El futuro ministro anunciará su equipo mientras define las medidas para resolver los enormes desequilibrios de la economía. ¿Habrá suma fija para los sueldos más bajos? La mirada de Juntos por el Cambio
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Facundo Chaves
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, anunciará en las próximas horas los nombres del equipo que lo acompañará en el Ministerio de Economía, y definirá los trazos finos del paquete de medidas que presentará para definir la impronta que tendrá su gestión. En sus últimos días en el ámbito legislativo y los primeros en el Ejecutivo, el líder del Frente Renovador empezará a resolver las respuestas ante el dilema: ajuste o estabilización.
En las próximas horas informará los funcionarios que estarán en el “super ministerio”, mañana buscará asegurar la sucesión en Diputados con la designación de Cecilia Moreau al frente de la Cámara baja, y el miércoles tiene previsto -luego de la jura que le tomará el presidente Alberto Fernández- hacer los anuncios del plan económico.
Mientras Massa cosecha el respaldo público de gobernadores, intendentes y sindicalistas oficialistas a su nombramiento, la oposición de Juntos por el Cambio recela del reordenamiento del dispositivo de poder que ejecutaron Alberto Fernández y Cristina Kirchner. “Yo soy pesimista”, dijo anoche el radical Mario Negri, mientras que la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, acusaba a los tres pilares del Frente de Todos de ser “por igual de responsable de la crisis”.
Se aguarda, como no ocurrió en los 24 días que Silvina Batakis duró en el cargo, una declaración o gesto público de respaldo de la vicepresidenta y La Cámpora. “Van a salir a apoyarlo”, decía a Infobae una fuente con acceso a la intimidad de la líder central del Frente de Todos.
Luciano González
La designación como superministro de Massa ocurrió después de un peligroso agravamiento de la crisis, que incluyó -tras la renuncia de Martín Guzmán- la disparada del dólar, la inflación y el riesgo país. Y una sensación de vacío de poder que alarmó a todo el círculo rojo.
Desajustes políticos y económicos
Esa extrema debilidad política del Frente de Todos se combinó con resultados económicos entre decepcionantes y pésimos. Dos encuestas explicitaron el momento que atraviesa la gestión del gobierno que encabezan Alberto Fernández y Cristina Kirchner. En concreto, en una escala de 0 a 5, el Índice de Confianza en el Gobierno (ICG) que difunde todos los meses la Universidad Torcuato Di Tella arrojó un resultado inédito: se ubicó en 1,12, con una disminución de 20,3% respecto al mes de junio. Es el peor de toda la gestión, desde diciembre de 2019 hasta hoy.
“La abrupta caída del ICG en el mes de julio lleva al índice al nivel más bajo de toda la gestión de Alberto Fernández. Para encontrar valores menores en el pasado habría que remontarse al primer gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (mediciones de agosto y diciembre de 2009) o a la presidencia de Eduardo Duhalde. Este significativo descenso del ICG seguramente refleja la falta de orientación clara del gobierno nacional, los conflictos al interior del gobernante Frente de Todos, y el deterioro de indicadores económicos clave tras la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía”, explica el estudio de opinión pública.
Gráficos del índice de confianza que elabora la Universidad Torcuato Di Tella, correspondiente al mes de julio.
Coincidentemente con ese resultado, el sondeo que elaboró la consultora Zuban Córdoba y Asociados reveló que el nivel de aprobación de la administración está, también, por el piso. En el gráfico siguiente se muestra que, ante la pregunta “¿qué aprobación tiene usted del gobierno nacional”, sólo el 27,7% da una respuesta positiva y un masivo 72,2%, negativa.
“El 70% de percepción negativa del gobierno y sus figuras se mantiene intacto. Ese 70% necesita empezar a ver resultados y acciones concretas para empezar a revertirse. No habrá luna de miel para el nuevo Super-Ministro, se necesitan medidas urgentes y consensos políticos alrededor de las mismas. Las reglas cambiaron, la urgencia se mantiene”, establece entre sus conclusiones el sondeo, que se elaboraron después de la designación de Massa.
Encuesta elaborada por la consultora Zuban Córdoba, correspondiente a la última semana.
Pero esos resultados que muestran los sondeos de opinión pública son la traducción política y electoral de los desequilibrios que en materia económica castigan de manera cotidiana a la sociedad. La inflación, que el titular de la Fundación Mediterránea, Carlos Melconian, anoche pronosticó que estaría en julio en torno al récord del 7,5%, castiga con mayor fuerza y de manera cotidiana a los más vulnerables y aquellos que tienen ingresos fijos.
