Silvia Mercado

Fueron 13 o 14 horas de trabajo a destajo en el bunker de Juntos por el Cambio en la ciudad de La Plata donde se firmó el acta constitutiva de la coalición opositora en la provincia de Buenos Aires. Tenían que firmar 42 agrupaciones provinciales y 12 partidos políticos. En el medio, se cerró un primer acuerdo respecto a la competencia a nivel de intendencias que puede marcar o no un modelo en el duelo nacional y provincial en al interna.

De a poco, lo fueron haciendo Agustín Forchieri (mano derecha de Diego Santilli, por el PRO), Maximiliano Abad (presidente de la UCR-BA), Maricel Etchecoin (CC), más los representantes del GEN, el Partido Socialista, el Partido Demócrata Progresista, el Partido del Diálogo, Unión Popular Federal, Propuesta Federal para el Cambio, Unión de Centro Democrático, Espacio Abierto para la Integración y el Desarrollo.

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También estuvieron presentes el intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, además de Adrián Urelli, apoderado de la lista de Néstor Grindetti y el senador provincial Juan Pablo Allan (competirá a intendente en La Plata tras la candidatura presidencial de Patricia Bullrich), además de un representante de la UCR Evolución-Possismo (Gustavo Posse), Pablo Domenechini.

Sin tensiones, hubo acuerdo en que el piso electoral para la integración de las listas a diputados nacionales, provinciales, concejales y consejeros escolares sea del 25%, cinco puntos más alto que el acordado a escala nacional y porteña en la coalición. 

Así, a la minoría le correspondería los lugares 4º, 9º, 14º, 19º o 3º, 8º, 13º, 18º en caso de que las listas estén encabezadas por personas de distinto género, lo que permitirá que la mayoría suba un casillero.

Pero las largas horas de trabajo entre político y administrativo fueron propicias para avanzar en algunos acuerdos que los intendentes del PRO reclaman en forma insistente pero que, hasta ahora, solo obtuvieron dos: los titulares de los distritos de Vicente López y de General Pueyrredón, o sea, Mar del Plata.

La intendenta Soledad Martínez tuvo un respaldo particular, el de su padrino político, Jorge Macri. El exintendente trabajó duramente para lograr que tanto Rodríguez Larreta como Bullrich hicieran una excepción en ese distrito donde no tiene competencia del peronismo, pero que abriría una puerta a sacar del trono que el PRO conduce desde el 2011.

El intendente Guillermo Montenegro fue especialmente convincente con ambas tribus, las que lideran Santilli y Grindetti, competidores de buen diálogo, aunque muy acicateados por sus candidatos presidenciales, Rodríguez Larreta y Bullrich, que mutuamente no se dejan tranco.

Es verdad que General Pueyrredón es el partido más populoso de la Quinta Sección Electoral de la provincia y también el segundo distrito en cantidad de votantes en Buenos Aires, después de La Matanza. Y son cuartos en extensión. Su influencia, por otro lado, es notable no solo en materia territorial, sino como referencia política-cultural de Buenos Aires.

Cómo se tejió el acuerdo con Montenegro y Martínez

¿Cómo lo lograron? La explicación que se da en ámbitos provinciales es que, primero, Montenegro siempre buscó mostrarse equilibrado entre Rodríguez Larreta y Bullrich, amable con ambos, brindándoles respaldo para sus actos cada vez que viajaron, mostrando sus cartas desde un principio. 

Luego, por una cuestión matemática. Si en Mar del Plata la interna Santilli vs Manes estuvo en 60-40, lo más probable es que Montenegro pierda la elección y deje la ciudad abierta para que la gane el kirchnerismo.

En rigor, lo mismo podría decirse del caso de La Plata, donde Julio Garro logró ganar la reelección en 2019, a pesar de la derrota de Mauricio Macri y María Eugenia Vidal. Sin embargo, la presencia del senador Allan, de fuerte vínculo con un aliado de Bullrich, el exintendente de San Miguel, Joaquín De la Torre, hace imposible un acuerdo similar. 

Los próximos días, hasta el 24 de junio cuando se presentarán los nombres de los candidatos, serán de infarto. Cada una de las ocho secciones electorales tiene armar sus propias listas, un momento crucial de la política, desgastante, pero imprescindible para una democracia.

Algunos denominan a este momento "los cargos", pero de otra forma habría autocracia, una sola persona que decide por sí sola, y sin negociación, quiénes competirán. Una democracia representativa exige pasar por este momento que, por cierto, no es romántico y suele mostrar los aspectos más mezquinos de la práctica política. 

¿Qué pasará con los radicales?

El presidente de la UCR, diputado provincial Maximiliano Abad, está realmente presionado por la insólita situación planteada entre Santilli y Grindetti. Muchos intendentes radicales (son 30 aproximadamente, 27 alineados con Abad, los restantes con Evolución-Posse), como el de Bahía Blanca, ya se definieron a favor de la candidatura de Bullrich, y se cree que habrá una avalancha hasta el 24 de junio, sobre todo en el interior.

Abad, incluso, sonó como candidato a Vicepresidente de la exministra de Seguridad, lo que finalmente no se estaría verificando. Otra posibilidad es que concurra como candidato a vicegobernador. ¿De Grindetti? No es sencillo para un dirigente radical tomar partido por un ala del PRO. 

Aunque tampoco es fácil para los intendentes del PRO, mucho menos para los candidatos más competitivos del PRO, desde Martiniano Molina (Quilmes) hasta Lucas Delfino (Hurlingham), tener que "elegir" es un incordio difícil de resolver. 

No es posible saber cómo seguirá la película en un escenario tan complejo en términos internos dentro de la coalición opositora. Es probable que otros logren poder competir con la "Y" dos candidatos a presidente y dos candidatos a gobernador y un solo candidato a intendente. Hasta ahora esa posibilidad está cerrada.