fotos y los discursos, este supuesto secreto de estado ya es una de las 20 verdades peronistas.
Tras analizar la negociación con el FMI y el fracaso del Presupuesto, Alberto Fernández y CFK pusieron proa hacia el 2022. Los dos coincidieron en señalar que el año próximo será clave para la recuperación económica y social, y que los índices de desempleo, pobreza y de la balanza comercial van a determinar el destino final del Frente de Todos.
A diferencia de otros cónclaves en Olivos, la Vicepresidente no exigió que rodaran cabezas en el Gobierno. Era un clásico político cuando Santiago Cafiero, Juan Pablo Biondi y Julio Vitobello cuidaban las espaldas del jefe de Estado. CFK ahora está enfocada en asegurar los límites de la negociación con el FMI, apuntalar en público y condicionar en privado a Alberto Fernández, y a preservar su poder interno pese a perder el quórum propio en el Senado.
Cuando caía el sol en Olivos, el Presidente acompañó a Cristina hasta su auto oficial. Fue un típico encuentro entre dos socios políticos que se necesitan y se desconfían. Es probable que hablen antes de la cena de Nochebuena. Una formalidad entre gente educada.
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