El 7 de septiembre de 2015 en un cóctel en la Embajada de Brasil, Aldo Ferrer circulaba por los salones del Palacio Pereda donde tiene su sede diplomática ese país.
"Acá siempre me tratan muy bien y el embajador (por Everton Vieira Vargas) es un gran anfitrión". En vísperas de las elecciones presidenciales en la Argentina, el economista fue consultado sobre lo que se venía. Curiosamente, Ferrer evitó volcarse abiertamente por Scioli, quien le generaba dudas pero al que igualmente iba a votar. Sí habló sobre la economía que esperaba. Sobre el juicio de los fondos buitre, Ferrer aseguraba que el fallo de Thomas Griesa había sido "tremendamente injusto", pero que "se había perdido" y que "el país debía negociar una solución al problema cara a cara, pero sin renunciar a defender la soberanía". Afirmaba que el embargo a la Fragata Libertad le había dado "dolor de patria", pero que lo peor que se podría haber hecho era "sentarse a negociar en esas circunstancias". Reconocía que "en algún momento deberemos pagar y terminar con esa situación". Ferrer optaba por una larga ronda de discusiones en Nueva York, que demorara meses si era necesario, y que derivara en un pago en cuotas, pero no con la emisión de deuda.
Curiosamente no era este tema el que más preocupaba a Ferrer en ese septiembre de 2015. Su eje estaba en el "peligro" que el "próximo Gobierno, sea quién sea, vuelva a endeudarse con el FMI". Según el "último desarrollista", como lo presentó Vieira Vargas, "nunca más había que recurrir al Fondo" y afirmaba que el organismo era "el mismo que nos hundió en 2001 y que está sometiendo a Grecia". Reiteraba que no volver al Fondo era "su mayor preocupación". Finalmente se le preguntó sobre si su obra, "Vivir con lo nuestro", al menos como concepto, estaba aún vigente. Sonriendo contestaba: "Más que nunca, pero en la palabra nuestro debe entenderse al Mercosur".
Ferrer murió ayer a los 88 años. Mantenía la actividad académica. Hasta el mes pasado estaba trabajando en una reactivación del Grupo Fénix y había sido invitado por diputados kirchneristas a participar del debate del lunes pasado en la Cámara de Diputados para la discusión de las leyes que habilitarán el pago a los fondos buitre. Su último tema de debate había sido la advertencia, en los días de liberación del cepo en enero, sobre las consecuencias inflacionarias que tendría la liberación del tipo de cambio y recomendaba no dejar de atender el consumo interno.
Fue durante la segunda mitad del siglo XX el referente de la heterodoxia local, siguiendo la escuela de Raúl Prebisch. A ambos los unía la cercanía con la Unión Cívica Radical, los brasileños Celso Furtado y Fernando Henrique Cardoso, el chileno Aníbal Pinto Santa Cruz y el mexicano Víctor Urquidi. Era licenciado en Economía de la Universidad de Buenos Aires y fue ministro de Economía en las presidencias de facto de Roberto Marcelo Levingston y Alejandro Agustín Lanusse entre 1970 y 1971. Durante el Gobierno de Raúl Alfonsín, fue presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires, durante cuatro años y con Fernando de la Rúa, presidió la Comisión Nacional de Energía Atómica; también se desempeñó como director de Enarsa. Fue uno de los fundadores del Plan Fénix, un proyecto aprobado en diciembre de 2001 por la UBA para enfrentarse a las teorías ortodoxas de salida de la crisis de la convertibilidad. En esos tiempos su principal preocupación era que la economía local no se dolarizara. Fue luego director del diario Buenos Aires Económico (BAE) y en 2011 fue nombrado embajador argentino en Francia por el Gobierno de Cristina de Kirchner, gestión a la que criticaba por no haber mantenido los "superávits gemelos que consiguió Néstor Kirchner". Era otra de sus quejas en ese cóctel del festejo por la independencia brasileña.
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