El jefe de Estado apuesta al diálogo directo con el staff del Fondo para refinanciar la deuda contraída por Macri, y desmiente que Cafiero viaje a Washington para cerrar una audiencia con el presidente de los Estados Unidos
Alberto Fernández apuesta a cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) sin la necesidad de protagonizar una reunión bilateral previa con Joseph Biden, pese a que Estados Unidos controla todas las decisiones políticas del board que puede aprobar - o no- la refinanciación de los 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri con el apoyo de Donald Trump.
“Ya pedimos la audiencia con Biden. Pero no es indispensable para cerrar con el FMI. Estamos negociando con el staff, y es una negociación dura que al final prosperará”, comentó Alberto Fernández en Olivos.
-¿La negociación terminará antes del vencimiento de marzo, cuando haya que pagar cerca de 3.000 millones de dólares?-, le preguntaron al Presidente.
-Soy optimista. La Argentina creció en 2021 más que ningún otro país del G20, y en el Fondo ya saben que no voy a resignar ese crecimiento. Yo no voy aceptar un plan de ajuste, ese es un límite que no pienso pasar.
-¿No ayudaría una encuentro con Biden para acelerar las negociaciones con el FMI?
-No creo. La reunión con Biden sirve para reforzar la relación bilateral, para pensar en la situación regional. No haría un encuentro con Biden sólo por la deuda con el FMI. Me parece que el vínculo entre los dos países es más amplio, y no tiene sentido restringirlo a la deuda que nos dejó Macri.
La estrategia presidencial tiene un problema estructural. La última palabra siempre es del board, al margen de los meses, semanas y días invertidos para evitar un ajuste fiscal desde 2022. Martín Guzmán es a Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, lo que el staff y Kristalina Georgieva es al board del Fondo.
Y el directorio del FMI está sujeto a las decisiones políticas de la Casa Blanca: Raúl Alfonsín negoció con Ronald Reagan; Carlos Menem con George H. W. Bush y Bill Clinton; Néstor Kirchner con George W. Bush y Mauricio Macri con Barack Obama y Donald Trump.
Es la hoja de ruta, es el método clásico. Sin que importen las pertenencias políticas, o las afinidades personales.
La posición estratégica de Balcarce 50 funciona como un alivio geopolítico para la administración demócrata. Biden no comparte las alianzas regionales que urdió Alberto Fernández para acceder a la Presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), y menos todavía que el embajador argentino Daniel Capitanich haya presenciado la asunción de Daniel Ortega junto con un terrorista iraní acusado de volar a la AMIA.
Santiago Cafiero viaja a Washington para explicar a Antony Blinken que Capitanich no sabía que Moshén Rezai participaba de la asunción del dictador de Nicaragua y que el Gobierno solicitó la captura del vicepresidente iraní cuando comprobó su presencia en Managua.
Blinken -secretario de Estado y consejero personal de Biden- ya escuchó esos argumentos en DC. Y los consideró endebles y circunstanciales.
Además de argumentar la posición del Gobierno en América Latina, Cafiero comentará a Blinken que Alberto Fernández aún no tiene decidido firmar la iniciativa china de la Ruta de la Seda, y que ya descartó que capitales de Beijing participen en la construcción de un Polo Logístico Antártico en Ushuaia.
Biden considera que La Ruta de la Seda es una iniciativa de China para profundizar su influencia global, y toma distancia de los países que se suman a esa diagonal geopolítica empujada por Xi Jinping y el Partido Comunista.
El Presidente analizó este proyecto multimillonario con Cafiero y Guzmán, y aún cavila qué hacer al respecto. Tiene pocos días para decidir y anunciar su veredicto: Xi lo espera en Beijing para firmar la Ruta de la Seda en una ceremonia protocolar que espera transmitir Urbi et Orbi.
“Santiago (Cafiero) viaja a Washington para profundizar las relaciones bilaterales. Ese es nuestro principal objetivo. Enfatizar ante Blinken nuestra decisión de establecer una agenda multilateral con todos los países del mundo”, explicó Alberto Fernández cuando caía la tarde del viernes.
-¿No va a insistir con la reunión pedida a Biden?, le comentaron en Olivos.
-No. No es el objetivo central del viaje.
El próximo 4 de febrero, Alberto Fernández exhibirá un hecho inesperado en su agenda internacional. Habrá tenido bilaterales con los principales líderes mundiales -Vladimir Putin, Emmanuel Macron, Francisco, Ángela Merkel, Andrés Manuel López Obrador, Felipe VI, Xi, Mario Draghi y Pedro Sánchez, entre otros-, pero apenas habrá cruzado un saludo presencial con Biden en la cumbre del G20 en Roma.
Una anomalía en la política exterior del Gobierno, en medio de la compleja negociación con el FMI.
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