El ex presidente cumplió su deseo de una alianza de centro derecha, dinamitó Juntos por el Cambio, se sacó de encima a la UCR y dio nacimiento a una coalición de centro. Su participación en el futuro gabinete y la colaboración en el Congreso.
por
CARLA PELLIZa
La aparición de Mauricio Macri en el mapa político-electoral tuvo dos consecuencias inmediatas. Por un lado, el interés del PRO duro por colaborar con el gobierno de Javier Milei y, por el otro, el cumplimiento de un deseo macrista que estuvo en stand by al menos ocho años, la conformación de un espacio de centro derecha en la Argentina.
En 2015, Mauricio no encontró, en el mapa político argentino, un espacio de extrema derecha sólido, con el que poder hacer una alianza electoral potable. Tuvo que migrar hacia el vínculo con el radicalismo, que nunca funcionó en lo personal pero sirvió para llevarlo a la presidencia. Ahora, logró sacarse esa mochila de encima para virar al camino que siempre quiso tomar.
La alianza de extrema derecha necesitó del segundo efecto, la ruptura de Juntos por el Cambio. Los moderados de la coalición en extinción trabajan para formar un espacio “socialdemócrata”, puntualmente en el Congreso, para trabajarlo y llegar a las elecciones del 2025. No estará listo el diez de diciembre pero será el germen.
Mauricio no estará esta semana en el país. Por compromisos de la Fundación FIFA que preside, estará en Medio Oriente hasta el fin de semana por lo que cualquier negociación en torno al gabinete quedará para entonces. A Macri le interesa la pata económica y el ex presidente habla directo, mano a mano, con Milei, sin intermediarios.
¿Coalición o acuerdo?
Desde su entorno, sin embargo, insisten con que el acuerdo político no demandó una lista de nombres amarillos para ocupar cargos importantes en el gabinete. De hecho, no conversaron sobre eso la noche del domingo. Macri llegó cuando Milei ya había pronunciado su discurso. Algunos dirigentes PRO, sentados en el lobby del hotel, esperaron su arribo. “Llegó Mauricio”, se levantaron y se fueron a la reunión VIP.
Del encuentro participaron unas quince personas y se hablaron “generalidades”. Patricia Bullrich y Macri volvieron a conversar la mañana siguiente. El aluvión de votos conseguido por la ex ministra sorprendió. Traspasó el 100 % de los sufragios - “y un poquito más”, se dijo la noche de la victoria -y, combinado a una fiscalización que ni Mauricio creyó posible, contribuyó enormemente al triunfo.
Por el aporte, pero sobre todo por la falta de estructura, de equipos y de experiencia, el macrismo cree que podrá controlarlo para convertirlo en un dirigente poco peligroso y hasta bueno. Hubo un paralelismo con Carlos Menem. Su objetivo pasó por llevar tranquilidad ante el pánico generado por las declaraciones de Milei.
De momento, para el Ministerio de Economía sonaron nombres macristas (Federico Sturzenegger, Luis Caputo, Luciano Laspina), mencionados por el propio Milei. Para YPF resonó el de Javier Iguacel, ex ministro de Energía de Mauricio, pero aún no hubo una charla formal.
Alianza obligada en el Congreso
Una de las mayores contribuciones del macrismo estará en el Congreso. A partir del 10 de diciembre, Juntos por el Cambio tendrá 93 diputados mientras que La Libertad Avanza no llegará a los 40, quedándose en 38. La primera minoría quedará en manos de Unión por la Patria, con 105. Con estos números en mente, el presidente electo aseguró, en una entrevista con Rivadavia, tener muchas coincidencias con Juntos por el Cambio y un compromiso para trabajar en conjunto.
Sin embargo, el interbloque de Juntos por el Cambio dejará de existir. Nicolás Massot y Emilio Monzó trabajan en el armado de un interbloque de centro, que deberá estar listo en estos días. El número se definirá pronto, también los espacios que lo conformarán pero, en principio, estará integrado por la UCR – que tendrá 34 diputados -, el larretismo – se estiman unos diez legisladores - y la Coalición Cívica – con seis bancas -.
También se entablaron conversaciones con Miguel Ángel Pichetto, a quien Milei le dedicó unas palabras luego del triunfo al calificarlo como una persona con un lugar interesante en la Cámara Baja, y otros legisladores sueltos que podrían incorporarse. En total, se esperan ocupar unas 50 bancas. El objetivo será conformar un espacio que pueda dialogar para ser, realmente, una oposición constructiva.
Para los PRO duro, quienes armen este interbloque se “irán” del actual. Serán los que rompan. Todavía no se definió si los macristas paladar negro armarán algo similar con La Libertad Avanza. De hacerlo, quedarían como la segunda minoría en Diputados. Si Cristian Ritondo llegara a llevarse 34 legisladores, el espacio superaría los 70. Esto quiere decir que estarán lejos del quórum propio y deberán negociar todas las leyes.
Hace quince días, Ritondo, que podría presidir la Cámara, acorraló a sus - todavía - socios al considerar que los diputados de la oposición no deberían estar en contra de "un proyecto de modernización laboral, una propuesta que tanto Milei como nosotros hemos prometido en campaña". En una entrevista con La Nación, amplió el temario al "obligatorio cumplimiento de 190 días de clase en la educación, la baja en la edad de imputabilidad de los menores de edad o una reforma tributaria seria", entre otros. El libertario tendrá un camino trazado.
En el Senado, la sangría sería menor. Los legisladores mantienen conversaciones para fortalecer el interbloque pero la unidad no pasará sólo por la posibilidad de mantenerse detrás de un mismo nombre sino por las coincidencias programáticas que puedan acordar. Sobre todo para colaborar con los gobernadores que tienen intenciones de articular lo que quede de la coalición. El miércoles, pensaron una reunión para acomodarse.
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