River ganó sin jugar bien por el oportunismo del delantero, Barovero fue clave y se sacó de encima el peso de llegar a la final. Ahora, el domingo, ¿el Barcelona? Sería el partido soñado.
Lo más importante es que ganó. Es que la fiesta que adornó la gente de principio a fin tuvo su final feliz. Pero cómo se sufrió contra el Sanfrecce... River arrancó para comérselo crudo pero sudó de lo lindo en el PT y zafó gracias a Barovero, que se hizo héroe tapando tres claras de gol. La historia pintaba complicada contra un rival ordenadito, que no arrugó y cuando tomó confianza, generó peligro. Hasta que apareció San Alario, el de los goles importantes, aprovechando un error del arquero y poniendo el 1-0 de cabeza.
Flor de descarga. De todos. Un gol súper eufórico porque el partido estaba chivo y cerrado. Habían entrado Lucho González y Tabaré Viudez y algo empezaba a cambiar en cuanto a tenencia de pelota y profundidad, carencias hasta ahí. Y justamente de un centro del uruguayo llegó el 1-0. Explotó el estadio de Nagai, donde River fue local, donde se cantó contra Boca, donde se festejó el triunfo más allá del cómo se dio.
Pese al descanso y la preparación, River siguió con un nivel bajo, el que venía mostrando en el torneo y la Sudamericana. Presionó sólo al principio, pero se quedó y sufrió. Llegó dos veces y metió uno, el de Alario. Así y todo, se ganó el pasaje a la final tan esperada, el domingo a las 7.30. Ahora le toca ganar al Barcelona, este jueves, para sacar su boleto y cruzarse con este equipo que llegó hasta donde soñaba. Ese sueño Mundial...
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