El partido Unión por la Libertad, de la ministra de Seguridad nacional, busca hacer pie en otros distritos con la idea de convertirse en una fuerza nacional. En La Pampa junta avales “Nino” Maldonado, en su momento apartado en el municipio por “controles que no eran controles”.
Quizá por aquello de que es recomendable poner huevos en distintas canastas, el ministro de Seguridad Juan Carlos Tierno ensaya coqueteos a diestra y siniestra: mientras se sostiene en el gobierno provincial, aunque aislado y debilitado, tiende puentes para ser el referente de un espacio de la alianza “Cambiemos”, más precisamente del partido de la ministra Patricia Bullrich.
En silencio, casi con culpa, el tiernismo no desestima el globo de ensayo, aun con la condena judicial pendiente: este año hay elecciones legislativas, el panorama está tan confuso que se presta a mil especulaciones y al fin y al cabo la política vernácula, sobre todo dentro del peronismo, ha demostrado que cualquier dirigente -hasta Tierno- puede tener tantas vidas como un gato.
El que calla...
Tierno sigue siendo ministro, pero está como condenado al rincón dentro del Gabinete provincial: los retos del gobernador Carlos Verna, los gestos que le han puesto un límite, lo desautorizaron por completo y le dieron aire al ala mayoritaria que no lo aguanta como parte del equipo del Ejecutivo, aunque lo soporta porque no queda otra.
Por eso Tierno mira para otro lado. Cada vez que parece a punto de ser relevado surge la versión de su buena relación con la ministra Bullrich. Y esa relación coincide con el interés de “Pato” en que su partido, Unión por la Libertad, haga pie en algunas provincias en las que no existe formalmente.
Unión por la Libertad es parte de la alianza “Cambiemos”. Bullrich busca dirigentes que tengan perfil “manodurista” y Tierno le sienta como anillo al dedo. Lo que pretende el espacio es presentarse en sociedad como “el partido de la guerra contra el narcotráfico”, y en esa caracterización cabe la imagen del funcionario pampeano, más allá de que la realidad diste de esa apariencia propagandizada.
Ante los trascendidos, incluso, de una posible candidatura de Tierno por ese espacio político, el ministro ha hecho un cuidado silencio: deja que hablen, que es un modo de estar en el centro de la escena. Y si el que calla otorga, es un modo de confirmar los coqueteos.
Hace rato que Tierno se maneja a su antojo, muy independientemente del interés del peronismo pampeano: ya armó su propio sello partidario, fue, vino e hizo lo que quiso. No le costaría volver a hacerlo. Después de todo, dicen, la historia se repite primero como tragedia y después como farsa.
“Nino” Maldonado, el referente
El partido de Bullrich tiene presencia consolidada únicamente en Buenos Aires y Entre Ríos. Y necesita hacer pie en dos distritos más para ser un partido nacional. Los escenarios en los que busca afirmarse son Córdoba, Mendoza y La Pampa.
En el caso de nuestra provincia ya hay un dirigente que junta avales: Nelson ‘Nino‘ Maldonado, profesor de Educación Física. Maldonado fue funcionario de la Municipalidad de Santa Rosa en la gestión del intendente Luis Larrañaga: se tuvo que ir del cargo de subdirector de Nocturnidad, a pedido del entonces secretario de Desarrollo Local Mauricio Márquez, ante “controles que no eran controles”.
La relación de Tierno y Bullrich no es ningún secreto: se tiran flores de ida y vuelta cada vez que pueden. La ministra viene trabajando para que su partido crezca. ‘Si bien somos escuchados dentro de Cambiemos, nuestra intención es crecer, ser un factor que se sienta con mayor intensidad‘, dice Guillermo Yanco, presidente del partido en la ciudad de Buenos Aires.
"Mirá como seremos escuchados que nos ha caído la responsabilidad de uno de los ejes del Gobierno, el del narcotráfico. Es un eje nuestro", promocionan desde la fuerza partidaria según describe el diario La Nación.
Es obvio que Tierno, para ese espacio, sería un dirigente de alta cotización. Mientras sea ministro vernista es imposible que se produzca un nuevo cambio de camiseta, pero nadie se atreve a hacer futurología, porque las relaciones internas en el gobierno se prestan para cualquier especulación.
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