Con el diálogo roto, al punto de no saludarse en su último encuentro, el Presidente y la vice esperan las PASO pensando en sus legados. La ausencia de ambos en la campaña.
Por Gabriela Pepe
No volvieron a verse después del 9 de julio, cuando junto a Sergio Massa inauguraron el gasoducto Néstor Kirchner, un hito en la gestión del Gobierno que construyeron juntos en 2019. Ese último día de encuentro, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner compartieron la foto pública, pero abandonaron las formalidades y, en privado, ni siquiera se saludaron. Habían pasado dos semanas desde el cierre del último acuerdo posible, la precandidatura presidencial del ministro de Economía, que sellaron a través de Juan Manuel Olmos. Hallado el intermediario perfecto, los Fernández nunca más cruzaron palabra.
No volvieron a verse después del 9 de julio, cuando junto a Sergio Massa inauguraron el gasoducto Néstor Kirchner, un hito en la gestión del Gobierno que construyeron juntos en 2019. Ese último día de encuentro, Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner compartieron la foto pública, pero abandonaron las formalidades y, en privado, ni siquiera se saludaron. Habían pasado dos semanas desde el cierre del último acuerdo posible, la precandidatura presidencial del ministro de Economía, que sellaron a través de Juan Manuel Olmos. Hallado el intermediario perfecto, los Fernández nunca más cruzaron palabra.
Nadie en Unión por la Patria (UP) volvió a sugerir el armado de la foto de familia, el encuentro tripartito que funcionaba hasta entonces como prueba de que el peronismo había logrado llevar el barco de la unidad hasta la orilla a pesar de la experiencia fallida del gobierno de coalición. Con Massa consagrado como precandidato, el exbinomio electoral bajó el nivel de protagonismo y también de enfrentamiento, con diferentes miradas sobre el futuro en el horizonte.
Cristina salió de la escena pública el 17 de julio, cuando compartió un acto junto a Massa en Ezeiza, donde se celebraron los 15 años de la reestatización de Aerolíneas Argentinas. El discurso de aquella tarde fue la tercera muestra de apoyo de la vicepresidenta al ministro de Economía, con quien se había mostrado el 26 de junio, dos días después del cierre de listas, y el 9 de julio, en la inauguración del gasoducto.
Desde entonces, la vicepresidenta no volvió a hablar sobre temas de la campaña nacional. El 3 de agosto publicó un video en el que se la ve en el Senado junto a Fernando Espinoza, intendente de La Matanza que va por la reelección y se enfrenta a una dura primaria contra Patricia Cubría, del Movimiento Evita. Días antes, Massa había recibido en su despacho a Cubría. Las acciones se contaron como un movimiento coordinado de los líderes de UP para tratar de contener una interna compleja.
Hasta que el crimen de Morena Domínguez obligó a la política a suspender el tramo final de la campaña, Cristina tampoco había confirmado su presencia en el acto de cierre de Massa, programado para el jueves en el Teatro Argentino de La Plata. La vicepresidenta tampoco tenía previsto asistir al de Axel Kicillof que se iba a celebrar el miércoles en Merlo.
La decisión de la exmandataria de sacarle el cuerpo al último tramo de la campaña generó dos versiones en el oficialismo. La más maliciosa indica que Cristina dejó solo a Massa porque vaticina una derrota electoral. La difunden los operadores del peronismo no kirchnerista, que ven supuesta falta de compromiso por parte del dispositivo que responde a ella en la campaña. Creen que el camporismo se enfoca demasiado en los distritos en los que dará batallas propias, Hurlingham, Quilmes y Lanús, y poco en los demás. En el búnker ubicado en la calle Bartolomé Mitre lo desmienten. Allí tiene su oficina Eduardo de Pedro, jefe de campaña de Massa que responde a Cristina y puso a su equipo a trabajar para el precandidato presidencial.
La versión benévola indica que la vicepresidenta dio un paso al costado después de darle su apoyo explícito para garantizarle el piso propio y dejar luego que el ministro de Economía sume votos por fuera del universo K. Es la línea que abona el Instituto Patria. “Cristina está encima de toda la estrategia, es materia de consulta permanente”, dicen en el cristinismo, donde remarcan que la boleta de Massa en la provincia de Buenos Aires tiene detrás a todo el dispositivo que responde a la vicepresidenta, Eduardo de Pedro y Juliana di Tullio como precandidatos a senador, Máximo Kirchner en la boleta de Diputados, Axel Kicillof que va por la reelección como gobernador. Di Tullio fue la vocera que en los últimos días se encargó de dejar en claro que Massa es “el candidato de Cristina”.
