El candidato presidencial del Frente de Todos habló en el almuerzo de la Fundación Mediterránea. Allí reiteró la necesidad de un pacto social y de la urgencia por impulsar las exportaciones
Alberto Fernández tiene razón. En 2015 algunos de los gestos y frases que se oyeron en Córdoba hubieran sonado inverosímiles. Por ejemplo las coincidencias entre el análisis del presidente del IERAL, el Instituto de Investigaciones de la Fundación Mediterránea, Marcelo Capello, y el discurso que pronunció el candidato a presidente del Frente de Todos que lleva como compañera de fórmula a Cristina Kirchner. Ambos hablaron de la necesidad de un pacto social, de la urgencia por impulsar las exportaciones y del peso de la deuda y del déficit en la Argentina.
El diagnóstico de Capello fue duro. Mencionó como principal problema la cantidad de gente bajo la línea de pobreza, la pérdida de reservas del Banco Central y la necesidad de exportar y aprovechar el tipo de cambio. “Si se mantiene, puede dar lugar a un proceso exportable”, señaló mientras mencionaba como otras oportunidades el litio y Vaca Muerta, temas habituales en el discurso del candidato opositor. “Hay que parar la gotera que es el déficit fiscal. Si no paramos la gotera, la culpa es del balde que es la deuda”, alertó mientras proyectaba un gráfico con los números que después usó como ejemplo el dirigente peronista.
Cuando Fernández subió al atril, reemplazaban en las meses los platos donde sirvieron bruschetta de jamón crudo, criolla de paltas y tomates asados por el plato principal, pollo relleno de lomo ahumado y cebollas asadas con coulis de pimientos. Sonrió cuando mencionó su alegría por estar en la Fundación Mediterránea y recordó su trabajo con Carlos Sánchez, ex presidente del IERAL. Tras agradecer a la presidenta de la Fundación, María Pía Astori, y a su amigo el empresario y ex senador Roberto Urquía, calificó como “muy bueno” el diagnóstico. Y dos veces separó en sílabas para remarcar que es “in-cre- í-ble” lo que sucedió en la economía durante los últimos años. “Es impresionante que en tan poco tiempo se haya generado tan gran deuda”, dijo en público sobre una preocupación que repite en privado. De hecho, es tema recurrente en sus charlas fuera de micrófono: cómo renegociar con el Fondo Monetario Internacional y cómo pagar la deuda y al mismo tiempo que crezca la economía. La receta apenas la revela aunque este mediodía avanzó un poco más. La salida a la uruguaya, ganar más tiempo sin quita de deuda, fue lo que propuso a un auditorio ávido de información concreta más que de promesas.
Fernández no se sorprendió con el aviso del FMI sobre el freno al envío de la última partida para Argentina. En sus sucesivos encuentros con economistas y con la delegación del organismo internacional manifestó su preocupación por el uso del desembolso para evitar la suba del dólar que termina, advirtió, en fuga de divisas. Cree necesario usar de otra manera ese dinero, para recomprar deuda. “Sería útil”, se le oyó. Y piensa también que el FMI pedirá que se haga una quita a los acreedores privados y que cree será un “fuerte condicionamiento” para el próximo gobierno. A los empresarios les habló sobre lo que probablemente querían escuchar, que sólo creciendo y exportando se pagará lo que se debe al tiempo que criticó las tasas de interés y calificó como “dañino” el cepo K. La deuda macrista y el cepo cristinista fueron “atajos para coyunturas que no se pueden mantener”. Propuso además potenciar tanto el campo como la industria y los invitó a dejar atrás la grieta.
Fernández espera al 28 de octubre para conversar lo que haya que conversar si es electo presidente. Por ahora, busca incrementar su caudal político con encuentros con todos los sectores. También con los votos que le darán las urnas. Con esa legitimidad política, iniciaría conversaciones con Washington y, como lo hizo Néstor Kirchner, convalidaría lo que negocie a través de una ley en el Congreso.
“Hoy no podemos decirles a los acreedores que esta deuda la tomó una dictadura, la tomó un gobierno democrático”, expresó en el almuerzo que tuvo lugar en el Holiday Inn, donde reiteró que su compromiso es pagar.
