Hubo una sucesión de gestos en apenas un par de días. Contacto entre Macri y Alberto Fernández. Rechazo a la idea de reestructuración de la deuda. Y predisposición opositora al diálogo que arma Lacunza desde antes de asumir formalmente. FMI y bonistas
El objetivo, admitido por las partes, es módico: contener el precio del dólar, entendido como síntoma y a la vez como motor de una crisis que supera largamente el mundo de las finanzas. Por distintas razones y con diferente grado de responsabilidad, ese fue el eje de la nueva conversación telefónica entre Mauricio Macri y Alberto Fernández. El tema fue más explícito que en el diálogo de la semana pasada. Y estuvo además en el centro de los contactos con economistas de la oposición que inició Hernán Lacunza apenas designado ministro y antes de jurar formalmente. La agenda política, dominada por los mercados.
Las responsabilidades, se ha dicho, son diferentes, pero el cuadro es único. Las debilidades propias del Gobierno, sus errores –prácticos y algunos también conceptuales- y las presiones locales e internacionales colocaron la política oficial en un plano de ajuste en continuado, crítico desde el punto de vista de su sustentabilidad. La derrota impactante en las PASO sumó tensión frente al desafío de un sistema electoral que anota las elecciones generales para dos meses y medio después. Eso, con un Presidente golpeado y un candidato pero no presidente electo muy fortalecido, cuyas palabras, una por una, son sopesadas y medidas al milímetro después de las primarias.
La nueva conversación de Mauricio Macri con Alberto Fernández fue iniciativa presidencial, aunque con el cuidado de dejar que trascendiera por otras vías y con diferencias de enfoque. La intención fue darle oxígeno de entrada a Lacunza, con mayor ejercicio político que su antecesor en el cargo y puesto rápidamente a armar vías de diálogo con la vereda opositora. La caída de Nicolás Dujovne –con fuertes desgastes externo, interno y personal- asomaba inevitable ya en la noche del domingo de la derrota. También fue apuntado desde las filas de los ganadores de las PASO.
Hernán Lacunza juró ayer como nuevo ministro de Hacienda
El lunes había sido un día muy complicado, a pesar del feriado. Muy malas señales externas –caída de acciones y bonos, suba del riesgo país- en medio de los preparativos a toda velocidad para la asunción del nuevo ministro de Hacienda. La primera conversación entre Macri y Fernández, a tres días de los comicios, había sido acompañada por un mensaje no escrito: quedaba abierto un canal de diálogo en el máximo nivel, además de una línea directa entre Rogelio Frigerio y el círculo del candidato, Eduardo Wado de Pedro y al menos otro contacto entre funcional y político, además de otras vías informales que han generado algunos cruces menos vistosos entre integrantes del oficialismo.
La línea volvió a funcionar. Y antes, referentes económicos de Fernández habían salido a corregir o al menos morigerar el impacto provocado por declaraciones del candidato durante el fin de semana. Aludían a un eventual diálogo con tenedores de bonos y hacían referencia al cuadro de 2005. Fueron interpretadas como una amenaza de reestructuracón de la deuda. La salida al cruce de Guillermo Nielsen no fue espontánea. Y se sumaron declaraciones de Emmanuel Alvarez Agis, a modo de explicación más que de entrevista.
Guillermo Nielsen
Nielsen habló con la agencia Bloomberg, dato en sí mismo. Nadie cerca de Fernández podría asegurar qué lugar ocuparía cada uno en un eventual gabinete, pero está claro que Nielsen luce chapa de experto en la materia sobre la que habló a modo de respuesta del candidato. Negó la idea de una reestructuración y afirmó que la idea es evitar conflictos con bonistas.Alvarez Agis dijo que se trató de una mala traducción de los mercados sobre una frase poco feliz de Fernández. Fueron dos mensajes directos.
Nadie en el oficialismo habló sobre el tema, públicamente. Es parte de las señales que se intercambian. Con todo, no faltan quienes temen que en la otra vereda se arme un juego de imagen de moderación y algún combustible, para sumar rédito por un lado y mantener el desgaste presidencial. La corriente más política que se viene imponiendo, y que adoptó finalmente Macri, cree que es inevitable la diferenciación y valora los gestos para serenar las aguas, más allá de especular y trabajar sobre los motivos.
Hay una franja de coincidencia táctica que produce este virtual acuerdo para contener el dólar. Macri comprendió, después de aquella insólita y negativa reacción inicial, que en el tránsito ordenado a octubre se juegan sus escasas chances de dar batalla, pero antes aparece la necesidad de evitar una salida dramática aún al costo de perder supuesta competitividad. Es lo que le reclamaban desde el interior del oficialismo, sus socios y también amarillos puros como Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.
Alberto Fernández también necesita un camino transitable. Viene amalgamando declaraciones ácidas sobre la gestión macrista y gestos y palabras de moderación, que son las que pesarían más en estas horas. No hay una división de imágenes propias, sino una dualidad que lo expone aún como candidato, no como presidente electo, y otra que lo coloca de manera directa como referencia crucial en este escenario de crisis.
Se expone prácticamente solo, después de haber pedido extrema cautela a los integrantes de su propio frente para evitar sobresaltos. Es más que una cuestión de imagen. Un dólar estable en la franja de estos días es al mismo tiempo una precaución a futuro –expresada incluso en su diálogo con Macri- porque lleva como implícito el cuidado de las reservas, punto básico de sus cálculos si octubre convalida los resultados de agosto.
Eso explica en buena medida que sin demoras haya tomado y dejado trascender la decisión de atender el diálogo propuesto por Lacunza, que en diez días espera verse con el FMI. El ministro estuvo ayer reunido con otro representante de la oposición, Marco Lavagna, y hoy mismo quedaría definida la cita con el Frente de Todos. Se especuló con que el enviado fuera Matías Kulfas, aunque aún está de viaje por razones personales, y sonaron en cambio Nielsen y Alvarez Agis. El gesto, en cualquier caso, sería el mismo. Todos han puesto distancia con los fantasmas del default o una ruptura con el FMI.
Alberto Fernández se dio tiempo ayer para un encuentro con la primera línea del Episcopado argentino, donde se habló de la necesidad de sostener el diálogo para garantizar el camino electoral que resta recorrer. También, se ocupó de ir acomodando la agenda de campaña territorial: además de conversaciones telefónicas con gobernadores e intendentes, visitas a Mendoza y más adelante, Córdoba.
Dejó además una reiteración sobre su conformidad con el dólar en torno de los 60 pesos, escala presentada además casi como logro personal. Macri también habló de esos niveles como valores a sostener, en medio de cierta distensión del gobierno frente al debut de Lacunza. Todo, claro, con la precariedad del caso. Las miradas siguen puestas en los mercados.
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