Además, el dólar que se disparó casi 100 pesos entre que renunció Guzmán y gestionó Silvina Batakis, alteró de manera sistémica la economía, al punto de dejar a amplios sectores sin precios. Ese salto en las expectativas provocó una pérdida de reservas e impactó en simultáneo en el nivel de actividad.
En el gráfico siguiente, que elaboró la plataforma de análisis de datos que fundó el ex secretario de Programación Económica, Luciano Cohan, confirma que los resultados económicos negativos tienen como prolongación inevitable -además del desplome de la imagen del gobierno- la caída de los bonos, la desconfianza de los inversores y el impacto en el termómetro que mejor interpreta la salud financiera de un país: el índice de riesgo país que elabora J.P. Morgan.
El gráfico del índice de riesgo país que elabora la consultora JP Morgan durante los últimos gobiernos.
El todavía presidente de la Cámara de Diputados iniciará esta semana clave para su gestión como súper ministro de Economía con tres días de mejora en las principales variables: riesgo país por debajo de los 2.400 puntos, tras rozar los 3.000; y dólar lejos de los 300 pesos, tras alcanzar los 350.
Las medidas
La gestión de Massa estará en sectores de la economía que considera estratégicos por ser -vía exportaciones- una genuina “fábrica generadora de dólares”: el campo, la economía del conocimiento, la minería, el turismo, entre otras actividades, tendrán algún tipo de alivio fiscal y beneficios que permitan despejar las trabas para su desarrollo.
Entre las medidas que tendría in pectore Massa se destaca una clave, que anticipó el domingo Martín Kanenguiser en Infobae: el diseño de un Repo. “Las operaciones de pase o repo consisten en una línea de financiamiento bancario, por el cual una parte les compra a los otros títulos al contado y, en forma simultánea, arreglan la operación inversa con un plazo y un interés determinado. El spread entre el precio de compra al contado del título y el precio de venta a término (futuro) da como resultado la tasa de interés de la operación. En el Gobierno juran que podría haber créditos al 6,5% en dólares”, adelantó ayer el periodista.
Esa es una iniciativa que busca resolver el peso inclemente que tiene la deuda sobre las cuentas públicas. Y se complementaría con la gira que Massa tiene previsto encarar la última semana de agosto a Washington, Nueva York, París y Qatar. El objetivo es encontrar en Estados Unidos, Europa y en el emirato árabe alternativas de financiamiento. Estaban preparando, según pudo saber Infobae, diálogos entre otros con el FMI y el Club de París.
“La clave es fortalecer las reservas”, reconocían en el entorno del líder del Frente Renovador, que preparaba con hermetismo los anuncios que hará el miércoles como parte de un paquete de medidas de inicio de su gestión al frente del super Ministerio de Economía, después de la renuncia a la presidencia y a la banca de Diputados y la jura.
Entre los medidas también estaba la posibilidad del otorgamiento de una suma fija para los salarios más bajos, tanto del sector público como del sector privado, para paliar los efectos negativos de la inflación en los sueldos más bajos. Se trata de uno de los reclamos clave que planteó la Vicepresidenta y que eran repetidos durante la gestión de Martín Guzmán. Todavía no trascendió definió ni monto ni modalidad de pago, pero el concepto sería el de apuntar a la “recuperación del ingreso”.
Sergio Massa, de fondo Máximo Kirchner, en líder de La Cámpora, y Pablo Moyano, uno de los jefes de la CGT.
Esa iniciativa, de todos modos, dependería de una negociación con la UIA y otras cámaras empresarias. Es un “modelo” de decisión que Massa quiere llevar a todas las áreas: también inició un diálogo con la Sociedad Rural -adversario antológico del kirchnerismo- para resolver la retención de granos que pega no sólo en las reservas genuinas del Banco Central, sino que afecta la misma estabilidad macroeconómica de la Argentina.
Con respecto a los planes sociales, el futuro ministro de Economía buscará acelerar la conversión de los subsidios en empleo genuino, mediante el otorgamiento de algún tipo de descuento en los denominados “costos laborales” para los empleados que incorporen esos beneficiarios. El objetivo es que sea “un puente al empleo”.
Este último es otro guiño a Cristina Kirchner, que fue muy crítica sobre la política social y la distribución masiva de subsidios, principalmente a organizaciones sociales que rivalizan con el kirchnerismo y que quedó patentizada en la frase “Si Evita los viera, ¡mamita!”, que la mayoría interpretó como una crítica al Movimiento Evita, que conduce Emilio Pérsico.