Cerca de Massa coinciden en que el ministro y Cristina mantienen un diálogo diario y que las acciones de campaña están coordinadas. “Cristina ya hizo su aporte. Si tiene baja exposición es para que Sergio crezca con volumen propio y amplíe”, afirma un hombre que responde a la vicepresidenta. Los votos que aporte a la interna Juan Grabois, que el precandidato de Patria Grande describe como kirchneristas puros, se sumarán en octubre a los de Massa.
En silencio sobre la campaña nacional, Cristina se cruzó en los últimos días con Mauricio Macri por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Este jueves voló a Río Gallegos, donde el domingo irá a emitir su voto. No está confirmado si volverá ese día para estar en el búnker donde UP esperará los resultados de las elecciones.
Sobre su rol en el futuro le preguntaron en las últimas horas a Massa. El ministro de Economía dijo que la vicepresidenta “eligió un rol de consejera y de mirar la política sin lugar institucional” y que la relación que tienen le permite soñarse “haciendo un café semanal o quincenal con Cristina y hablando sobre todo de geopolítica, que entiende mucho”. El postulante presidencial tuvo que explicar varias veces en los últimos días por qué su relación con Cristina sería diferente de la que tiene Fernández, en caso de que llegue a la Presidencia.
“Sergio es muy inteligente en su relación con Cristina. La tiene informada sobre todo lo que hace, le consulta, ella le tiene mucho respeto en su trabajo”, dice un dirigente que dialoga con la vicepresidenta. El candidato de UP sabe que Cristina es la líder del espacio más importante del peronismo y que hay un núcleo duro al que solo podrá seducir si ella lo avala.
Más allá de Massa, lo cierto es que la vicepresidenta apuesta a la supervivencia de sus herederos políticos post 2023 y a conservar un núcleo fuerte de poder, que se verá reflejado en la provincia de Buenos Aires, si Kicillof consigue la reelección, y en el Congreso, que estará poblado de los referentes kirchneristas que Cristina impuso en el armado de listas.
Por razones diferentes, Fernández también se mantuvo al margen durante la campaña. “Es el momento de Sergio”, dicen en la Casa Rosada. “Estoy tratando de mantenerme con mucho esfuerzo afuera de la campaña. Los que tienen que hacer campaña son los candidatos”, dijo el Presidente el miércoles, en diálogo con Radio con Vos. En su entorno explican que dedicó sus últimas semanas a “poner en valor” la gestión de gobierno. “Están haciendo campaña con la gestión, así que mala no debe ser”, apuntan cerca del Presidente.
Fernández y Massa también tienen un diálogo permanente. El Presidente trabajó junto al ministro en el cierre de las negociaciones con el FMI. Habló con Kristalina Georgieva y con los líderes de la Unión Europea para pedir apoyo para la Argentina, negoció personalmente con el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, la ayuda del Banco de Desarrollo de América Latina- CAF - que otorgó un préstamo puente de mil millones de dólares -, y con el líder chino Xi Jinping para pedir la ampliación del swap.
El Presidente cree que dejará en diciembre la Casa Rosada en manos de Massa. Está confiado en que el ministro de Economía es “un buen candidato” a pesar de las dificultades y que la estructura del peronismo lo respalda en pleno y lo ayudará a ganar. “Siempre dije que Sergio es la persona que más se preparó para ser presidente”, repite Fernández cuando le consultan por el candidato de UP.
Más allá de Massa, el Presidente vislumbra que las elecciones marcarán un punto de inflexión para el peronismo y, sea cual fuere el resultado, terminarán con el reinado del kirchnerismo dentro del movimiento. Sin Cristina en la boleta, cree que ya nada será igual para el sector que representa la vicepresidenta. Las encuestas que maneja la Casa Rosada dicen que el electorado no le perdona el bombardeo a su propio gobierno. A Fernández no le va mucho mejor: los índices de desaprobación del Gobierno están cerca de los de 2001.
El Presidente está convencido de que la lectura retrospectiva sobre su gestión será más benévola en el futuro y que en algún momento se le reconocerá que privilegió la unidad del peronismo por sobre sus peleas con Cristina y que su gobierno se mantuvo a pesar de que le tocó atravesar la crisis de la pandemia, la guerra y la sequía. El cristinismo dice que, si pudo completar su mandato, fue gracias a la vice y a Massa. Ambos Fernández abandonaron toda pretensión de diálogo. Todo fluye dentro de un marco razonable con Olmos como intermediario.
El Jefe de Estado ya piensa en el día después del 10 de diciembre: dice que se irá del Gobierno sin manchas de corrupción en su gestión y ya piensa en escribir un libro para dejar testimonio sobre sus cuatro años en la Presidencia.
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