Bienal Argentina de Fotografía Documental. Una muestra del fotógrafo mexicano Pedro Meyer que experimenta con nuevas tecnologías sobre los autorretratos e imágenes de sus amigos y parientes tomadas de las redes sociales.
Tucumán fue esta semana la sede del festival internacional que mira la fotografía, su problemática y toda la producción desde un cristal testimonial. La séptima edición de la Bienal de Fotografía Documental, entre el 5 y el 8 de octubre, tuvo como uno de los invitados especiales a Pedro Meyer, convocado para presentar su exposición individual Face to face. Allí, el fotógrafo presenta 56 retratos de familiares, amigos y colegas, así como autorretratos, tomados especialmente para redes sociales, en los que experimenta con nuevo elementos y tecnologías.
Meyer nació en Madrid y emigró a México durante el exilio republicano, donde vive desde aquel momento. Es uno de los pioneros y más reconocidos representantes de la fotografía contemporánea. Fue el fundador y presidente del Consejo Mexicano de Fotografía. Además de su trabajo presentado en más de 260 exhibiciones alrededor del mundo, fue maestro en instituciones de prestigio, curador, editor, y fundador del portal web ZoneZero, que alberga el trabajo de más de mil fotógrafos de todo el mundo. Ha recibido la beca Guggenheim (1987), el Premio Internazionale di Cultura Citta di Anghiari (1985/1993), el National Endowment for the Arts y el California Museum of Photography, y la primera beca destinada a un proyecto en la red de parte de la Fundación Rockefeller.
En el texto curatorial, Francisco Mata Rosas expresa que la muestra de Meyer señala que “el ritual de fotografiar, hacer un retrato, documentar el entorno o construir memoria ha pasado de ser un evento especial a una actividad cotidiana. Tomar fotos para el Facebook no es un hecho banal, es fotografiar para comunicarnos, compartir y registrar nuestras vidas, de las fotos que diario consumimos en esta plataforma podemos extraer mucha información, leerlas desde muchos ángulos y no solo consumirlas como imagen líquida”.
Agrega que “en el caso de Pedro Meyer esto es clarísimo, podemos leer en sus fotografías los cambios tecnológicos y su proceso de experimentación. Vemos también una autobiografía que a la manera de un muro se construye pieza por pieza, es su cámara punto de encuentro con fotógrafos de distintas generaciones, son sus retratos una forma de vínculo cariñoso y de reconocimiento, son parte del ritual de toparse o citarse con el fotógrafo”.
El propio Meyer ha aportado reflexiones sobre su trabajo al explicar ese cruce con la tecnología y cita los programas Brushstrokes y Prisma que están basados en algoritmos e inteligencia artificial, para elaborar sus transformaciones. “Lo primero que escuché fueron descalificaciones, por fotógrafos que ni siquiera hicieron el más mínimo intento por usar tales programas. Hay lo que yo llamo el síndrome de ‘no darse permiso’”
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