Las autoridades de la Secretaría de Salud indicaron que el depósito a cielo abierto incide en el carácter crónico de ciertas enfermedades. Aunque los números de consultas son similares a otros barrios, consideran que los padecimientos respiratorios se vuelven persistentes.
Hace un mes, distintos vecinos contaron a este medio casos particulares sobre el impacto que el Basural Municipal tiene en la salud. Relataron la recurrencia de cuadros respiratorios que afectan especialmente a los más chicos y que terminan por volverse crónicos.
Aunque sigue sin contarse con un estudio epidemiológico concreto capaz de medir diferentes variables y definir un cuadro exacto de situación, en la Secretaría de Salud reconocen la problemática y aportan veracidad a las percepciones vecinales.
El Basural mata, reza uno de las consignas de aquellos vecinos que buscan, desde hace años, la reconversión del predio. Aunque la afirmación puede sonar demasiado contundente, no caben dudas de que el acopio de miles de toneladas de basura y su recurrente incineración jaquean gravemente la salud.
Según las autoridades, la principal incidencia apunta al carácter crónico de ciertas patologías, especialmente aquellas de características respiratorias. Esto significa que si bien no son enfermedades exclusivas de los barrios aledaños a la ruta 192, sí es propia de esa zona la repetición de fenómenos que se detectan a muy temprana edad. El director de Atención Primaria, Jorge Poleschi, lo sintetizó de la siguiente manera: “Los vecinos arrastran toda su vida la presencia del Basural”.
El secretario de Salud, Ricardo Curone, habló de la inutilidad de un modelo estandarizado para medir esta clase de fenómenos: “Las estadísticas que se formulan implican parámetros fijos que se direccionan a usos que no tienen que ver con esta problemática. De las estadísticas que nosotros interpretamos no surge claramente qué es lo que pasa en los barrios cercanos al Basural”.
“Esto es una situación atípica dentro de la ciudad. La percepción de los vecinos es que todo lo que pasa en materia de salud se potencia por el Basural. Eso tiene una base cierta, pero no está fijado en ninguna base de datos. Pero es cierto que la gente sufre la presencia del Basural y la arrastra para toda la vida. Patologías que en cualquier otro lugar son transitorias, en esa zona permanecen. Lo que sucede en los barrios cercanos es que el Basural acompaña con sus malas prácticas toda la vida de los vecinos. Es un dato que no lo muestra ninguna estadística, pero es algo que no se puede desconocer”, expuso.
Como lo manifestó en otras oportunidades, el funcionario reiteró que “mientras el Basural siga estando, el problema va a seguir estando; la única solución posible es que no esté más ahí”. Se refirió así a poner un punto y aparte para evitar que los vecinos más jóvenes sigan engrosando las listas de enfermos crónicos. “A los vecinos que ya están afectados habrá que acompañarlos con sus problemas crónicos. Eso es algo que no se puede solucionar. Pero el Basural no tiene que estar en ese lugar y en esas condiciones”, agregó.
Poleschi compartió números referidos a consultas pediátricas y de médicos generalistas en los centros de atención primaria ubicados en los barrios involucrados. Según esos datos, entre 2016 y 2018 no se perciben aumentos significativos en las consultas. El director planteó que tampoco representan cifras diferentes a las de otros vecindarios alejados del Basural. Sin embargo, en el primer cuatrimestre del año un dato llama la atención. Las consultas pediátricas por problemas respiratorios en el barrio San Pedro crecieron progresivamente, en coincidencia con el aumento de los episodios de incendios que durante los primeros meses del año mostraron un Basural otra vez fuera de control. Fueron 95 en enero, 122 en febrero, 149 en marzo y 167 en abril.
PROBLEMAS CRÓNICOS
“El basural es la imagen más importante de la contaminación. Esa contaminación hace que las patologías de origen alérgico tengan un crecimiento exponencial y que aparezcan desde edades muy prematuras. No sólo problemas en las vías bronquiales, sino también a procesos alérgicos de piel u otros”, explicó Poleschi.
El director de Atención Primaria consideró que “hay un porcentaje de patologías respiratorias que se van cronificando a través del tiempo por convivir con el Basural”.
“La contaminación ambiental es lo primero que provoca una mayor incidencia de las patologías respiratorias. Es lógico que vivir cerca de un foco superlativo de contaminación provoque una mayor incidencia de estas patologías, fundamentalmente asma, cuadros bronquiales, procesos alérgicos de piel, procesos infecciosos”, enumeró.
Un ambiente afectado por un enorme basural a cielo abierto también socaba los sistemas inmunológicos y abre las puertas a múltiples cuadros: “Esto implica estar expuesto a enfermedades de distintos tipos, no sólo alérgicas, sino a otras como neoplasias o enfermedades reumáticas”.
“No hay ninguna duda de que el Basural tiene incidencia en la salud. Por el momento no es posible evaluarlo en qué medida lo hace porque el Basural funciona ahí desde hace muchos años. El recién nacido que está expuesto al Basural a los pocos meses sufre patologías que va a seguir sufriendo por el resto de su vida. Es una persona que va a estar medicada de por vida”, indicó.
La zona cuenta también con otras condiciones sociales que complican todavía más las realidades sanitarias. El listado incluye déficit habitacional, carencias alimenticias y la presencia siempre amenazante del río Luján. “Al juntar todos esos elementos es muy difícil sacar una conclusión definitiva. Pero es obvio que el Basural provoca problemas y la solución es que no exista eso”.
PROBLEMA DORMIDO
A muy corta distancia del Basural Municipal, otro predio sumó contaminación durante décadas. Allí tiraba sus barros la curtiembre Curtarsa, denunciada por generar un desastre ambiental en Jáuregui. Aquellas cavas comenzaron a utilizarse en septiembre de 1980, gracias a un decreto firmado por el comisionado Silverio Pedro Sallaberry.
Cuando más de una década después los vecinos de la localidad iniciaron su lucha, el depósito que la empresa tenía en la ruta 192 fue también blanco de los cuestionamientos. En mayo de 1997, otro decreto municipal -ya bajo la administración de Miguel Prince- dejó sin efecto la autorización de 1980. Se inició un largo litigio judicial por un amparo presentado por Curtarsa.
Tres años después, un informe elaborado por autoridades de Bromatología y Medio Ambiente de la Municipalidad detallaba los impactos ambientales que habían provocado los vuelcos repetidos durante años. “La concentración de cloruros y dureza de las muestras aparece mucho más altas que las normales, lo que hace presuponer algún inconveniente en el aislamiento de la membrana colocada en las cavas, iniciando un proceso de contaminación del acuífero, siendo los cloruros un elemento de alta concentración en dichos barros y de rápida migración a través del suelo”. Aunque finalmente quedó firme la suspensión del uso, el predio nunca fue saneado.
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