"SomosB" analizó muestras de agua en un laboratorio en Canadá para constatar una hipótesis: los líquidos contaminados del vertedero llegan a distintas corrientes de agua en la ciudad.
«¿Qué pasa con los líquidos lixiviados que circulan entre los residuos que se encuentran en el vertedero? Si al estar mezclados con la basura, están contaminados: ¿a dónde van, y cómo afecta el agua natural de la ciudad?». Estos fueron solo algunos de los interrogantes que se formularon los jóvenes profesionales nucleados en «SomosB» que, de inmediato, se pusieron manos a la obra para evaluar el impacto ambiental.
Este grupo logró volver a centrar el foco en el polémico basural a cielo abierto de Bariloche, rodeado por unos 10 barrios hacia el sur.
En un primer momento, la atención fue acaparada por una pieza audiovisual producida por SomosB en la que se apreciaba una montaña de 30 metros de altura de basura en el vertedero y a un snowboardista en la “cima”, dispuesto a enfrentar ese desafío.
Ahora, dieron a conocer los resultados de muestras de agua en cinco puntos de la ciudad. «¿Cómo surge todo esto? De frecuentar el vertedero y observar cursos de agua, pequeñas formaciones de agua y pensar en un posible impacto ambiental», señaló Martín Michelli.
Recordó que, en el vertedero, no hay gestión integral de residuos. «Al no haber separación, las celdas no están impermeabilizadas como corresponde. Los lixiviados se filtran a través de la tierra. Al no tener acceso a tomar muestras directas de las napas, lo hicimos en aguas superficiales. Y enviamos las muestras a un laboratorio de Canadá -aunque parezca raro, por una cuestión de costos-«, contó Michelli.
Dato200 mil kilos de basurallegan por día al vertedero de Bariloche. De acuerdo a la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, el basural de Bariloche figura entre los 50 más contaminantes del mundo.
Insistió en que los líquidos lixiviados son «potencialmente contaminantes, sin un tratamiento adecuado. En los rellenos sanitarios se les brinda un tratamiento, pero esto no sucede en un basural a cielo abierto. Por eso, partimos de esa pregunta: ¿qué pasa con ese líquido?«.
Los miembros de la agrupación extrajeron muestras de arroyos y ríos a fin de compararlas con la de «un punto de control» (donde el agua es natural en Bariloche) y se analizó una gama de 72 metales pesados.
Michelli comentó que las muestras se tomaron en la zona de Arelauquen, el arroyo Longochinoco, el vertedero y el arroyo Ñireco.
«Los resultados nos muestran niveles por encima de la media del agua natural en Bariloche, con la presencia de metales pesados. Predomina el hierro y el aluminio», advirtió Michelli y aclaró: «No podemos afirmar que el agua de Bariloche esté contaminada por el vertedero. Pero se está afectando la composición del agua natural«.
¿Cómo llegó el basural a ese sitio?
El basural de Bariloche lleva más de 40 años ubicado en un predio a escasos metros de la ruta nacional 40, al sur de la ciudad.
En un primer momento, el intendente de facto Osmar Héctor Barberis definió instalarlo en el terreno de una vieja cantera de donde se extraían áridos para el asfalto de la ruta. Según una investigación del historiador Daniel Fuentes, en ese entonces, la zona estaba despoblada, excepto por el «campamento Robles», donde se habían asentado los trabajadores de la obra civil de asfaltado de un tramo de la ruta 40. Ese sector «se tornó permanente y evolucionó hacia lo que hoy, son los barrios Pilar I y II».
Desde entonces, la zona fue poblándose de manera acelerada. De acuerdo a un estudio del sociólogo Tomás Guevara, Pablo Marigo, Eugenia Cavanagh y la concejal Julieta Wallace, «en la actualidad, en la Delegación Pampa de Huenuleo habitan alrededor de 23 mil personas» ya que los recientes «barrios tuvieron un crecimiento explosivo en los últimos años».
Ese mismo trabajo menciona una ordenanza del 2013. Ya en ese momento, se calificaba al lugar como «un “vertedero incontrolado, explotado sin las mínimas condiciones de seguridad requeridas en materia de diseño e ingeniería sanitaria”. Esa norma también cuestiona “un foco de contaminación que no solamente compromete la calidad ambiental del entorno, sino también la salud de los habitantes de los alrededores”. Diez años después, las condiciones son peores.
A través del arte y la comunicación, «SomosB» pretende visibilizar el estado del vertedero para que la población se involucre en la causa. Resaltan la importancia de «exigir como ciudadanos el acceso a informes ambientales». «Es nuestro derecho conocer el estado del agua que es fuente de vida«, plantean.
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