Estuvieron Aníbal y Alberto Fernández. También Baradel, Parrilli, Kunkel y el filósofo Forster.
“Quiero agradecerle al que me dio la idea de escribir un libro, que está ahí en primera fila”. La mención de Cristina Kirchner a Alberto Fernández en los primeros minutos fue un anticipo de uno de los sellos de la presentación: un acto que funcionó como la reaparición de dirigentes de parte de la vieja guardia K, de los que regresaron y de otros que fueron críticos durante su gobierno y ahora se alinearon de cara a la disputa electoral de este año.
La hilera más próxima al escenario estaba dispuesta para que el ex jefe de Gabinete fuera el único político. Algunas ausencias -León Gieco, Leonardo Sbaraglia- hicieron que otro hombre clave de los 12 años K quedara en ese lugar más visible: Aníbal Fernández, también ex jefe de Gabinete y ministro de Interior y Justicia. Lo mismo sucedió con Felipe Solá, aliado mientras fue gobernador bonaerense y luego opositor con vaivenes hasta este regreso.
“Acá lo veo a Carlos Tomada, nuestro ministro de Trabajo desde 2003 a 2015”, dijo luego Cristina para apoyarse sobre los datos de la asistencia social y el empleo durante su gobierno. En las primeras filas también estaban el ex canciller Jorge Taiana, Nilda Garré (Seguridad), la ex titular del Banco Central Mercedes Marcó del Pont, Beatriz Rojkés -ex presidenta provisional del Senado- y Oscar Parrilli, ex secretario general de la Presidencia y titular de la AFI, entre otros.
También reapareció en el dispositivo K Carlos Kunkel y Cristina aludió al final a Carlos "Cuto" Moreno, aunque no estaba presente. Estuvieron Héctor y Mariano Recalde. En la primera fila quedó Verónica Magario y más atrás otros intendentes como Fernando Gray, Martín Insaurralde y Gustavo Menéndez. Y Julio Zamora, de Tigre, ya en Unidad Ciudadana. No hubo gobernadores.
Raúl Zaffaroni -ex juez de la Corte Suprema- y el filósofo Ricardo Forster quedaron a unos metros de Roberto Baradel y Pedro Wasejko, de CTA. Había una butaca reservada para Pablo Moyano, pero ni él ni su padre aparecieron por la Feria del Libro. Tampoco Juan Grabois ni Axel Kicillof, este último de viaje.
Desde la sala por momentos se escucharon los cantitos de los seguidores que seguían la presentación por las pantallas gigantes del patio interno y fuera del predio, sobre la calle Sarmiento. “Cristina presideeeeenta” fue el más repetido de la noche. Estaba dicho que no habría confirmación de la candidatura y acaso pocos la esperaban, pero el clamor sonó con insistencia.
Si la reaparición -no hablaba en el Senado desde febrero y en público desde noviembre, en Ferro- podía ser interpretada como un virtual lanzamiento aun sin referencias concretas, entre el público cualquier indicio serio fue celebrado por los militantes.
Como en el inicio, cuando destacó a María Teresa Carbano como la primera titular mujer de la Fundación El Libro. “Creo mucho en las señales. La autora y la presidenta, está bueno”, dijo Cristina. En otro tramo, ante el mismo cantito y el remanido “vamos a volver”, eligió salir del paso: “Estamos en el Salón Borges. Como decía Borges, ustedes son incorregibles”.
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