La elección de agua con gas se presenta como una alternativa altamente recomendada en comparación con las gaseosas o los jugos cargados de azúcar.
Es aconsejable ingerir entre 1,5 y 2 litros de agua diarios, equivalente a unos seis u ocho vasos. Durante la jornada laboral, puede resultar desafiante cumplir con esta cantidad, especialmente para aquellos que no disfrutan del sabor del agua corriente. Como alternativa, algunos recurren a las aguas con gas, pero surge la pregunta: ¿poseen estas bebidas los mismos beneficios que las aguas sin gas?
Los beneficios tanto del agua sin gas como del agua con gas son conocidos. La hidratación regular es esencial para la salud, ayudando a prevenir la fatiga, dolores de cabeza y la deshidratación, mejorando así el rendimiento físico y mental.
Cada tipo de agua, mineral o con gas, presenta características y beneficios distintos. Según Bettina Sarhosoglu, nutricionista y naturópata con sede en París, “el agua sin gas cumple diversas funciones en el organismo, como la eliminación de desechos, favorecer el tránsito intestinal, compensar pérdidas diarias de agua por sudoración y orina, regular la temperatura interna y combatir la retención de líquidos, a diferencia del agua con gas”.
Para los deportistas, el agua con gas puede ser útil en la recuperación al ayudar a compensar la pérdida de minerales, especialmente el sodio, durante la sudoración. Además, esta agua puede aliviar problemas digestivos después de comidas copiosas y servir como alternativa para aquellos que desean disfrutar del sabor efervescente sin consumir demasiado azúcar, como sucede con los refrescos.
En cuanto al consumo diario, se sugiere beber de dos a tres vasos de agua con gas para aprovechar sus beneficios, pero es importante evitar excesos debido al riesgo de hinchazón y desgaste dental, ya que presenta mayor acidez. Además, no se recomienda para personas con hipertensión arterial.
Bettina Sarhosoglu aconseja alternar entre agua mineral y agua con gas, adaptándose a las necesidades individuales. Recomienda optar por agua con bajo contenido mineral en la vida cotidiana y reservar aguas ricas en minerales para situaciones específicas, como fatiga o estreñimiento. Asimismo, destaca la importancia de obtener minerales, antioxidantes y fibra a través de frutas y verduras en la dieta diaria para mantener una salud general equilibrada.
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