El vicecanciller y titular de Economía alemán, Sigmar Gabriel, calificó de "shock" al triunfo de la extrema derecha en Francia.
La líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, aseguró ayer que la victoria de su partido en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas constituye "la revuelta del pueblo contra las élites". Sin embargo, desde su principal aliado en Europa, Alemania, ya surgieron voces de alerta ante el triunfo de la extrema derecha en el país galo.
En una primera reacción europea, el vicecanciller y titular de Economía alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, calificó el triunfo del FN en las regionales de "señal de alarma para todos los demócratas en Europa".
En declaraciones a la edición de hoy del Bild, adelantada ayer, el ministro señaló que "es un shock cuando en Francia, uno de los países fundadores de la UE, en el corazón de Europa, la extrema derecha logra semejante resultado y se convierte en la primera vuelta en la fuerza política más votada". Agregó, además, que la extrema derecha está avanzando no sólo en Francia, sino en muchos otros países de Europa.
En lo que parecería una respuesta anticipada a Gabriel, Le Pen pidió no caricaturizar los argumentos de su partido. Se preguntó qué tiene de extremo "decir que hay que cesar el actual flujo de inmigrantes, cuando Francia no tiene los medios para acogerlos", 0de afirmar que "hay que dejar de ayudar a los grandes grupos financieros para apoyar a las pequeñas empresas".
La derecha xenófoba y antieuropeísta, encabezada por la propia Le Pen, obtuvo resultados demoledores. Tanto la presidenta del partido como su sobrina y heredera política, Marion Maréchal-Le Pen, superaron el 40% de los votos en las regiones de Nord-Pas de Calais-Picardie y Provenza-Alpes-Costa Azul, respectivamente. Ambas regiones, de una u otra manera, sufren o temen las consecuencias del flujo de refugiados que este año sumergió a Europa en una crisis que hasta tiene dimensión de identidades.
El FN asestó el domingo un duro golpe a la alianza de centroderecha encabezada por Nicolas Sarkozy y a los socialistas, que pueden perder gran parte de su cuota de poder en las regiones. Le Pen consideró que ese resultado, obtenido "pese a las injurias" lanzadas contra su agrupación, no es una sorpresa, sino fruto de "una larga progresión", y la constatación de "un movimiento que se implanta".
"Probar el FN, es adoptarlo", indicó la líder ultraderechista, que aspira a ganar en la segunda vuelta del próximo domingo el mayor número posible de regiones para demostrar que el endeudamiento o las subas de los impuestos no son algo inevitable, "sino una opción política". "Estamos casi en cabeza en siete regiones, ya que en Normandía estamos empatados, divididos por un 0,2%", subrayó LePen ante los micrófonos de la emisora RTL.
En total, el Frente Nacional fue, según las estimaciones, el partido más votado en seis de las trece regiones en que se divide el país tras la simplificación administrativa lanzada por el presidente socialista François Hollande (hasta ahora eran 22).
La líder ultraderechista estimó que la derrota del Partido Socialista (PS) del presidente francés supone una suerte de "suicidio colectivo" para esa formación, pero tachó de desleal y antidemocrática la decisión de retirarse de las regiones en donde no tenga opción de victoria para favorecer al centroderecha en detrimento del FN.
La división en las listas de izquierda -los Verdes y el Frente de Izquierda concurrieron por separado- y la erosión del presidente Hollande, que no pudo ganar ni una sola elección desde que fue elegido presidente en 2012, constituyeron un escollo insalvable para el PS.
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