Pero, además, otra decisión que podría impactar en la relación con los piqueteros más cercanos a Alberto Fernández es el reclamo de que se apruebe el salario básico y universal. Es que otro anuncio que estaba en estudio sería el de congelar de manera provisoria las iniciativas en el Congreso con alto costo fiscal. El principio que regirá es el de austeridad.
En ese marco es que se unificará el Ministerio de Obras Públicas, que encabeza Gabriel Katopodis, con el de Transporte, a cargo del massista Alexis Guerrera. Archivado, sin fecha, en nonato Ministerio de la Economía Popular, que soñar “los cayetanos” albertistas del Evita, Barrios de Pie, el MTE de Juan Grabois y la Corriente Clasista y Combativa. “No hay margen para crear un solo ministerio más”, le había advertido a Infobae una fuente con acceso al entorno de la Vicepresidenta.
El presidente Fernández y Massa en la reunión en la Quinta de Olivos de la semana pasada.
La oposición
La oposición de Juntos por el Cambio enfrenta un nuevo escenario que le exigirá definiciones políticas concretas. Los principales referentes estuvieron durante los últimos tres días analizando cuál será la mejor estrategia ante un cambio que excede por mucho los nombres de la coalición de gobierno. Reaparecieron los recelos y la desconfianza sobre la posibilidad de que se pueda resquebrajar la solidez con la que la oposición enfrentó, unida, los desafíos que presentó el kirchnerismo (de la reforma judicial a aumentos de impuestos y del gasto público, al acuerdo con el FMI).
En el entorno de Horacio Rodríguez Larreta volvieron a negar de manera enfática cualquier acercamiento con el superministro. Distinto es lo de Gerardo Morales: el gobernador jujeño y presidente de la UCR elogió a Massa. Lógico, ambos mantienen una amistad y una alianza política, ya que su vicegobernador es Carlos Haquim, un contador que integra el Frente Renovador. “Sergio es la última bala de plata que le queda al Gobierno. Tengo amistad y no voy a hablar mal de él”, avisó ayer por radio el caudillo radical.
En el caso de Larreta, según pudo saber Infobae, sigue con los puentes cortados y la comunicación interrumpida con el presidente, después del manotazo a los fondos de la coparticipación. Más allá de algunos contactos puntuales entre ministros y secretarios de ambas distritos -temas de transporte y algún que otro “asunto menor”- el deshielo no terminó.
“No tiene sentido hablar”, le dijo el jefe de gobierno semanas atrás a un interlocutor. “Eso no cambió”, respondieron en las últimas horas sobre si había tenido diálogo con Massa.
Más allá de esos rumores y correveidiles, mañana quedará formalizado el formato de la relación entre oficialismo y oposición. Será con la elección de Cecilia Moreau como sucesora de Massa en la presidencia de la Cámara de Diputados. “Entre halcones y palomas hay que optar por los cóndores”, describió días atrás uno de los referentes principales de Juntos por el Cambio. Pero esa disquisición ornitológica se desvaneció a poco de su pronunciación: los halcones recuperaron el vigor.
Mauricio Macri y Patricia Bullrich, en alerta por la designación de Massa en Economía. (@PatoBullrich)
Mauricio Macri y Patricia Bullrich -quien hoy estará en La Matanza, bastión del PJ bonaerense- fatigaron el WhatsApp, intercambiando opiniones y planteando la necesidad de evitar la tentación de abrir una negociación política que los meta en la interna del Frente de Todos. El ex presidente tiene a Massa como su adversario político más acérrimo.
“Sólo puede haber diálogo en el Congreso y sobre proyectos concretos: limitar la emisión del Banco Central, controlar el gasto público, reforma laboral, fiscal y restablecer el consenso fiscal con las provincias que Cristina Kirchner hizo anular apenas volvió al poder”, resaltó un dirigente que habló en las últimas horas con el ex presidente.
Por el lado de Elisa Carrió, como reveló el fin de semana en su crónica Ricardo Carpena, es que la plantó la posición más dura de todo el frente opositor. Con misma tónica y fervor se la espera la próxima semana en un nuevo congreso que realizará con su centro de estudios, Hanna Arendt, donde se mostrará con “su” candidato a suceder a Larreta: el ministro Fernán Quirós. Será en un encuentro sobre salud y pandemia. Hablarán del impacto mental del COVID-19, pero no sólo de eso: con su verba religiosa, empezó a menear el concepto de diablito.
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