El presidente Fernández supo ganar una gran base de simpatías al comienzo de la pandemia, que luego se erosionó con el transcurrir de la gestión
Juan Domingo Perón sostenía que en el arte de la conducción política nada se puede realizar por inspiración, y remarcaba que la conducción es producto de la prédica constante y permanente. Esta idea central, de que conducir es emitir mensajes que son recogidos por los representados y que tienen el objetivo de incidir en su conducta, se vuelve esencial para entender una novedad interesante que estamos viendo en la escena política como consecuencia de la pelea entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, los dos principales protagonistas de la coalición de gobierno.
Una novedad que viene a responder algunas preguntas que fueron surgiendo de la mano del conflicto que se vive dentro del oficialismo. ¿Esta pelea entre el Presidente y su vice está produciendo algún cambio en el comportamiento de los votantes del Frente de Todos? ¿Todos los votantes oficialistas tienen la misma simpatía por ambos, o tienen preferencias por la posición de uno o del otro? ¿Cómo afecta la mirada de quienes apoyan al Gobierno este conflicto? Antes de comenzar a respondernos estas preguntas, conviene hacer algún repaso de lo ocurrido hasta aquí en este ciclo del Frente de Todos.
Particularmente, comenzar recordando que este vínculo se origina en la decisión de Cristina Kirchner, en mayo de 2019, de ofrecerle a Alberto Fernández integrar la fórmula presidencial con el objetivo de buscar reunificar al peronismo. Esa decisión tenía, además, la intención estratégica de tratar de captar un apoyo que Cristina difícilmente podía obtener por sí sola de cara a la elección presidencial. Con ese objetivo, el ex jefe de Gabinete debía aportar una base de simpatizantes, que se pudiera sumar a la tradicional base de simpatizantes del kirchnerismo.
Auge y caída de Alberto Fernández
La estrategia funcionó, el Frente de Todos juntó una mayoría que excedía la propia base de simpatizantes del kirchnerismo, y así logró ganar la elección presidencial. Pero rápidamente tuvimos una novedad en la escena, y es que esa base propia que ayudó a aportar Alberto Fernández y todo el peronismo no kirchnerista al triunfo de 2019, se expandió notablemente al comienzo de la pandemia, impulsando la popularidad el Presidente.
Para consignar datos al respecto, en abril de 2020, del total de consultados en nuestro estudio nacional, un 26,9% simpatizaba con el Presidente, pero no con la vicepresidenta. A Alberto Fernández se le había consolidado una base propia de simpatizantes que casi replicaba la base de simpatizantes de Cristina. Esa base propia del Presidente se fue achicando producto del desgaste de una gestión malograda, al punto de reducirse a solo 1,3% en septiembre de 2021. Pero a pesar de esa reducción, el Presidente nunca dejó de cosechar el apoyo de la mayor parte de la base de simpatizantes de Cristina: fueron los tradicionales simpatizantes del kirchnerismo quienes lo sostuvieron en su caída. Tal es así que, hasta abril de este año, la mayor parte de las respectivas bases de simpatizantes de uno y de otro era compartida.
Pero la novedad que aporta nuestro último estudio nacional de Synopsis es que ello dejó de ser así. Este mes registramos esa gran novedad: un marcado desacople entre las bases de simpatizantes de los dos contrincantes oficialistas. Desacople que se manifiesta porque buena parte de los simpatizantes de la vicepresidenta (más del 40% de ellos) señalaron no tener imagen positiva del Presidente. Como si parte de los seguidores de Cristina estuvieran recogiendo el mensaje crítico que brota de su conductora hacia la gestión de Alberto Fernández, y traduciendo eso en una quita de apoyo o de simpatía hacia el Presidente.
"Hasta abril de este año, la mayor parte de las respectivas bases de simpatizantes de Cristina y Alberto era compartida"
La erosión de la imagen del Presidente
El desacople de las bases de simpatizantes favorece –lógicamente– a la vicepresidenta, que sostiene lo que ha sido su base histórica de simpatizantes, mientras que la base de adherentes del Presidente se ha achicado en este último registro a su mínima expresión (19,7%), probablemente como consecuencia de los malos resultados de gestión que han venido erosionando su popularidad.
De esta manera, a Alberto Fernández le está pasando algo que ya le ha venido ocurriendo a Sergio Massa, quien también vino sufriendo un deterioro en su base de simpatizantes. Massa ha venido perdiendo simpatizantes propios, quedándose solamente con la simpatía de algunos de los seguidores de Cristina. Del 15% de personas que manifestaron en nuestro estudio de abril tener buena imagen de Massa, menos de 1 punto porcentual corresponde a personas que tienen buena imagen de Massa pero no tienen buena imagen de Cristina.
Para entender este fenómeno, hay que comprender que gran parte de los apoyos que el oficialismo perdió entre 2019 y 2021 pertenecían a aquella base de simpatizantes que habían aportado Alberto Fernández, Sergio Massa o los gobernadores para juntar el 48,2% de los votos en 2019.
El grueso de esos apoyos fueron votantes independientes que habían decidido acompañar al Frente de Todos por la presencia de Alberto Fernández al frente de la fórmula y a pesar de Cristina Kirchner. Y el grueso de los apoyos que se quedaron sosteniendo la popularidad del Gobierno en 2021 pertenecía a la base histórica de simpatizantes de Cristina.
"El grueso de los apoyos que se quedaron sosteniendo la popularidad del Gobierno en 2021 pertenecía a la base histórica de simpatizantes de Cristina"
Disputa de alto riesgo para Alberto Fernández (y no para Cristina)
Por eso, la pelea con Cristina es sumamente peligrosa para Alberto Fernández, porque hoy depende en gran medida de esos apoyos para sostener condiciones mínimas de gobernabilidad. Y si esa pelea se profundiza, probablemente quien pierda apoyos será el Presidente y no su vice que, crítica de por medio a la gestión de gobierno, seguirá gozando del apoyo de sus propios simpatizantes, quienes le siguen reconociendo su condición de liderazgo.
Si conducir es emitir mensajes para intentar influir en la conducta de los seguidores, los mensajes que están emitiendo la vicepresidenta y sus dirigentes cercanos están efectivamente influyendo en la base de simpatizantes del oficialismo. Un fenómeno que habrá que observar con detenimiento, porque de seguir deteriorándose la popularidad del Presidente, este deterioro terminará afectando seriamente las condiciones de gobernabilidad del oficialismo.
Por Lucas Romero, politólogo y director de Synopsis Consultores.
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