Gestos y presencias políticas
La cita fue la presentación de Fernández ante el máximo poder económico y político de Córdoba, distrito anti K, único lugar junto con la Ciudad de Buenos Aires donde cayó derrotado. En su mayoría, los empresarios lo esperaban con expectativa y muchas preguntas. Esta vez sin embargo no las hubo, fue sólo un discurso unidireccional. Hubo quien se quedó con dudas aunque el auditorio reaccionó varias veces con aplausos. Por ejemplo cuando citó a Raúl Alfonsín y su ética de la solidaridad “mal que le pese a (Mario) Negri”. Cerca suyo atribuyeron el aplauso a la figura del ex presidente radical más que al duro intercambio que mantuvo vía redes sociales con el diputado nacional jefe del bloque de Cambiemos y ex candidato a gobernador cordobés.
Sobre el final y antes de que lo interrumpieran con otro aplauso, hizo una crítica y un mimo al empresariado. “Yo también reniego de los empresarios ventajita, pero hay que ser empresario en Argentina”, enfatizó en referencia a las idas y vuelta de la economía, y repitió.
En la larga mesa armada frente al atril, ocuparon el sitio central Fernández y la presidenta de la Mediterránea, la empresaria de la construcción María Pía Astori. A la derecha del candidato se ubicaron Marcos Brito, Roberto Urquía (presidente de Aceitera General Deheza), Abel Sánchez Terras, Alejandro Asrin (presidente de Tarjeta Naranja) y, entre otros, Luis Pavone. A la izquierda de Astori, Felipe Solá, el senador y presidente del PJ cordobés Carlos Caserio, Sergio Roggio, José Porta, Martín Amengual y Eduardo “Wado” de Pedro. Hubo entre los presentes distintas lecturas. Algunos más cercanos al peronismo llegaron ya con una mirada a favor. Otros, seguros de que Fernández ganará la elección, aunque no lo votaron, quisieron escucharlo y se definieron defraudados con los últimos años de gestión. Ninguno quiso opinar con nombre y apellido aunque varios le dijeron a Infobae que “es lo que hay, habrá que confiar”. En una provincia con electorado adverso, en voz baja todavía hubo quien preguntó si gobernará con independencia de Cristina Fernández.
No faltaron además las connotaciones políticas. Desde ayer se sabía que no estaría el gobernador Juan Schiaretti ni su mujer, la diputada Alejandra Vigo. Tenían planeado un acto en San Juan con Sergio Uñac y un almuerzo. Sí estuvieron en su representación un par de ministros y además cuatro mesas fueron reservadas para invitados del ministerio de Finanzas, Industria, Gobierno y Agricultura cordobés. Hoy quedó sellada la prescindencia del gobernador. Si quería hacer un gesto, el día hubiera sido hoy.
En cambio detrás de la mesa principal, en la número 3, se ubicó Natalia de la Sota, la hija de José Manuel de la Sota que se ha convertido en una figura cercana y central para Fernández en Córdoba. Para la política local hubo otra señal: el beso y abrazo que la diputada provincial electa De la Sota se dio con Gabriela Estévez, líder de La Cámpora, diputada nacional y candidata a su reelección. Entre los invitados de De la Sota estuvo en su mesa el ex candidato a gobernador del Frente para la Victoria Eduardo Accastello. Otro dato: en el almuerzo estuvo Martín Fresneda, abogado, diputado provincial, hijo de desaparecidos y ex secretario de Derechos Humanos de Cristina Kirchner. Y en la mesa central se sentó Fernando ‘Chino’ Navarro del Movimiento Evita que, más allá de su vínculo con las organizaciones sociales, viene trabajando la estrategia electoral en Córdoba.
Por la mañana Fernández acompañó a Héctor Daer en un congreso de Sanidad
Imagen de los nuevos tiempos fue también la consolidación de Caserio como operador albertista. Jefe del PJ provincial y del bloque de diputados que dejó Miguel Pichetto, se movió con el candidato desde que llegó a las 9:30 en el vuelo 1502 de Aerolíneas Argentinas. Y la centralidad que tienen hoy tanto Felipe Solá como Wado de Pedro y su amigo Miguel Cuberos, que integraron la comitiva junto con el vocero Juan Pablo Biondi.
La breve estadía arrancó a 66 kilómetros poco después de las 10 de la mañana. En La Falda, Fernández participó del Congreso de la Sanidad de Fatsa, el gremio que lidera el secretario general de la CGT, Héctor Daer. Fue otro mensaje para el sindicalismo peronista, al que necesitará para sostener el pacto social que promueve.
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