Está al frente de una firma que nadie desconoce en San Juan. Cómo fue conciliar las tareas de cuidado con el trabajo. Los sueños de una mujer fuerte dentro de la industria local.
No es común que la herencia del comando empresarial de una firma familiar quede en manos de una mujer. Ya sea porque San Juan es muy conservador o machista, lo cierto es que los legados suelen quedar para los hombres. Esto no fue lo que le pasó a Adriana Graziani, quien está al frente de la firma que produce jugos, agua, amargos y gaseosas que están en la mesa de los sanjuaninos.
Graziani abrió sus puertas hace 60 años. Fue el padre de Adriana quien fundó la firma, que al principio era una distribuidora de bebidas. Recién en 1987 la empresa empezó a fabricar jugo y se vieron por primera vez las etiquetas Graziani. "Empezamos con una fábrica de jugo y después, cuando el negocio fue funcionando, sobre el año 1992 empezamos a comprar máquinas para gasificar productos. Creamos una línea con la marca Graziani", recordó la mujer. Luego se agregaron otras líneas, de amargos, sodas, gaseosas y en el 2008, de agua mineral. Fue muy importante contar con la logística.
Los tres hermanos Graziani crecieron dentro de la empresa, conociendo cada una de las máquinas y los clientes. Desde pequeños ayudaban en épocas de ventas altas, como las Fiestas. "Para fin de año sabíamos que había que ayudar, aunque sea llevando el jugo al cliente", dijo.
Cuando tenía 20 años, Adriana estaba en estudiando en Córdoba la Licenciatura en Ciencias Económicas. Su padre la pidió que viniera porque la empresa estaba creciendo y no le daba el cuerpo para asistir a cada uno de los problemas que se gestaban en las distintas áreas. El desafío era grande: iba a tener que aprender sobre máquinas. "Pensé ¿yo en una fábrica? ¿qué voy a hacer? No conocía de productos químicos, fue muy difícil, es un ambiente muy de hombres pero me fui amigando con ese ambiente, con la gente, intenté ponerme desde un lugar de aprendiz. Aprender de los operarios, de los jefes, era un tema sobre el que no tenía idea y descubrí algo mágico. Hoy ver una máquina funcionando es lo más parecido para mí a ir a Disney", contó Adriana.
"Se piensa que al empresario le llegó todo de arriba, que se ganó la lotería y de repente tiene mucho dinero. Cuesta el día a día, es difícil mantener los empleados, es difícil sostenerse en el tiempo y crecer. Deberíamos como empresarios mostrar lo que realmente hacemos, es un tema pendiente de las empresas".
Su temperamento y entender en forma integral el manejo de la empresa la llevó a ser elegida la gerenta de la firma sanjuanina, que hoy está presente en Mendoza, San Luis, La Rioja, Catamarca, Santiago del Estero y Córdoba.
Al principio, estuvo asignada a la administración era super chiquita, luego en calidad, después en producción de bebidas. "Aprendí cómo se hacía todo, me tocó llenar damajuanas, poner etiquetas, ir a imprentas, hacer trámites en todas las entidades, eso hizo que conociera de todo, tuve una capacitación integral", detalló.
Todo el trabajo gerencial lo hizo con tres hijos a cuesta, uno de 7 años y dos chicas de 21 y casi 18. Dividir su tiempo entre el cuidado de los chicos y la empresa no fue fácil.
"Mis hijos son un gran apoyo en mi vida, nacieron viendo una mamá que trabajaba, permitieron que yo pudiera hacer lo que hago. Una empresa es como un hijo más, sufro como si fuera un hijo más, tengo las preocupaciones como si fuera un hijo".
La pandemia representó para Adriana el mayor desafío en su carrera laboral. Nunca pararon de producir. Tuvo que crear equipos, burbujas. A esto se le sumó lidiar con el miedo. Pero se pudo.
En el medio de la vorágine, decidió integrar el departamento Mujer en la Unión Industrial de San Juan. Allí encontró un espacio en donde compartir visiones, un espacio en donde "empoderarse". Adriana dice que el ambiente industrial es muy machista pero que ella no ha tenido que lidiar con el patriarcado, empezando por el ejemplo de su padre, que optó por ella a la hora de elegir quién continuaba con el legado familiar.
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