El planeta enfrenta un desafío inédito a nivel ecológico. Argentina, mientras tanto, eliminó el Ministerio de Ambiente y recorta recursos para el cuidado de la naturaleza.
Por: Jorgelina Hiba.
Los desafíos en materia ambiental que enfrenta el planeta están más claros que nunca: la aceleración de la crisis climática global, evidenciada por la seguidilla de récords de temperaturas extremas que atravesó la tierra durante 2023, condiciona las agendas de los países.
En tanto, obliga a un esfuerzo de coordinación máximo para adaptarse al clima extremo y reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero, que son los que alteran el equilibrio de la atmósfera.
A nivel nacional, las urgencias que desde hace años arrastra Argentina (deforestación, contaminación por plásticos, basurales a cielo abierto, megaminería, pesca ilegal) confrontan con la mirada del nuevo gobierno nacional respecto al cuidado del ambiente, que es un área no prioritaria que estará marcada -como el resto- por una fuerte desregulación y por el desmantelamiento de la frágil institucionalidad construida durante las últimas décadas.
“La agenda ambiental es parte de un debate político crucial a nivel local, regional e internacional. Los impactos del cambio climático están a la vista y cada año es más urgente diseñar e implementar políticas públicas enfocadas en la protección del ambiente", alerta un documento difundido hace pocos días por la FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales).
El gobierno de Argentina redujo el Ministerio de Ambiente, un hecho inédito que significa un retroceso institucional de enormes proporciones.
Y sigue: "En ese contexto, el gobierno de Argentina redujo el Ministerio de Ambiente, un hecho inédito en nuestro país que significa un retroceso institucional de enormes proporciones, que va a contramano de las tendencias mundiales”.
Un planeta en problemas
El 2023 terminará como el más cálido desde que hay registros a nivel planetario con un calentamiento global de unos 1,4 grados por encima de los niveles preindustriales, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
En los últimos 12 meses, el hielo de la Antártida se redujo como nunca antes, con alrededor de un millón de kilómetros cuadrados menos que el récord anterior. El cambio climático, impulsado por la quema de combustibles fósiles, combinado con la aparición de El Niño, explican este escenario.
Son muchas las consecuencias y las formas en las cuales se expresa la crisis climática global: una de ellas es el aumento del nivel del mar y la erosión costera, ya que el derretimiento de los glaciares polares, así como la expansión térmica del agua, contribuyen al aumento del nivel del mar, lo que presiona a las comunidades costeras y las infraestructuras y aumenta la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos.
La tala de bosques para la agricultura, la ganadería y la minería a gran escala son las principales causas de la deforestación.
Otro enorme problema es la deforestación y la pérdida de biodiversidad: la tala de bosques para la agricultura, la ganadería y la minería a gran escala, así como la urbanización, son las principales causas de la deforestación, lo que también contribuye al cambio climático y afecta a los servicios ecosistémicos.
Por otra parte, la contaminación del aire es un desafío ambiental global que tiene un impacto significativo en la salud humana y en el ambiente. Las emisiones de dióxido de carbono y de metano aumentan el riesgo de sequías, incendios forestales y fenómenos climáticos extremos.
Argentina: materias pendientes
Tal como ocurre a nivel global, Argentina arrastra desde hace décadas desafíos ambientales que todavía no han sido solucionados y que precisan normativas, presupuestos y decisión política para ser enfrentados.
El país no está exento de los efectos del cambio climático: tres años de sequía, bajantes pronunciadas de los ríos, olas de calor cada vez más intensas y frecuentes en el norte del país, tormentas de tierra, incendios forestales e inundaciones componen un panorama que comienza a ser cada vez más normal.
Una gran materia pendiente es la aprobación y ejecución de leyes que detengan el deterioro de los humedales, una oportunidad perdida tras un intenso debate político y social hace pocos meses atrás.
Una gran materia pendiente es la aprobación y ejecución de leyes que detengan el deterioro de los humedales.
También avanzar con normativas que agilicen la posibilidad de contar con estudios de impacto ambiental con participación ciudadana, un anhelo de las organizaciones ambientalistas hasta ahora postergado.
A nivel territorial, la deforestación y los incendios (que son otra manera de cambiar de forma brusca y agresiva el uso del suelo) aparecen como debates prioritarios en muchas provincias del país.
Solo en la región del Gran Chaco argentino (Salta, Formosa, Santiago del Estero y Chaco), se perdieron 80.938 hectáreas en 2019, 114.716 en 2020 y 110.180 en 2021, y el 54% de esa deforestación fue hecha de forma ilegal, según datos oficiales.
Finalmente, el control y cuidado de todo el sistema de humedales del corredor fluvial Paraná-Paraguay, ruta de salida de los buques que transportan el 60 % de las exportaciones argentinas, sigue siendo un enorme interrogante.
Nuevo gobierno, nuevas prioridades
Argentina es un país cuya economía depende en buena parte del clima: así quedó evidenciado, una vez más, durante la sequía extrema 2020/2023, que solo en 2022 produjo una caída del 3% del PBI con pérdidas cercanas a los 25 mil millones de dólares para el sector agropecuario.
El listado de tareas pendientes es largo e incluye, por ejemplo, la incorporación de los delitos ambientales en el Código Penal, la Ley de Evaluación de Impacto Ambiental y Evaluación Ambiental Estratégica, la Ley de Ordenamiento Ambiental del Territorio, la Ley de Diversidad Biológica, una Ley de Plásticos que prohíba los plásticos de un solo uso, la Ley de Gestión de Envases y Responsabilidad Extendida del Productor, y la Ley de Trazabilidad de la Pesca.
Estas necesidades y urgencias chocan de frente con la visión sobre el cuidado del ambiente del nuevo gobierno nacional, decidió eliminar el Ministerio de Ambiente de la Nación para reemplazarlo por una Secretaría que también incluye al turismo y al deporte, un “error estratégico y conceptual que contribuirá a degradar aún más la ya relegada agenda ambiental de Argentina”.
“¿Cómo logrará nuestro país contar con las suficientes potestades institucionales para desarrollar correctamente estas tareas?”, se preguntaron desde la FARN.
“La agenda ambiental hoy tiene que ser más integral que nunca. La transición energética, la crisis climática y la protección de la biodiversidad son temas que están relacionados de forma estrecha y necesitan coordinación y voluntad política” expresaron desde esa organización, desde la cual recordaron que tal como establece el artículo 41 de la Constitución Nacional, los habitantes de Argentina “tienen el derecho de gozar de un ambiente sano, equilibrado y apto para el desarrollo humano, y las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras”.
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