El miércoles por la noche, el presidente fue con Fabiola Yáñez a la casa de su amigo y coordinador de Puebla. Horas antes, reunió a sectores irreconciliables de la centroizquierda del país con el ejemplo del Frente de Todos.
Una cena en la casa de Marco Enríquez-Ominami fuera de la agenda oficial. Un encuentro íntimo del cual solo participaron cinco comensales, como corolario de una reunión que el presidente Alberto Fernández había mantenido con los principales referentes del espacio opositor en Chile en la residencia oficial del embajador Rafael Bielsa. De sendos encuentros se originó el mensaje de "unidad" que una y otra vez repitió el mandatario argentino en su segunda y última jornada de la visita de Estado al país trasandino.
"América latina tiene que estar unida para plantearle al mundo lo que América latina necesita", sostuvo Alberto Fernández en la conferencia de prensa del cierre de su viaje, al que calificó como "más que fructífero" y con cuya evaluación coincidieron referentes del oficialismo y la oposición chilena con los que pudo hablar este medio.
"Divididos somos más débiles en un momento en el que el mundo nos abre una oportunidad de construir un nuevo mundo con otras reglas y donde si el continente estuviera claramente unido, podríamos tener más fuerza para hacer nuestros planteos sobre cómo queremos que sea el mundo post pandemia", remarcó Fernández.
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De la cena en casa de Enríquez-Ominami solo participaron el anfitrión; su esposa, la reconocida periodista Karen Doggenweiler; Fernández y la primera dama, Fabiola Yañez. También estuvo presente el ex senador Carlos Ominami, padre adoptivo de ME-O, como se lo apoda al dirigente del Partido Progresista, uno de los fundadores y coordinadores del Grupo de Puebla. Si Marco mantiene un diálogo político asiduo con el presidente argentino, es Carlos el hombre que lo acercó a su hijo a partir de una relación personal de años.
El convite no estuvo en agenda porque, en rigor, tomó el carácter de una cena de "viejos amigos". Y de lo que conversaron Alberto Fernández y Marco Enriquez-Ominami en esa mesa reducida no se supo aún mucho ya que Fernández debió maniobrar tanto para asistir a esa cena como para encontrarse con gran parte de la oposición chilena. Después de todo, se trataba de un viaje de Estado, con todos los formalismos del caso, y tan solo unas horas antes había sellado una amplia variedad de acuerdos con su par chileno, Sebastián Piñera.
De la cena solo participaron Enríquez-Ominami; su esposa, Karen Doggenweiler; Fernández y Yañez. También estuvo presente el ex senador Carlos Ominami, padre adoptivo de ME-O
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Curiosamente, diez años antes, Néstor Kirchner se había reunido con el mismo anfitrión y también cuando Piñera era presidente, en su primer mandato, y con el entonces secretario de la Unidad Presidencial Rafael Follonier como puente. Fue en julio de 2010, tan solo unos meses antes de su fallecimiento. Kirchner concurrió a la casa de ME-O y se conversó, entre otros temas, sobre derrotas políticas. Enríquez-Ominami había perdido en su intento por conquistar la presidencia y el líder del Frente para la Victoria había sufrido su derrota en la Provincia de Buenos Aires, solo un año antes.
En la residencia de Bielsa, en cambio, el miércoles por la tarde, el número de invitados fue mayor. Siete en total, además de los ministros que participaban del viaje. Formalmente, se presentó como una cita con intelectuales y artistas de Chile. Pero en rigor concurrieron referentes de la Democracia Cristiana (Fuad Chahin), del socialismo (José Miguel Insulza), el comunismo (Karol Cariola, también lideresa del Grupo de Puebla), del Partido Progresista (Camilo Lagos y ME-O), Carlos Ominami y el alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp. A Enríquez-Ominami le tocó ser el animador del encuentro.
Repartidos en la residencia diplomática, se ubicaron las diversas líneas de la centroizquierda chilena, desde la más conservadora a la más rupturista, en algunos casos, peleados entre sí.
Repartidos en las mesas, se ubicaron las diversas líneas de la centroizquierda chilena, desde la más conservadora a la más rupturista, en algunos casos, peleados entre sí, como los demócratas cristianos con los comunistas. De cara a la constituyente, que Fernández destacó una y otra vez en su segunda jornada en Chile como una oportunidad histórica para el país, las fuerzas opositoras no pudieron conciliar un espacio en común que les permitiera alcanzar los dos tercios seguros que se necesitan para aprobar la nueva Constitución. Aún hay resentimientos por eso.
"Fortalecerse desde la unidad"
Frente a ellos, Alberto Fernández puso el ejemplo del Frente de Todos como un espacio donde el pragmatismo le ganó a los viejos rencores para evitar que "la derecha" vuelva a ganarles la elección. Con un tono muy similar al de Puebla, el mandatario argentino bregó entonces por "fortalecerse desde la unidad" y citó la teoría de lo excepcional como el "momento único" que le toca vivir a Chile, con la posibilidad de forjar una nueva ley de leyes. Quienes lo escuchaban atentos dijeron que, por momentos, adquiría el tono de profesor universitario de la Facultad de Derecho.
Fernández comentó en público que mantiene un diálogo frecuente con Enríquez-Ominami. Y que le daba satisfacción conocer al resto en persona. Además de la constituyente y comicios municipales y regionales, este año Chile elegirá presidente o presidenta en noviembre, con la posibilidad de una segunda vuelta un mes más tarde. Arriesgar hoy un resultado es pura fantasía.
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"Si fuéramos un todo, hubiera sido más fácil la negociación de las vacunas"
"Tengo la firme voluntad de que el continente vuelva a unir esfuerzos y vuelva a trabajar en conjunto. A veces pienso que, si fuéramos un todo, hubiera sido más fácil la negociación de las vacunas para muchos países que tienen menos recursos y más dificultades para conseguirlas", resaltó Alberto Fernández al cierre de su visita en la conferencia de prensa junto a parte de sus ministros.
Más allá de los acuerdos concretos con Chile, lo que el Gobierno hizo con esta gira es plantar la semilla de un nuevo armado regional que exceda la sintonía política y que busque conciliar una voz frente a las asimetrías que implica el diálogo con las potencias, con el nuevo Estados Unidos a la cabeza. En ese sentido, la gira en su conjunto bien puede ser leída como un mensaje a la grieta argentina tanto como para la latinoamericana.
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