Desde el Hospital de Clínicas, la División Toxicología, que trabaja en el tema desde 2012, advierte sobre los peligros de la alta concentración de este elemento químico.
El pasado 27 de enero, las secretarías de Calidad en Salud y de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional establecieron una norma por la cual deberán reducir en las aguas minerales la presencia de arsénico, un elemento que desde hace una centuria, se ha demostrado que en su elevada concentración en el consumo de agua está relacionado con el desarrollo de cáncer en varios órganos, en particular la piel, la vejiga y los pulmones. La Comisión Nacional de Alimentos (CONAL), encomendó al Grupo de Trabajo ad hoc de la CONAL “Contaminantes Inorgánicos”, coordinado por el Instituto Nacional de Alimentos (INAL), evaluar los límites de arsénico en agua mineral.
Para ello, el INAL analizó y evaluó un total de 41 marcas que se comercializan en el territorio nacional, que, en función de los resultados obtenidos de los monitoreos analíticos realizados por INAL y la información enviada por los representantes de la CONAL, se propone reducir el nivel máximo de arsénico en Agua Mineral de 200 a 50 ppb (partes por billón).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que donde las concentraciones de arsénico inorgánico en el agua de consumo superan los 50-100 ppb, se evidencian efectos adversos en la salud de la población, proponiendo un límite de 10 ppb como cifra segura. El doctor Eduardo Scarlato, Jefe de la División Toxicología del Hospital de Clínicas, quien junto al Servicio de Toxicología del Hospital organizó en el 2012 una jornada de Hidroarsenicismo para alertar sobre la discordancia en la legislación vigente, viene advirtiendo desde entonces sobre los peligros que puede provocar a la salud la alta concentración de arsénico en el agua.
“El arsénico es un elemento del cual todos conocemos su peligrosidad, ya que de hecho se lo ha utilizado como veneno homicida en el transcurso de la humanidad en múltiples ocasiones. Sin embargo, el arsénico es un elemento natural que tiene la propiedad de contaminar las aguas a través de dos mecanismos posibles. La habitual es la contaminación de origen natural, ya que el arsénico en la naturaleza se libera en grandes cantidades, generalmente en las erupciones volcánicas, entre otros factores. Cuando este elemento se deposita en los suelos, con el tiempo y con las lluvias va penetrando las distintas capas de la tierra hasta llegar a las capas subterráneas de agua contaminados. Cuando consumimos el agua de pozo o algún agua que surge de algún caudal que proviene de alguna napa contaminada puede ser un factor de contaminación para el ser humano.
El consumo crónico de estas aguas trae aparejado el riesgo de padecer una enfermedad endémica para algunas regiones, denominada hidroarsenicismo crónico regional endémico (HACRE), que es una patología crónica de la cual gran parte de nuestro territorio padece por el consumo de agua contaminada”.
“La primera descripción de esta enfermedad en nuestro país la hace el doctor Goyenechea en 1913; siendo por ello, una enfermedad cuyo conocimiento ya tiene más de 100 años y siendo una problemática sanitaria que afecta a gran parte de nuestro territorio nacional, por lo que cuando aparecen noticias como la de la regulación en aguas minerales, aunque un poco postergada en el tiempo y limitada en sus niveles, igual es bienvenida” .
“El otro factor de contaminación de aguas con arsénico es aquel proveniente de la actividad antropogénica, generalmente a nivel industrial cuando los metales ferrosos que contienen arsénico como contaminante, muchas veces en los procesos de fundición, al igual que en la industria de cerámicos, se libera este elemento produciendo la misma contaminación en suelo, aire y agua”. ¿Qué enfermedades puede producir? “Por un lado, el arsénico puede ingresar al organismo de dos maneras distintas: aguda o crónica. La variante aguda se presenta cuando un individuo se expone a una cantidad importante de esta sustancia química peligrosa y desarrolla rápidamente un proceso de intoxicación aguda, el que se manifiesta dentro de las 24 horas. Pero bajo otras circunstancias, cuando la exposición es en concentraciones muy bajas pero muy prolongada en el tiempo, se desarrolla la variante crónica de la enfermedad, la que es totalmente distinta de la anterior. La intoxicación aguda y la crónica son entonces, entidades totalmente distintas. Con consecuencias distintas y distintos órganos afectados”.
¿Cuánta gente sufre esta enfermedad? “Este es un problema no solo de Argentina sino mundial. Históricamente se han detectado las mayores concentraciones de arsénico en napas freáticas en tres epicentros del planeta: Uno en Taiwán, otro en Siberia y otro en Santiago del Estero, en la localidad de Monte Quemado. Las comunidades afectadas por esta patología endémica son además muy afectos a tomar infusiones como el té o el mate en nuestro país, lo que potencia la peligrosidad ya que al calentar el agua y por la evaporación de la misma hace que se concentre más el arsénico”.
“El HACRE tiene un período de latencia muy prolongado, con lo cual la gente puede permanecer asintomática durante décadas. Sus comienzos representan cambios mínimos como ser el aumento de las callosidades en las palmas de las manos y las plantas de los pies, pero luego de años pueden aparecer los estadíos con complicaciones en los cuales después de décadas de exposición y enfermedad, el individuo puede desarrollar cáncer de distinto tipo: de piel, de hígado, cáncer de tubo digestivo, o afectaciones relacionadas con patología cardiovascular y otras patologías por el consumo de arsénico”. “La reducción en los niveles de arsénico en las aguas de consumo, implican entonces un beneficio importante para la salud de la población, ya que cuanto más estricta sea la regulación, mucho más seguros vamos a estar.
Para que tengamos una idea la OMS hace ya años indicó que un nivel seguro de concentración de arsénico para el consumo de aguas es de 10 ppb. En nuestro país hay algunas localidades que siguen esta recomendación, pero como las concentraciones de las napas de algunas zonas son muy altas y económicamente es muy caro bajar esos niveles niveles, en otras localidades se sigue permitiendo 50 ppb como nivel tolerable” “Con respecto a las aguas minerales, hasta ahora la legislación permitía una concentración de hasta 200 ppb, ya que provenía de una vieja normativa que autorizaba este nivel debido a que hace décadas era muy poca la gente que bebía este tipo de agua envasada. Se les daba generalmente a las personas que estaban enfermas internadas, con lo cual su consumo era muy esporádico.
En la actualidad los cambios culturales se han visto reflejados en las pautas de consumo, sin embargo, esa legislación persiste vieja y olvidada. Eso fue hasta que el Servicio de Toxicología de nuestro Hospital organizó en el 2012 una jornada de Hidroarsenicismo en donde entre otras cosas se alertó sobre la discordancia en la legislación vigente y a pesar de que se tardó nueve años, finalmente hoy los organismos gubernamentales cambiaron la legislación bajando de 200 a 50 ppb”. “¿Qué pasa con las aguas de red? Están sujetas, a un control de Nación que sigue la recomendación de la OMS respecto a la concentración de 10 partes por billón, esto se logró en algunas partes del país pero en otras como los procedimientos de abatimiento son muy caros se siguen contemplando las 50 partes por millón.
Lo concreto es que el agua de red está controlada y legislada, el problema son las poblaciones que acceden solamente al agua de pozo, y gran parte de nuestro país consume esa agua. Es por esto que el Hidroarsenicismo como patología medioambiental, sigue siendo una deuda pendiente en la agenda de la salud pública”.
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