“Es una realidad de estos tiempos”, aseguran pediatras de nuestra ciudad. La temprana “liberación” que reciben de sus padres y el deseo de querer experimentar a cada momento los expone a severas lesiones. En el Hospital se atienden cada vez más menores heridos.
Junín no escapa a esa tendencia que parece acentuarse minuto a minuto. Plazas, calles y veredas son testigos de situaciones que por lo general comienzan con un juego, con un correteo afiebrado entre dos o tres amiguitos entre carcajadas y gritos de felicidad y que suelen terminar con alguno de ellos acostados en una camilla.
Junto con los siniestros domésticos que se suscitan en el hogar, los episodios en la vía pública se hacen notar en la guardia del Hospital Interzonal “Abraham Piñeyro”. “Los fines de semana, sube un cincuenta por ciento la demanda de atenciones por fracturas u otras dolencias producidas en espacios que son a cielo abierto pero que contienen elementos de los cuales es factible caerse o sufrir una lastimadura, por ejemplo las plazas”, puntualizó el pediatra Oscar Andrés Pereyra.
Pese a haber dejado el centro de salud pública hace unos meses, Pereyra asegura que mantiene un contacto fluido con sus colegas y aclara que además se basa en lo que ha venido ocurriendo en los últimos “cinco o seis años”.
“Desde hace cinco o seis años, la cifra de chicos que son trasladados al consultorio o directamente a la sala de internación se ubicó en una línea de ascenso continuo”, graficó.
El profesional le dijo a DEMOCRACIA que los incidentes domésticos protagonizados por niños se mantienen, los que suben son los siniestros en las calles, las plazas y otros lugares de la vía pública. “La mayoría se dan en los sitios de esparcimiento, donde por ejemplo las caídas de la hamaca, los golpes y las fracturas son muy comunes”, precisó.
Pereyra también abordó las causas por las que se originan esos episodios. Según su criterio, hay tres componentes: “El primero de ellos es social. Muchos padres se acomodan con el termo y se ponen a tomar mates lejos de sus hijos, entonces no alcanzan a prevenir las eventualidades que suelen ocasionarse y que terminan con la derivación de los menores en el hospital”.
“El segundo es la influencia de la televisión. El chico quiere imitar a los superhéroes y de superhéroe no tiene nada. Y el tercer fundamento es que los chicos son mucho más activos de lo que éramos nosotros”, continuó.
Una cuestión de cultura
Otro de los profesionales consultados por DEMOCRACIA fue Rodolfo Vergara, quien además integra la Sociedad Argentina de Pediatría. El médico señaló que “los accidentes ocurridos dentro de la casa son muchos, lo que pasa es que – a diferencia de lo que ocurre con los que se dan en espacios abiertos- no se tiene registro de esos hechos. “Es que es muy difícil que un padre lleve a su hijo al hospital por una raspadura o una cortadura de carácter leve. Si no es por situaciones que originan una herida grave, esas eventualidades se subsanan en el propio domicilio o en una sala de primeros auxilios”, explicó.
Vergara sostuvo que los nenes argentinos son tan proclives a accidentarse dentro de su casa porque en nuestro país no se aplican ciertas normas de convivencia que a Estados Unidos le han dado resultado, logrando la disminución de experiencias desagradables.
“Una de las pautas establecidas en Norteamérica es la prohibición del uso de los andadores. Ellos probaron a través de pruebas experimentales que la no utilización de ese aparato reduce los golpes y lesiones en bebés y niños chiquitos”, indicó.+
Por otro lado, Vergara dijo que el equipo de pediatría del hospital está armando un trabajo sobre los accidentes domésticos y fuera de casa. “Son dos cuestiones que nos preocupan y sobre las que nos interesa obtener datos certeros”, expresó.
Los menores de 6 años son los más afectados
La víctima más frecuente de este flagelo tiene un perfil definido: menor de 6 años y mayoritariamente varón.
Y si bien la mayoría de los accidentes que se producen no resultan fatales, la frecuencia en que se registran, alarma.
Los datos que se manejan a nivel nacional indican que en 2010 se reportaron 483.693 lesiones pediátricas de diversa índole. Apenas dos años antes habían sido 479.293.
Un informe publicado en la revista American Journal of Preventive Medicine indica que la inclusión de la computadora en los entornos domésticos y laborales llevó al incremento de un 732% de los accidentes entre 1994 y 2006. Entre ellos, las caídas provocadas por cables, que en ese lapso saltaron de los 1.300 a los 9.300 casos por año.
Los especialistas destacan otro factor: el vértigo de la vida moderna habría resentido el control sobre los chicos. Sobre todo considerando que basta una fracción de segundo de desatención para que el accidente doméstico se produzca.
Hay otra causa que se menciona: hoy la calle es considerada un lugar peligroso y los menores, sobre todo los de corta edad, pasan más tiempo en sus casas, espacios generalmente pensados para adultos y donde están expuestos a distintos tipos de riesgo.
La cocina, los patios, los dormitorios y los garages son considerados los espacios de la casa más proclives a ser escenario de un accidente doméstico, según los datos difundidos por Ingrid Waisman, presidente de la subcomisión de lesiones de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Ahogamientos, intoxicaciones, quemaduras, electrocuciones, mordeduras de perros e ingesta de cuerpos extraños son algunos de los accidentes más frecuentes. Y aunque en la mayoría de los casos no resulten fatales, su alta incidencia habla de una falta de conciencia acerca de la necesidad de contar con algo considerado esencial por los especialistas: una casa segura.
“Casa segura implica contar con espacio suficiente, calefacción controlada, no uso de cuchetas. Un lugar donde la cocina no sea paso obligado, el baño cuente con una ventilación adecuada, los enchufes estén protegidos y los tóxicos y medicamentos bien guardados y lejos del alcance de los chicos”, apuntan desde la Sociedad Argentina de Pediatría. Medidas que parecen sencillas, pero sobre las que no existe conciencia suficiente.
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